(29-6-2017). El experto en el trabajo en equipo y artífice de la primera medalla de oro del baloncesto español en el Europeo femenino de 1993, explica cuáles son las claves del trabajo en equipo para cualquier empresa.
Tras más de 30 años dedicados al mundo del deporte, y en concreto al baloncesto, tanto como entrenador como gestor, Manuel Coloma se dedica desde hace 10 años a la formación empresarial en gestión de equipos de alto rendimiento, motivación y trabajo en equipo. Además, utiliza el baloncesto como método de inclusión en colectivos con riesgo de exclusión social.
Aprovechando una formación que daba con la consultora Mas, le hemos entrevistado para que cuente, brevemente, cuáles son los pilares del trabajo en equipo que cualquier gestor debería tener en cuenta.
Al grano: ¿cuáles son los pilares para un buen trabajo en equipo?
Hay tres pilares básicos sin los cuales es imposible pensar en un equipo. El primero es tener un objetivo común, verdaderamente ambicioso, que justifique por qué un grupo de personas se junta para conseguirlo.
El segundo es la generosidad. Hay que compartir ese objetivo, así como los conocimientos, además de ser capaz de ceder. Y finalmente, hay que diseñar un método que permita desarrollar el talento de las personas al máximo y establecer sinergias.
Los tres pilares del trabajo en equipo son: tener un objetivo común, un método y la generosidad
¿Cuáles son los errores más comunes que impiden un buen trabajo en equipo?
En este caso hay dos. En primer lugar, que no todo el mundo tenga claro el objetivo que se persigue porque se confunde con el objetivo individual o porque simplemente se desconoce. De la mano de este viene el segundo: la ausencia o una mala comunicación provocan un cortocircuito que impiden que el equipo funcione.
¿Qué hay que hacer en estos casos o para evitarlos?
Hay que poner unas reglas de comunicación muy claras, con las que todo el mundo entienda que debe participar y es corresponsable en aportar soluciones y tomar decisiones.
Cuando hay problemas, la mayoría los atribuye a un nivel de comunicación inadecuado, por tanto… lo que hay que hacer es mantener a todo el equipo informado, siempre, de lo que está haciendo cada uno y la empresa.
También es importante tener presente que un equipo no es algo hereditario. Si montas un buen equipo que funciona para un proyecto, no significa que cuando empiece el siguiente ya esté todo hecho. Hay que empezar de cero para cada proyecto.
Los “limones” pueden hacer un gran trabajo, pero hay que ponerlos en el sitio adecuado
Explíquenos el concepto “limón”.
Hablamos de un limón cuando una persona no tiene demasiado interés en la parte global. Es decir, que no se involucra en el equipo para mejorar y su relación con la empresa se limita a cumplir con lo que dice su contrato. También se pueden llamar ‘especialistas’.
En realidad son gente que hace bien su tarea, brazos que contratas para ayudar al equipo, pero que si hubiera un robot que hiciera lo mismo te daría el mismo resultado, porque no se va a comprometer con el objetivo global.
Resumiendo: pueden hacer un gran trabajo, pero hay que ponerlos en el sitio adecuado y evitar que contaminen al resto de la misma actitud.
¿Qué se puede aprender del baloncesto para el trabajo en equipo?
Tanto del baloncesto como de los juegos en general, lo primero que se puede aprender es que hay un objetivo claro: el resultado. Se juega por el resultado y cualquier cosa que se haga va orientada a conseguir ese resultado de todo el equipo. Eso, en según qué empresas, no queda claro.
El segundo es que es imposible conseguir ese objetivo -o resultado- si no hay un buen clima de trabajo, una buena relación entre los componentes y una motivación. A veces, al llegar a una empresa detectas hasta siete equipos distintos. Así no se puede luchar por un objetivo.
Tendemos a pensar que con inteligencia es suficiente y así es, pero con un matiz: tiene que ser colectiva, fruto de la interacción
¿Qué retos depara el futuro?
Hay que seguir haciendo las cosas como siempre se han hecho en los equipos que quieren funcionar, pero el reto es cada vez más difícil a causa de una educación cada vez más individualizada y unos jóvenes que vienen de familias en las que cada vez son menos gente.
En otras palabras, reciben una educación muy personalizada y están mejor entrenadas individualmente en capacidades, pero tienen una mayor dificultad de relación y así no se acaba nunca de construir un equipo. Los humanos tendemos a pensar que con inteligencia es suficiente y así es, pero con un matiz: tiene que ser colectiva, fruto de la interacción.
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