(9-11-2020). Muscle Center, gimnasio creado hace 35 años en el barrio Delicias de Zaragoza, se encuentra en estos momentos, financieramente contra las cuerdas, según reconoce su fundador y máximo responsable, Javier Jiménez. La situación de este centro es el reflejo, muy probablemente, de la que viven muchísimos gimnasios del país.
Muscle Center decidió invertir a principios de este año 80.000 euros para crear en su centro de 1.100 metros cuadrados, ubicado en el barrio Delicias de Zaragoza, un nuevo servicio de fisioterapia, podología y entrenamiento personal con el que atender a sus clientes. Ese nuevo servicio se puso en marcha a principios de marzo y supuso que el establecimiento pasara a sumar tres fisioterapeutas, un podólogo y tres entrenadores personales, a los 14 empleados que ya ocupaba anteriormente. En total, 21 trabajadores.
A mediados de aquel mes de marzo, sin embargo, el Gobierno central emitía su decreto de confinamiento total, con lo cual Muscle Center cerraba sus puertas y abría un expediente de regulación temporal de empleo a toda su plantilla. Antes del decreto, el centro contabilizaba 1.100 abonados.
LENTA Y LABORIOSA RECUPERACIÓN
Tras dos meses y medio de cierre, Muscle Center reabría sus puertas a primeros de junio e iniciaba una lenta recuperación que iba permitiéndole ir recuperando, muy paulatinamente, su masa de abonados.
Cuando parecía que el proceso empezaba a suscitar ciertas esperanzas de recuperación en su fundador y máximo responsable, Javier Jiménez, así como entre sus trabajadores (pese a la pérdida del 50% de abonados), a mediados de la pasada semana, el Gobierno de la comunidad de Aragón decretaba el cierre de los gimnasios.
Los estancos siguen abiertos, mientras que los gimnasios, que ofrecemos salud, hemos tenido que cerrar
Según comenta Jiménez, “a la Administración, de poco ha parecido importarle que en nuestro centro aplicásemos más medidas de seguridad e higiene incluso que las que ella misma había dictado. Nos cerraron de un plumazo, metiéndonos en el mismo ‘saco’ que a otros establecimientos, y sin tener en cuenta que superábamos con creces las medidas de seguridad que ella misma había dictado y que somos parte de la solución. No en vano, hemos podido saber, con un medidor de partículas por millón de dióxido de carbono, que el grado de contaminación del aire en nuestro centro en hora punta no superaba los 800 PPM. Y a eso, añadir que el último dato de la incidencia del escenario deportivo sobre los brotes de Covid-19 acumulados en España desde el final de la desescalada se sitúa en un 0,41%. De todos modos, al final, los estancos siguen abiertos, mientras que los gimnasios hemos tenido que cerrar. Eso es algo inaudito y completamente injusto”.
FALTA DE SENSIBILIDAD DE LA ADMINISTRACIÓN
En sus explicaciones, Javier Jiménez deja entrever cierta rabia y mucha impotencia. No duda en criticar la “total falta de sensibilidad por parte de la administración, el miedo que se ha inculcado a los usuarios por parte de los medios de comunicación, así como por parte de ‘expertos’ y políticos que han provocado que la situación sea insostenible”.
Nos han puesto en una situación en la que nos estamos planteando solicitar el concurso de acreedores
Tras treinta y cinco años de singladura, este empresario reconoce que “de pasar de ser un centro con una solvencia económica contrastada, el Covid-19 y las restricciones adoptadas por las administraciones nos han puesto en una situación en la que nos estamos planteando solicitar el concurso de acreedores”.
Según añade, “en lo que llevamos de año hemos dejado de ingresar 200.000 euros. Nuestra cifra de abonados ha caído un 50% en relación a la que teníamos antes de la pandemia, pero esa cifra podría verse reducida todavía más a causa de cómo se ha hecho la comunicación del cierre de instalaciones deportivas desde la Administración. Y es que ésta lo anunció antes de que se procediera al cierre y ello nos ha provocado un alud de recibos devueltos a principios de este noviembre”.
SOLO EN MEDIO DEL TEMPORAL
Javier Jiménez, que hoy se define como “un ‘pringado’ que trabaja 13 horas diarias, que se desvive por mantener a flote una empresa, y que intenta salvar el empleo de trabajadores que son referencia en Aragón, así como contener el éxodo de abonados”, reconoce ver el futuro “muy oscuro”. Según añade, “yo no tengo detrás ningún fondo inversor; tampoco dispongo de ‘ingeniería financiera’ a mi disposición. Veremos si somos capaces de salir adelante”.
La Administración ha dinamitado mi empresa y a todo un sector
Por de pronto, este gestor aragonés ya presagia que el cierre decretado por el Gobierno de Aragón “se prolongará hasta el 30 de noviembre y, quizás, logremos reactivar nuestra empresa después del puente de la Constitución”.
Según concluye, “la Administración ha dinamitado mi empresa y a todo un sector, demostrando no tener ni idea de lo que es un gimnasio ni de lo que éste aporta a la salud de los ciudadanos”.
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