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Cómo cambia nuestro cerebro al practicar Yoga

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(8-1-2016). Un estudio de la Facultad de Medicina de Harvard ha comprobado cómo el cerebro se transforma en las personas que practican Yoga. Los resultados muestran que practicarlo no solo reduce el estrés sino que cambia, literalmente, el cerebro.

Un equipo de investigadores de la Facultad de Medicina de Harvard y del Hospital General de Massachussetts, dirigido por la neurocientífica Sara Lazar, ha realizado un estudio sobre los beneficios de la práctica del Yoga. Los resultados muestran que meditar y practicar Yoga no solo reduce el estrés o relaja, sino que cambia, literalmente, tu cerebro.

Los investigadores analizaron las capacidades cerebrales de un grupo de personas que meditaba con asiduidad desde hacía un par de décadas y observaron condiciones mejores que las del resto. El estudio recogió datos sobre estas personas, que tenían más materia gris en la corteza sensorial y que se ha relacionado con la capacidad de practicar la meditación y de tomar contacto con los sentidos. Según el equipo de investigación, al practicar Yoga tienes que estar pendiente de los sentidos, los sonidos, del momento presente, por lo que tratas de parar tus funciones cognitivas por unos instantes. Además, observaron que estas personas tienen más materia gris en el córtex central, asociado a la memoria del trabajo y a la ejecución de decisiones.

Los cambios

Para comprobar que estas características no eran casuales, organizaron un grupo de personas que nunca antes había meditado y les pidieron que hicieran alguna actividad relacionada con el ‘mindfullness’ (meditar, Yoga…) durante ocho semanas.

Tras este periodo comprobaron que sus cerebros habían cambiado. Estos son algunos cambios neurológicos:

  • El grosor de la corteza cingulada, parte del sistema límbico, había aumentado. Esta parte del cerebro es responsable de la mayoría de los sentimientos, desde la emoción hasta la atención, el aprendizaje, la memoria y la percepción del dolor tanto físico como emocional.
  • El hipocampo izquierdo, imprescindible en el aprendizaje, las capacidades cognitivas, la memoria y la regulación de las emociones, también había aumentado de grosor.
  • También aumentó de la unión temporoparietal, asociada a las relaciones sociales, toma de perspectiva, la empatía y la compasión.
  • La amígdala, en parte responsable en general de la ansiedad, el miedo y el estrés, se redujo. La reducción de los niveles de estrés se relaciona con los cambios en la amígdala.
  • Más información en https://www.nmr.mgh.harvard.edu/~lazar/

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