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ESENCI@L

Según la empresaria e instructora de fitness, Azahara Fuentes

¿Se acerca el fin de la era de las Actividades Dirigidas en las cadenas de gimnasios?

Relacionan la precariedad laboral con la dificultad de los gimnasios para recuperar clientes

actividades dirigidas

Azahara Fuentes considera que si no se revierte la situación laboral actual de los instructores de fitness, los clientes de actividades dirigidas se decantarán por boutiques especializados y por la oferta de plataformas online de reconocidas marcas.

(15-2-2022). La empresaria e instructora de fitness Azahara Fuentes relaciona la dificultad para recuperar el 30% de clientes que no han vuelto aún a los gimnasios a una falta de instructores de calidad, que además sufrirían precariedad laboral agravada por el Covid19. Aboga por apostar por los recursos humanos de calidad, atrayéndolos con “un sueldo digno, y así aumentar la captación de usuarios, antes de que las actividades dirigidas “dejen de ser la oferta estrella de los gimnasios convencionales”.

Azahara Fuentes es instructora de fitness, business consultant y fitness manager del gimnasio Sabáh Zaragoza. Considera que mejorar las condiciones laborales de los trabajadores no es un gasto añadido, sino una inversión que “se transformará en nuevos clientes”. Por ejemplo, propone crear estudios de entrenamiento personal apartados de la sala de fitness, “para ocupar a los instructores en las horas que no haya clases y conseguir atraer nuevos clientes con un servicio adicional que permita subir el ticket medio”.

Las actividades dirigidas (AADD) son el corazón de muchos gimnasios e instalaciones deportivas. Algunos informes cifran su impacto pre-covid atribuyéndoles cerca del 60% de los ingresos de un club de fitness. Sin embargo, su incidencia en los gimnasios de cadenas y grandes operadores podría tener los días contados.

Así lo sugiere la empresaria, consultora e instructora de fitness Azahara Fuentes, quien relaciona un “posible fin de la era de las actividades dirigidas en los grandes gimnasios”, con una “precariedad laboral” agravada por el Covid19 y la dificultad de recuperar ese 30% de clientes que aún no ha vuelto a los centros deportivos desde la irrupción de la pandemia.

De 15 a 8 euros la hora

Las actividades dirigidas han sido precisamente uno de los servicios dentro del fitness más castigados por las restricciones impuestas para frenar la pandemia. Y su público uno de los perfiles, junto a los adultos mayores, que más reticencia estarían mostrando a volver a sus instalaciones deportivas de referencia. ¿Debido al miedo al contagio? Una parte sí, pero para Fuentes, el principal motivo que estaría obstaculizando la recuperación de esos clientes sería “la baja calidad del servicio ofertado por los instructores actualmente”.

Una situación que no sería producto de la pandemia, sino que habría comenzado mucho antes, con la popularización de los gimnasios. “En los años 2000, los instructores eran profesionales que habían invertido mucho dinero en su formación, ofrecían contenidos de calidad y podían vivir dignamente de impartir clases en los gimnasios. Pero la llegada de productos como Les Mills o Zumba llevó a una popularización del fitness que elevó la demanda por encima de los profesionales disponibles, llevando a las instalaciones deportivas a nutrirse de personal poco formado y cualificado”.

Muchos profesionales con talento no pueden dedicarse al fitness, mientras que los gimnasios pierden o les cuesta recuperar clientes por una falta de instructores cualificados

El resultado, prosigue, “un aluvión de nuevos instructores de fitness con escasas cualidades, que llevaron a una mayor rotación de instructores y de alumnos, y a una gradual rebaja del sueldo, pasando de cobrar 15 euros brutos la hora a tan sólo 8 euros”.

Hacia la especialización

La llegada del Covid habría agravado la situación, según comenta Fuentes, llevando a muchos instructores y entrenadores “a buscarse trabajos lejos del fitness para poder vivir, ya que con las instalaciones cerradas y los sueldos bajos, no daba para llegar a fin de mes”. Situación que habría llevado a que actualmente “muchos profesionales con talento no puedan dedicarse al fitness, mientras que los gimnasios pierden o les cuesta recuperar clientes por una falta de instructores cualificados”.

A su modo de ver, esta precariedad laboral estaría impulsando negocios fitness en donde “se prioriza a los recursos humanos”, como podrían ser los gimnasios boutique y de entrenamiento personal. “Por la cuota que se paga en un gimnasio convencional, hay clientes que está optando ahora por apuntarse a un box o boutique especializado en alguna disciplina y mantener su rutina de clases dirigidas en casa vía plataformas online”. Una tendencia que opina que podría llevar “a que esté llegando el fin de la era de las actividades dirigidas en los gimnasios convencionales”, migrando hacia los centros fitness especializados en una o dos disciplinas, como lo son los estudios de pilares, yoga o ciclo indoor, y a un mayor impulso del homefitness.

Por la cuota que se paga en un gimnasio convencional, hay clientes que está optando ahora por apuntarse a un box o boutique especializado en alguna disciplina y mantener su rutina de clases dirigidas en casa vía plataformas online

Falta de reconocimiento y de calidad

Para Azahara Fuentes, los grandes operadores “son conocedores de esta situación”, pero “se preocupan más del nuevo SMI, de las exigencias de negociar un nuevo convenio o de la reforma laboral, que de afrontar el verdadero problema de escasez de recursos humanos válidos, productivos y competentes”. En su lugar, añade, “parece que lo único que interese es que los usuarios paguen 30 ó 40 euros por usar sus instalaciones y por avanzar en la digitalización”.

No se estaría reconociendo la valía de los instructores del fitness, a su juicio, pero a ello tampoco contribuiría la oferta formativa actual. “Se promueve que los gimnasios se nutran de profesionales con una formación reglada, pero el 80% de trabajadores del sector no son licenciados en Inef, sino titulados de numerosos cursos de fin de semana”.

Considera que “tal y como está formulada la carrera de Inef, no prepara a los profesionales para lidiar con el día a día de un gimnasio, aunque las universidades les vendan que sí”. Va más allá: “he visto licenciados de Inef con másters que nunca han sido alumnos de una clase de fitness, o que valoran más protocolos sobre cómo saludar al cliente cuando accede a la clase, que aspectos básicos como si el instructor combina los movimientos con la música, o realiza los ejercicios de forma correcta, porque he visto instructores hacer sentadillas con las rodillas hacia dentro”.

Fuentes asegura que son detalles que “los clientes con una mínima experiencia perciben” y pueden llegar a ser “motivo para darse de baja de un gimnasio”.

Formación flexible y multidisciplinar

En su lugar, aboga porque “universidades, colegios profesionales y escuelas no regladas sientan conjuntamente la base de una regulación que realmente nutra a los centros deportivos de profesionales preparados y con calidad, inspirada en la norteamericana, y que se reconozca esa calidad en los sueldos”. Porque, continúa, “pagar más a los trabajadores no comporta perder dinero al centro deportivo, ya que un trabajador motivado atraerá el doble de clientes que uno que vive en precariedad”.


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