Deporte ignorado, obstruido y cesado

Que nadie se lleve a engaño: de esta no vamos a salir todos juntos. Igual que ya no están con nosotros algunos seres queridos, habrá gimnasios, tiendas, centros deportivos, clubes y empresas proveedoras que se quedarán por el camino.

El deporte, un ámbito que, según datos del propio Ministerio de Sanidad tenía un índice de incidencia sobre los brotes acumulados de COVID-19 a principios de octubre del 0,28% y del 0,41% a 22 de octubre, sigue siendo ignorado y, paradójica y simultáneamente, obstruido e, incluso, cesado.

Y ello pese a llevar ocho meses ya reiterando que el deporte es parte de la solución frente a esta pandemia, pese a que sus instalaciones aplican con creces los protocolos establecidos, pese a contar con instrumentos que permiten comprobar la trazabilidad de sus usuarios, pese a haber abierto alternativas para ofrecer sus servicios también al aire libre, pese a haber adaptado sus recursos a la omnicanalidad, pese a haber invertido muchisimo dinero en el nuevo escenario pautado, pese a haber demostrado que sus usuarios aceptan, asumen y siguen las nuevas pautas de comportamiento en los centros.

Y pese a todo ello, los estancos siguen siendo considerados ‘servicio esencial’, y los gimnasios, clubes, instalaciones deportivas y sus respectivos profesionales siguen reivindicando dicha condición mientras sus establecimientos siguen cerrados, o con restricciones que hacen muy, muy difícil su continuidad.

DISCURSO DEL MIEDO

Las administraciones y los medios de comunicación del sistema se han abonado al discurso del miedo y la desconfianza. No digo que el virus no sea peligroso, pues los datos globales de la pandemia son muy preocupantes. Sin embargo, llama la atención que, con los datos que se tienen, se sigan aplicando restricciones a cañonazos, como un elefante en una cacharrería, sin la precisión que los datos que aporta la digitalización (ese objetivo que ahora parece acabar de ‘descubrir’ el Gobierno a tenor de sus presupuestos para 2021) permitiría aplicar.

Tras ocho meses de vivir en estado COVID-19, que no en una “nueva normalidad” y sí en un estado prácticamente de excepción, poco parecen haber aprendido las administraciones de la primera ola. En esta segunda ola sigue predominando la política del parcheo de la primera.

‘PEDAGOGIA’

Los profesionales del sector llevan numerosas reuniones con las administraciones y organismos (incluso con la Casa Real), pero en función de lo obtenido hasta ahora, poco parece haber calado en el ánimo de quienes nos ‘gobiernan’ el mensaje (la “pedagogía” le llaman algunos) del deporte anónimo, del que no sale en los medios de comunicación del sistema pero que es el que realmente beneficia a la población.

Dice hoy el gerente de una reconocida cadena de gimnasios que “el mensaje del fitness no ha llegado a quien tenía que llegar”. Comparto la afirmación. La persecución que sigue sufriendo el deporte, a pesar de lo mucho que es ignorado, así lo atestigua. Y preocupa mucho que, pese a esos ocho meses de escenario de pandemia transcurridos ya, las administraciones constaten, con sus decisiones, que apenas han tomado realmente nota de las peculiaridades de cada sector y manifiesten tanta impericia en algo que todos los que trabajamos de verdad hemos aprendido: que esta es una situación excepcional, que cada sector tiene sus peculiaridades, y que debe haber estrategias diferenciadas para cada sector en virtud de la incidencia real que cada uno de ellos  tiene en la generación de brotes de contagio.

PENSAR EN POSITIVO

Llevamos ocho meses oyendo por los medios de comunicación del sistema hablar de salud a quienes ‘gobiernan’. Como reflejan con sus actuaciones, hablan mucho pero dicen muy poco en favor realmente de la salud. Ni sus palabras ni sus actitudes no son realmente proactivas para con ella. En sus mensajes a la población priorizan la enfermedad y el problema antes que la salud y la solución. Explícita o implícitamente, sus mensajes giran en torno a los lemas: el mundo es peligroso; quédate en casa; rehuye a la gente. Y los medios de comunicación del sistema se abonan a ese discurso alarmista y de desconfianza porque siempre ‘venden’ más (tienen más audiencia) los problemas que las soluciones.

Con esos mensajes se promueven el adocenamiento, el encierro físico, el sedentarismo, la soledad y la cerrazón mental, otros ‘virus’ que quienes nos ‘gobiernan’ parecen menospreciar pero que todos los expertos en salud coinciden en reconocer como males crecientes de nuestra sociedad actual.

MOVILIZACIONES

Para esta semana hay previstas movilizaciones del sector para divulgar una vez más que los gimnasios, centros deportivos, clubes y el deporte en general son salud, en primera instancia, y, en segunda, para reivindicar que el cierre de instalaciones no se prolongue una vez concluya el actual periodo en el que están clausuradas. Esas movilizaciones son fruto del hartazgo cada vez más intenso de sus integrantes. Lo prueba la segunda querella contra la Generalitat presentada ante el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya por seis organismos del sector

Esas movilizaciones necesitan de la mayor participación, no sólo de profesionales de este universo, sino también y muy especialmente de sus usuarios deportistas. Pese a las represalias y a la fatiga causada por las restricciones incesantes, el sector del deporte no puede perder vigor. Están en juego muchas empresas, entidades y profesionales que con su trabajo diario ayudan a la ciudadanía a estar más sana, a depender mucho menos de la sanidad pública y de las arcas del Estado, a pesar de que éste siga ignorándolos y obstruyéndolos o cesándolos y sin ser acreditar a este universo como servicio esencial.

A pesar de ello, entre los integrantes del ecosistema deportivo impera aquella idea que expuso en su día Michael Jordan: “si te encuentras con un muro, no te des la vuelta y te rindas. Averigua cómo escalarlo, atraviésalo o rodéalo. Ellos sí llevan en la sangre que “algo constructivo viene de cada derrota” (Tom Lardy).