(28-12-2022) 2022 será recordado como una pesadilla para la gran mayoría de gestores de instalaciones deportivas con zonas de agua. El auge de los precios energéticos ha provocado que muchas piscinas cubiertas se hayan convertido en una amenaza para las cuentas de explotación, lo que ha provocado una inevitable carrera contrarreloj para implementar todo tipo de medidas con un mismo fin: evitar los cierres de piscinas. No todos los gestores lo han logrado. Y algunos expertos alertan que el escenario, en 2023, será igualmente difícil. El sector está obligado a actuar para evitar repetir el calvario.
Las piscinas, que históricamente han sido un valor añadido en la oferta de los centros deportivos, se han convertido este 2022 en un gran quebradero de cabeza para los gestores de instalaciones. El incremento de los costes de la luz y del gas, que empezó a mediados de 2021 y se vio especialmente agravado a partir de febrero, con el estallido de la guerra en Ucrania, ha hecho temblar las cuentas de resultados de un gran número de centros deportivos. La energía ha provocado que este año las piscinas sean una amenaza para el sector deportivo: tanto empresas, clubs como deportistas, profesionales o amateurs, han visto como el precio de tener que mantener el medio acuático en óptimas condiciones ponía en jaque la supervivencia de esas instalaciones.
A la mayoría de clubs y de empresas gestores de zonas de agua en España la crisis energética les cogió con la gran mayoría de deberes por hacer, en lo que respecta a optimización de costes y a eficiencia energética. Incluso los más precavidos, y que ya llevaban varios años apostando por implementar medidas para reducir su factura, han notado el impacto de una subida general de la que nadie se ha librado. Y, lo que es peor, es más que probable que los desmesurados precios de la energía tengan continuidad en 2023.
FALTÓ PREVISIÓN
“El sistema energético en Europa ha pasado de depender del gas barato ruso al gas natural licuado (GNL) que viene en barco de los Estados Unidos, y que es mucho más caro. Con lo cual, los precios son como la noche y el día”, expone el fundador de la consultoría energética Energy Tools, Jordi Rabat, que asesora a numerosos clubs de natación catalanes. El experto augura un invierno “muy duro, a nivel de precios, para aquellos centros que no hayan sido previsores”.
“En España no se hicieron los deberes en su día con las piscinas y ahora pagamos las consecuencias”, lamenta el técnico encargado general en el Patronato Deportivo Municipal de Gijón, Salvador Gómez. “Ha tenido que llegar una guerra que multiplique por dos o por tres los gastos energéticos para darnos cuenta de unas inversiones que teníamos que haber hecho mucho tiempo antes. Ahora estamos pagando las consecuencias de haber perdido el tiempo durante casi 40 años: teníamos una carga contaminante permanente que obligaba a gastar más agua y luz. Es un círculo vicioso”, lamenta.
El problema principal, incide Rabat, fue la falta de previsión energética de numerosas entidades deportivas, que no vieron en su momento la necesidad para optimizar al máximo unas instalaciones, las acuáticas, que siempre han sido grandes consumidoras de energía. “Es como los extintores. Uno no se da cuenta de la necesidad hasta que no se ve el problema”, reflexiona, a la vez que recalca el papel fundamental de la figura del asesor energético. Cada vez son más, de hecho, las consultoras que se acercan al sector deportivo para ofrecer servicios de planificación de compra de energía o bien la rehabilitación integral de espacios para mejorar su eficiencia energética.
“La escalada del precio del gas es tan elevada que las comercializadoras no pueden presentar productos a largo plazo porque no saben si los clientes a los que se lo ofrecerán podrán pagar la factura. Por otro lado, el 99% de los clubs deportivos van al día en lo que respecta a la compra de energía. No tienen una previsión de compra a dos o tres años vista porque no saben qué harán el próximo año”, lamenta Rabat.
“Antes de esta crisis había cierta conciencia de la importancia del ahorro energético, pero era algo que estaba ahí junto a otras cuestiones y no había tanta gestión sobre el impacto real y sobre la oportunidad de transformar los centros”, admite el director de Fit-Buildings, conglomerado de entidades que ofrecen rehabilitaciones integrales que buscan optimizar los gastos energéticos.
LOS CIERRES DE SUPERA
Este 2022 ha estado marcado por los anuncios de cierres de zonas acuáticas. En España, de momento, han sido anecdóticas las empresas o gestores que han decidido cerrar sus piscinas porque no podían soportar la subida de costes energéticos. El caso más destacado fue el de la cadena de gimnasios Centros Supera, que en marzo anunció el cierre de una veintena de piscinas en una docena de sus centros.
No hacerlo, aseguraron fuentes de la compañía a CMDsport, hubiera implicado un sobrecoste energético inasumible para las cuentas de la empresa. Decenas de millones de euros de más hubiera tenido que pagar la enseña gestionada por Sidecu de haber mantenido abiertas las piscinas y zonas de agua de las instalaciones más antiguas e ineficientes, desde el punto de vista energético, de su red.
A finales de abril, una vez se empezaron a contener los precios de la luz y del gas, Supera anunció que empezaría a reabrir la mayoría de piscinas que cerró por los costes energéticos. La compañía, eso sí, tuvo que buscar algunas soluciones extraordinarias para poder mantener su actividad de la forma más normalizada posible. De entrada, solicitó un préstamo de 15 millones de euros a Cofides.
Por otro lado, llegaron a un acuerdo con el Ayuntamiento de Valencia para seguir operando los centros deportivos municipales de Abastos y Ayora, cuyas concesiones llevan varios años caducadas. El consistorio valenciano asumirá los sobrecostes energéticos que se generen de la actividad normal del centro desde finales de este 2022. Las piscinas de estas dos instalaciones permanecieron cerradas cerca de cinco meses.
Menos suerte tuvieron con el CD Rías do Sur, instalación que han dejado de operar este año (les quedaban 14 años más de concesión) tras llegar a un acuerdo extrajudicial con la propietaria de la instalación, la Fundación Rías do Sur. La enseña se desvinculó de su gestión alegando unos “inasumibles costes energéticos”. Las zonas de agua de este centro han permanecido cerradas varios meses, lo que ha puesto en jaque la actividad de los clubs y deportistas que la utilizaban. El cierre de piscinas no solo afecta a la salud de los usuarios, sino también resulta un golpe para el deporte de competición. Son varias las entidades deportivas que han temido por su supervivencia si no se reabrían algunas zonas de agua clausuradas a lo largo de este año.
NO DESCARTAN MÁS CIERRES
El de Supera es el caso de cierres de zonas de agua más destacado, en volumen, que se ha vivido este año en España, aunque ni mucho menos es el único ni, probablemente, será el último. De hecho, en otros países europeos también se han replicado situaciones similares en los últimos meses. Una de las principales cadenas de centros deportivos de Francia, Vert Marine, anunció en septiembre el cierre temporal de 30 de las 90 piscinas municipales que explota por todo el país galo.
Su argumento fue el mismo que el de Supera: “Los desmesurados costes energéticos”. Esta empresa, incluso, llegó a poner cifras a su problema: de mantener abiertas todas sus piscinas, con esos elevados costes de luz y de gas, pasarían de pagar 15 a 100 millones de euros a lo largo de un año. “¿Cómo no vamos a peligrar si nos suben la factura energética 21 millones de euros este 2022?”, preguntaba la gerente de la Asociación de Entidades Deportivas y de Ocio de Navarra (Aedona), Leticia Acaz. Es un problema que afecta a instalaciones deportivas de todo el país.
“¿Si seguiremos viendo noticias de este tipo en los próximos meses? Sí, y en toda Europa. En España, gracias al tope del precio del gas, es donde sufrirán menos los efectos a corto plazo”, retoma el fundador de Energy Tools. Su pronóstico coincide con el del presidente de la Asociación Cántabra de Empresarios de la Salud y Ejercicio Físico (Acesef), Carmelo Barquín, quien augura que a partir de febrero “empezarán a caer centros deportivos por los costes energéticos”. Eso, puntualiza, siempre que el sector no reciba ayudas públicas. “La supervivencia de las entidades deportivas depende de las ayudas de las administraciones”, alerta.
Hasta la fecha son anecdóticas las administraciones que se han prestado a ofrecer ayudas económicas extraordinarias que sirvan para amortiguar en parte el enorme impacto que está teniendo esta crisis energética en el sector deportivo. La primera de ellas fue el Ayuntamiento de Barcelona, que en octubre anunció que abonará 5 de los 14 millones de euros que los centros deportivos municipales pagarán de sobrecoste energético este 2022.
Apenas un mes después, en noviembre, fue la Generalitat de Cataluña la que anunció el reparto de 10 millones de euros al sector deportivo en compensación por las medidas anticovid aplicadas en 2021, y que de facto sirve también como alivio en clave energética. El resto de comunidades siguen pidiendo a sus respectivos gobiernos soluciones para pagar unos gastos de luz y gas que se han llegado a triplicar con respecto a los que tenían en 2019.
¿HAY SOLUCIÓN?
La gran mayoría de clubs y empresas deportivas intentan evitar a toda costa cierres parciales de las zonas de agua, ya que entienden que se trata de una reducción del servicio que ofrecen que puede terminar jugando en su contra. No dar servicios de agua de forma temporal puede provocar la pérdida inmediata de centenares de abonados que son usuarios habituales de este tipo de instalaciones.
Así pues, ¿qué puede hacer el sector? Los expertos señalan en la misma línea: invertir en medidas que permitan reducir los consumos y costes energéticos. Son varias las entidades, como Gestiona o Adecaff, que han presentado a sus asociados extensas listas con medidas con las que pueden rebajar el gasto energético a corto y medio plazo. Con ellas pueden rebajar en parte la factura energética, aunque no eliminarán todo el problema. Los expertos coinciden en la imperiosa necesidad de actuar con acciones enfocadas al medio y, sobre todo, al largo plazo. Una tendencia se ha acelerado entre los clubs de natación de Cataluña, que han buscado soluciones de todo tipo para amortiguar los precios de la luz y del gas.
La más evidente, optar por la instalación de placas fotovoltaicas, recurso prácticamente unánime en la gran mayoría de centros. Pero se puede hacer mucho más: el CN Sant Andreu inició una derrama voluntaria para aquellos socios que quisieran ayudar a la entidad, el CN Terrassa busca ingresos extraordinarios, mientras que el CN Atlètic-Barceloneta ha empezado a usar una planta de biomasa.
Otros han ido un paso más allá: el CN Sabadell aspira a calentar el agua sin gas, mientras que el CN Barcelona aspira a ser el primer club de natación energéticamente autosificiente. Cualquier idea sirve si se trata de consumir menos. Sean de menor o mayor calado, los centros deportivos con piscinas no tienen otro remedio que actuar. Ya no se trata, solamente, de una cuestión medioambiental: está en juego el futuro del tejido deportivo español.
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