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El ejercicio físico intenso proporciona un corazón más esponjoso

El ejercicio físico intenso proporciona un corazón más esponjoso

Los deportistas presentan una adaptación de su corazón al entrenamiento. Imagen: Katemangostar.

(10-12-2021). Investigadores del CNIC demuestran que el ejercicio físico vigoroso se asocia a una ‘descompactación’ del corazón, que adopta una morfología esponjosa. Los participantes que realizaron una actividad física intensa conseguían cambios conocidos como ‘corazón de atleta’.

La práctica de ejercicio, intenso o moderado, es una de las recomendaciones de salud aceptadas por todos los expertos. Sin embargo, el entrenamiento de alta intensidad puede desencadenar una serie de cambios fisiológicos en el organismo, incluyendo el corazón.

Por ejemplo, se sabe que los deportistas presentan una adaptación de su corazón al entrenamiento que, entre otros fenómenos, puede incluir un aumento de las trabéculas en su interior (hipertrabeculación), que es benigna pero que puede confundirse con una patología genética hereditaria, la miocardiopatía no compactada, que puede causar muerte súbita.

Ahora, investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y miembros del CIBER de Enfermedades Cardiovasculares del Instituto de Salud Carlos III gracias al empleo de las técnicas de resonancia magnética cardiaca han podido cuantificar este fenómeno en una población general (no profesionales del deporte).

Esta es una información que tiene unas implicaciones prácticas muy importantes, puesto que “el sobre diagnóstico de la miocardiopatía no compactada, la patología maligna, en los deportistas (de élite o amateurs) puede llevar a la decisión de recomendar la interrupción de la actividad física en algunos casos en los que no sería necesario”, explica el Dr. Valentín Fuster, Director General del CNIC.

700 deportistas

El estudio forma parte del proyecto colaborativo PESA-CNIC-Santander, cuyo investigador principal es el Dr. Valentín Fuster, que se inició en 2010 y que recientemente se ha renovado hasta 2030, y que constituye uno de los estudios de prevención cardiovascular más importantes del mundo.

El grupo de 700 sujetos incluidos en el trabajo seguirá siendo evaluado durante este periodo, lo que permitirá estudiar en detalle y comprender la evolución, reversibilidad e implicación clínica de esta adaptación del corazón al ejercicio intenso.

El cardiólogo José de la Chica, primer autor del artículo, afirma que “es fundamental poder diferenciar entre la condición maligna y la adaptación fisiológica (benigna) para, por un lado, prevenir una mala evolución en el caso de la primera y, por otro, evitar que jóvenes sanos tengan que dejar de realizar deporte”.

Lo primero que se observó es que el músculo cardiaco de los participantes, que de forma persistente realizaron una actividad física vigorosa a lo largo de este periodo de tiempo, se adaptaba al ejercicio aumentando su volumen y su masa muscular. “Estos cambios son conocidos como ‘corazón de atleta’, y se consideran fisiológicos”, explica García-Lunar. Un hallazgo más novedoso fue que una tercera parte de los individuos (hombres y mujeres) con un nivel elevado de actividad física vigorosa habitual cumplía además los criterios diagnósticos de miocardiopatía no compactada, pero, obviamente, no estaban enfermos.


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