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RUNNING

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La culpabilidad del corredor

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Los corredores pueden sentir culpa por correr, por no correr o por no hacerlo suficiente.

(1-3-2017). La culpa es un sentimiento cada vez más vinculado al running hasta el punto de haber sido acuñado el concepto de La culpabilidad del corredor. Sentir culpa por correr, por no correr. Sentirse culpable todo el tiempo. Un mal psicológico que afecta a gran parte de los corredores.

Existen muchos tipos de culpa que un corredor puede sentir vinculado a la práctica del running. Las hay relacionadas con la necesidad de dedicar más tiempo a la afición de correr y las que se derivan de estar dedicando demasiado. Todas ellas son analizadas en el artículo publicado por El Confidencial sobre la Culpabilidad del Corredor y del que hemos extraído algunos puntos claves.

Running para sentirse mejor

Una de las culpas más comunes en las que ahonda dicho reportaje es la que se siente cuando se ha hecho algo que se cree inapropiado, como por ejemplo darse un atracón de comida, y para compensarlo decidimos salir a correr. Ello da paso a lo que los expertos han denominado la ‘guilt run’ (carrera culpable), en la que se corre para mitigar el sentimiento de culpa y sentirse mejor.

Otra culpabilidad que también se da, y de forma cada vez más frecuente, es la de no dedicar más tiempo al running

Pero no es la única situación en la que un corredor puede sentirse culpable, y es que también se da, y de forma cada vez más frecuente, la culpabilidad por no dedicar más tiempo al running. Entrenar más puede significar mejorar marcas y obtener mejores resultados. El hecho de no dedicar las horas que consideramos que necesitamos para conseguir mejoras significativas puede hacer aflorar en nuestro interior ese sentimiento de culpa para con uno mismo.

Y este sentimiento de culpa puede llevarnos a dedicar aún más tiempo a nuestra afición, dejando de lado nuestras obligaciones y otras aficiones, lo que puede llegar a llevarnos a entrar en conflicto directo con el trabajo, la familia y los amigos. Por lo que estaríamos ante un tipo de culpa muy dañino que puede atentar contra las relaciones sociales del runner además de desembocar en runnorexia o adicción a correr.

Dedicar demasiado tiempo a correr

Por el lado contrario, también existe la culpa por correr todo el tiempo. Decidir salir a correr cuando en ese mismo instante nuestro hijo está jugando un partido con su equipo y sentir la culpa de no estar allí para animarle. Este sería un ejemplo, pero existen multitud de situaciones que nos pueden hacer sentir este tipo de culpa muy vinculada a la percepción de egoísmo: Sabemos que tenemos una cantidad determinada de tiempo al día y si escogemos correr, estamos destinando ese tiempo a nosotros mismos.

El running no lo es todo

Por último, se da otro tipo de culpa de la que además es particularmente difícil deshacerse: la culpa por haber dedicado mucho a conseguir unos objetivos deportivos cuando nos damos cuenta que en realidad es una afición. Más de una vez acabamos admitiendo que no vamos a ir a las Olimpiadas, que no somos unos corredores de élite y que todo ese esfuerzo dedicado quizás habría sido mejor invertido en un proyecto que mejorara nuestra vida, ya sea a nivel económico o emocional.

Que la culpa no nos obsesione

A menudo, este sentimiento de culpa lleva a la obsesión. Existen algunos síntomas que pueden ayudarnos a discernir si la práctica de running se nos ha ido de las manos: La sobrecompensación (hacer un esfuerzo extra en la siguiente sesión si nos hemos saltado una, pudiendo llevarnos a sobreesfuerzos y problemas físicos derivados de un sobreentrenamiento), el abandono (sentir tanta culpa por salir a correr que se acaba abandonando la práctica deportiva) o la baja autoestima (sentir que si no se alcanzan los objetivos hemos fracasado como personas).

Hay que recordar que el running no lo es todo

De igual modo que hay señales que alertan, también hay algunas maneras de mitigar la culpa y que correr sea una práctica 100% saludable, como: Preguntarse el verdadero motivo de correr y recordar que el running no lo es todo; priorizar y dedicar tiempo a todos los aspectos importantes de nuestra vida; ser flexible con los objetivos fijados y vigilar el lenguaje evitando expresiones que conviertan el ocio en obligación como ‘tengo que ir a correr’.

Todos estos tipos de culpabilidad del corredor, las alarmas que nos avisan que nos hemos pasado del límite y formas de compensar esta culpa, son extensamente analizadas en el artículo Por qué los runners no pueden deshacerse del sentimiento de culpa por lo que hacen, publicado en El Confidencial y del que nosotros hemos extraído algunos casos, pero os invitamos a que leáis en su versión completa, porque realmente creemos que vale la pena.


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