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TRAIL RUNNING

Tipos de productos disponibles y sus ventajas

Cómo elegir la segunda capa para la montaña

Consejos de la tienda Barrabés

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(23-10-2019). La elección de la segunda capa para practicar trail running o caminar por la montaña es nuclear para mantener nuestro cuerpo en la temperatura adecuada y cobra aún más importancia si cabe en la época de otoño-invierno. Con los consejos de Barrabés, te resumimos qué tener en cuenta a la hora de escoger un modelo de esta prenda.

En otro artículo os hablamos de la teoría de las tres capas y la importancia de combinar distintas prendas cuando se trata de vestirse para ir a la montaña o practicar trail running en otoño-invierno.

En este artículo, ahondamos en la segunda capa y en su importancia, siendo su objetivo el de preservar la temperatura corporal y mantener el cuerpo seco. Con la experiencia y conocimientos de una de las tiendas de outdoor referencia en nuestro país, Barrabés, hemos elaborado este documento en el que queda patente la significación de la segunda capa, una capa intermedia cuya misión principal no es otra que la de aportar calor.

¿Qué es una segunda capa?

Dado su objetivo esencial de car calor, la segunda capa cobra más importancia cuando llegan los meses de más frío en otoño e invierno.

El origen de su invención es la fibra polar. Y no es algo casual. Los emprendedores textiles encontraron un tejido muy ligero, de capacidad calorífica superior, de secado rápido, con poco volumen y una buena transpirabilidad. Un tejido que revolucionó el mundo de la vestimenta de montaña hace ya más de un par de décadas. Hasta ese momento, y la globalización del sistema de las 3 capas, la gente que se acercaba a la montaña llevaba capas interiores caloríficas de lana (tipo jersey que, en algunos casos, eran muy voluminosas y pesadas) o bien la capa exterior llevaba un grueso relleno, siendo ésta una pieza poco polivalente. Tras su nacimiento, y durante varias décadas, los forros polares se erigieron como los reyes de la 2ª capa.

A continuación, por lo tanto, vamos a pasar a describir las prendas susceptibles de formar parte de esta categoría, empezando, de hecho, por el principio.

1. Forro polar. Este material lo desarrolló Malden Mills (actualmente patentado como Polartec) para sustituir la lana. Está generalmente fabricado con PET (es decir, tereftalato de polietileno). Mills no lo patentó, por lo que podemos encontrar distintos fabricantes y calidades. A pesar de ello, la mayoría de fabricantes han confiado en Mills y confían casi en su totalidad en la fibra Polartec. Lo hacen por dos motivos: por su calidad y por su protección hacia el entorno y beneficio ecológico, ya que está fabricado a partir del reciclaje de latas y envases de plástico.

Dentro de la categoría de los forros polares podemos, al mismo tiempo, encontrar algunas subdivisiones:

  • 1.1 Forro polar clásico. En general, se fabrica en diferentes gramajes (100 gramos, 200 gramos, 300 gramos, etc.). Cuanto mayor es este número, mayor es el grosor y la capacidad calorífica y menor la suavidad y flexibilidad, ya que se trata de una relación inversamente proporcional. Podríamos decir que sus virtudes son casi infinitas, con una ratio calor/peso excepcional. Durante años, ha copado casi de forma exclusiva el mercado de la 2ª capa. No obstante, tiene algunos puntos en contra. Los gramajes superiores han visto limitado su uso técnico ante la aparición de nuevos materiales. Teniendo en cuenta esto, su uso se ha transformado a actividades de descanso en montaña, senderismo o en la vida cotidiana. En el caso de trail running, montañismo y/o alpinismo, se optan por otro tipo de prendas que analizaremos más adelante.
  • 1.2 Micropolar y nuevos materiales. La afirmación anterior podría tener una excepción. Y es la de los micropolares. Es decir, polares 100, muy finos, que se siguen usando mucho para actividades técnicas. Son muy ligeros, flexibles y muy transpirables, permitiendo una gran libertad de movimientos. Debido a ello, su éxito dentro del mundo de los deportes de montaña se mantiene casi inalterable. A todo ello, hay que añadir que su ratio peso/calor (lo que buscamos en esta 2ª capa) es muy alto. Por lo tanto, son una garantía casi asegurada. En los últimos años, este tipo de micropolares también se han visto acompañados por otros materiales finos con excelentes capacidades de evacuación de humedad, calor, secado y, sobre todo, con gran agilidad. Dentro de este grupo, podemos nombrar, por ejemplo, el PowerGrid o el Power Dry de Polartec.

2. Chaquetas ligeras rellenas de fibra o pluma. Como hemos comentado anteriormente, el mercado ha experimentado un cambio los últimos años, desplazando la hegemonía de los forros polares del primer lugar del podio. ¿A qué se debe este cambio de tendencia? Pues, fundamentalmente, a la aparición de las modernas chaquetas ligeras rellenas de fibra o pluma. De hecho, actualmente, podemos afirmar sin tapujos que esta prenda tiene un uso muy extendido. Vamos a ver el detalle. Su diseño permite usar esta 2ª capa bajo la 3ª sin problemas. Y, paralelamente, también podemos vestirlas como chaqueta calorífica exterior, sin la necesidad de la 3ª capa (un extremo que apreciamos especialmente en este artículo).

Otro de los puntos fuertes de las chaquetas ligeras rellenas de fibra o pluma es su versatilidad. Su volumen comprimido dentro de una bolsa es mínimo, por lo que ocupan poco espacio (además de pesar poco) cuando salimos a la montaña con nuestra mochila o chaleco. Podríamos resumir sus ventajas de la siguiente forma (en comparación con los forros polares de toda la vida): son más polivalentes, más ligeras y dúctiles que un forro grueso, tienen la misma capacidad calorífica que un forro polar pero con un volumen menor, son muy comprimibles.

Como decíamos, la llegada de estas chaquetas ha modificado las combinaciones del sistema de capas y, en realidad, podríamos hablar del “sistema de 2’5 capas” o bien del sistema de “doble segunda capa”. El funcionamiento sería el siguiente: una camiseta interior técnica (1ª capa), un micropolar o alguna prenda con PowerGrid o similar (2ª capa) y una chaqueta rellena de fibra (función de 3ª capa siendo una 2ª capa). Y, en situaciones de nieve o lluvia, se completaría este esquema con una 3ª capa real, impermeable o transpirable.

Con este sistema, cambiamos el grosor y el volumen de nuestra 2ª capa clásica por 2 prendas que, combinadas, ocupan el mismo volumen. Pero, por el contrario, ofrecen mucha más agilidad y posibilidades de uso. Además, ofrecen una buena resistencia al viento, motivo por el cual, a pesar de ser la capa colorífica, también podemos usarlas como capa exterior ante el viento, no ante la lluvia. Se trata de un sistema parecido al de los shoftshell.

No obstante, también tiene algunos inconvenientes. Si usamos esta chaqueta a la manera tradicional (como 2ª capa), perdemos transpirabilidad, sobre todo en aquellas diseñadas para temperaturas más frías y que tienen más relleno. De hecho, son menos transpirables, en este caso, que un polar clásico. Si las empleamos como 2ª-3ª capa, son perfectas como deportes aeróbicos como el trail running o el esquí de travesía, pero no ofrecen una resistencia al roce tan buena como un shoftshell.

3. Softshell. A principios del siglo XXI, tal y como nos siguen contando desde Barrabés, surgieron nuevas prendas para perfeccionar el sistema de capas en algunas situaciones. Por aquel entonces, la 2ª capa solía ser un forro polar o una prenda gruesa elástica. Eran vestimentas con una buena capacidad calorífica, pero no protegían del viento y no eran tan resistentes como los hardshell técnicos. Y tampoco tenían ninguna resistencia a la humedad. La conclusión de todo ello era que en el momento en el que la nieve o la lluvia –por suave que fuera- aparecían, debíamos colocarnos la 3ª capa encima.

Ante esta situación, los fabricantes respondieron creando, en primer lugar, prendas cortavientos. Pero fue una solución transitoria, ya que eran demasiado rígidos y poco transpirables. Los fabricantes investigaron para crear una 2ª capa que fuera cómoda, elástica, resistente y con una protección mediana contra la humedad que, llegado el caso, pudiera usarse junto a la 1ª capa sin necesidad de la 3ª (en situaciones de nieve, lluvia fina, viento o en situaciones de actividad con roce como el alpinismo o la escalada).

Fue el inicio, el nacimiento, por lo tanto, de los softshell. Hoy en día, algunos alpinistas los usan a modo del “sistema de las 2’5 capas” (1ª capa, 2ª capa fina y después un softshell). Y, casi dos décadas después, existen variedad de diseños. Algunos de ellos imitan a las segundas capas. Otros, en cambio, a las terceras capas. Los hay gruesos y con alta protección. Otros son ultraligeros. Modelos más protectores para situaciones de nieve en invierno. Modelos para todos los gustos. Eso sí, todos ellos son cortavientos y menos transpirables que los anteriores tipos de segundas capas.

De este modo, una combinación muy usada y extendida hoy en día es un softshell con una chaqueta de 3ª capa ultraligera (una chaqueta que llevaremos en la mochila para los casos necesarios).

Información de contacto:

www.barrabes.com

@barrabescom


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