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Presidenta de la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo

Isabel García (RFESS): “Hay más riesgo de morir ahogado que en un accidente de tráfico”

FOTOGRAFIA-Isabel Garcia Sanz_AUTORA-Laura Martin-RFESS

Isabel García Sanz es, desde 2004, la presidenta de la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo (RFESS). Foto: Laura Martín-RFESS.

(18-7-2022) 260 personas murieron en España, en 2021, debido a ahogamientos en espacios acuáticos. Por primera vez, desde 2015, se bajó de las 300 personas. En el primer semestre de 2022, antes de la época de mayor afluencia a playas y piscinas, se registraron 140 fallecimientos por el mismo motivo. Un problema derivado de la falta de formación y de la escasez de un colectivo de profesionales, los socorristas, que reivindica en una entrevista a CMDsport Isabel García Sanz, presidenta de la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo (RFESS).

En la RFESS llevan varios años denunciando que faltan socorristas. ¿Cuántos faltan?

Nadie lo ha cuantificado. La administración podría hacerlo si juntase los datos de todas las piscinas y playas que hay. Pero lo cierto es que no hay suficientes socorristas para cubrir toda la demanda que existe. El problema es que no hay una legislación que exija que en las playas haya servicios de socorrista. En la RFESS hace décadas que reclamamos una normativa estatal que unifique la formación, de forma que todos los profesionales que estén a pie de playa o de piscina tengan las mismas capacidades. Igual que ocurre con el carnet de conducir: te lo puedes sacar en muchos sitios, pero se hace un examen único, avalado por el Estado, que exige unos mínimos de formación. Es necesario que haya un registro nacional en el que todo el mundo sepa quién puede ejercer esta profesión y quién no. 

¿Esto no ocurre actualmente?

No. La falta de socorristas viene en gran medida por la legislación que se aplica, que es muy distinta en cada comunidad autónoma. En unas la exigencia es muy laxa, mientras que en otras incluso es muy exigente. Hay territorios que exigen una formación de un año y en otros puedes ejercer con una simple formación online por 20 euros, sin parte presencial. Se lo puede sacar cualquier persona sin necesidad de saber nadar. Si te regalan un curso, el retorno que tendrá esa persona y su exigencia laboral no será la misma que si pagas 5.000 euros por un curso de un año. Se ha desprestigiado mucho esta profesión porque se ha permitido entrar en el mercado a muchas empresas que se han olvidado de la calidad. Si bajas la formación, bajas la calidad del profesional y todo se devalúa. La profesión está muy dañada porque no hay ninguna política estatal que pida unos requisitos mínimos para ejercerla. Esta precariedad provoca que mucha gente no se plantee formarse para ser socorrista. Y los que se forman con una calidad y unas expectativas porque creen en esta profesión, es triste ver la situación en la que se encuentran. 

No es admisible que consideremos normal que en un fin de semana puedan morir seis u ocho personas ahogadas

¿Significa esto que la seguridad puede variar en función de la comunidad autónoma?

Las competencias están transferidas a las comunidades y por eso es un problema que no preocupa a nivel estatal. En algunas comunidades se han aprobado normativas que no solo no mejoran la calidad de los profesionales que ejercen de socorristas, sino que incluso perjudican a este sector. Es como si permites ir a 200 km/h en una comunidad y a 120 en otra. No tiene sentido tener 17 regulaciones distintas. Lo venimos denunciando desde la RFESS desde hace años y la administración hace caso omiso. En los últimos años morían ahogadas más de 300 personas en España. El Instituto Nacional de Estadística sacaba datos a dos o tres años vista y, por ello, en 2015 empezamos a elaborar el Informe Nacional de Ahogamientos, con datos reales actualizados al día, para denunciar este problema. Pero en las administraciones no hay intención de trabajar en este sector. Seguimos en precario, sin medios ni ayudas, porque hay otros temas, que no son vidas de personas, que les preocupan más. 

300 muertes al año que podrían evitarse. 

Son absolutamente evitables y no se está haciendo nada, en muchos casos, para evitarlas. Hay ciudades y comunidades que sí lo intentan, pero la concienciación tiene que ser a nivel nacional. Hemos estado mirando las estadísticas de tráfico (en 2021 murieron 1.004 personas en las carreteras españolas) y si comparamos el tiempo de exposición que tienes con el vehículo, que es diario y permanente, con el tiempo que pasa la gente en el medio acuático, que básicamente se concentra en verano, el riesgo de morir ahogado es muchísimo mayor que el de hacerlo en un accidente. Se invierte una gran cantidad de dinero en las campañas de sensibilización al volante, que está bien empleado, pero no se usan los mismos recursos para otros colectivos o situaciones en las que hay vidas en juego. ¿Hay que prevenir una muerte por accidente de tráfico pero no en un espacio acuático? A mi no me vale. La vida humana vale lo mismo con independencia del medio en el que se produzca. No es admisible que consideremos normal que en un fin de semana puedan morir seis u ocho personas ahogadas. 

Con un par de horas de formación sobre atragantamientos tendríamos socorristas potenciales en todas partes del mundo

¿Qué podría hacer la RFESS con más financiación?

No recibimos ninguna financiación estatal. La ayuda del CSD va íntegra a la selección española de alto nivel y las cuotas federativas se destinan a la actividad deportiva. Los ingresos que maneja la estructura federativa proceden de la formación en socorrismo que realizamos. Con más recursos podríamos hacer campañas más potentes, por ejemplo. Ya trabajamos con la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) para trasladar a todos los municipios esa formación básica, que es fundamental. Y no solo del medio acuático: cada año hay miles de muertes por atragantamientos que se podrían evitar con una simple formación de un par de horas que toda la ciudadanía debería conocer. De esta forma tendríamos socorristas potenciales en todas partes del mundo, ya que la intervención que se realice antes de que llegue la ambulancia puede salvar muchas vidas. 

El convenio colectivo de las instalaciones deportivas lleva denunciado desde 2019. ¿El de los socorristas está más actualizado?  

Está totalmente desactualizado. Y genera muchos problemas el hecho que hay convenios nacionales de hace muchos años y las empresas no saben cuál aplicar. Hay un caos importante en este sentido. Incluso queriendo hacerlo bien, es posible que las empresas no ajusten los contratos de acuerdo con la legislación. Hay muchos que funcionan de manera simultánea y que están derogados o que no se han renovado. Y esto complica la contratación y, posteriormente, los pliegos de condiciones de los ayuntamientos. Muchas empresas hacen bajas temerarias y la administración lo permite. Deberían controlar que se cumplieran los pliegos, controlar cuánto se paga a los profesionales y cuántos hacen falta. 

Una empresa valenciana, Zonyx, se plantea digitalizar las piscinas y las playas con un dispositivo, Nagi Smartpool, que alerta a los socorristas en caso de ahogamiento. ¿Se plantean incorporar tecnologías parecidas a modo de prevención?

Por supuesto. Hay empresas tecnológicas punteras que ya trabajan en esta línea y colaboramos con algunas de ellas como AirCore, que dará formaciones específicas de drones que pueden ayudar mucho a prevenir ahogamientos. En los congresos de prevención de ahogamientos que celebramos cada dos años la tecnología es una parte cada vez más fundamental, ya que todos los avances se hacen en este ámbito. Todo es bienvenido, aunque antes de aplicarlo hay que testarlo y verificarlo. La exigencia de nuestro comité de asesores es extrema. No avalaremos ningún dispositivo que no podamos controlar en situaciones extremas. Queda un camino muy amplio por recorrer en este campo, que es muy necesario. Habría más empresas apostando por ello si hubiera una legislación nacional que obligase que todas las playas tuviesen determinados dispositivos para garantizar la seguridad del espacio. Si se aplica en todas partes, como el cinturón o el airbag de un coche, será rentable. 


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