(26-1-2024). Antonio Valenzuela, fisioterapeuta y especialista en Psiconeuroinmunología, nos explica qué son las mitocondrias, cómo nos afectan en nuestra energía, cómo activarlas y cuidarlas, y su relación con el deporte y el ejercicio físico.
Antonio Valenzuela es autor de varios libros, entre ellos el más reciente ‘Activa tus mitocondrias’. Además, es fisioterapeuta, máster en Psiconeuroinmunología y experto en terapia ortomolecular.
Este experto define las mitocondrias como “unos seres increíbles, encargados de producir la energía necesaria para la vida y de almacenarla en unas moléculas conocidas como ATP (Adenosin Trifosfato), para que pueda ser usada por nuestras células”.
Ante esta definición, aclara que “cuando digo que son ‘seres’, no lo hago en un alarde poético. Las mitocondrias se comportan como pequeños seres independientes que nos aportan la energía para la vida, tienen su propio ADN mitocondrial, son capaces de crecer, de fortalecerse y de reproducirse. Incluso las mitocondrias pueden viajar de una célula a otra”.
Energía y deporte
Asimismo, “las mitocondrias son las centrales energéticas de nuestras células. Sin ellas no podríamos producir la cantidad de energía compatible con la salud”.
La primera manifestación de que nuestras mitocondrias no están al 100% es la sensación de cansancio sin motivo aparente. Además, al ser las responsables del metabolismo energético, convierten los alimentos en energía, por lo que, si nuestras queridas amigas no funcionan como debieran, nuestro metabolismo se ralentizará’, detalla el especialista.
“Una buena capacidad mitocondrial”, añade, “es el santo grial del rendimiento deportivo. Son las responsables del desempeño aeróbico pero también se encargan de reciclar el lactato producido durante los esfuerzos anaeróbicos”.
Si queremos aumentar el rendimiento deportivo, sin duda alguna, debemos apuntar a optimizar la función mitocondrial.
Cómo activarlas y cuidarlas
Valenzuela afirma que “los alimentos son el combustible de las mitocondrias, por lo que a mayor calidad de nuestra dieta, mejor será su función”.
Una alimentación óptima para nuestras mitocondrias debería priorizar las verduras de hoja verde (ricas en magnesio), las grasas saludables presentes en los huevos, el pescado azul, el aceite de oliva, frutos secos o el aguacate y las frutas ricas en antioxidantes como la granada y los frutos rojos (pueden ser congelados), prosigue.
Sin embargo, una alimentación basada en ultraprocesados ricos en azúcar y grasas de mala calidad es un veneno para nuestras mitocondrias.
Mitocondrias y ejercicio físico
Antonio Valenzuela asegura que, sin duda alguna, “el ejercicio físico es la intervención estrella para mejorar la salud de nuestras mitocondrias. El movimiento, en todas sus manifestaciones posibles, es la mejor medicina mitocondrial”.
Las mitocondrias, al necesitar oxígeno para convertir los nutrientes en energía, se benefician sobre todo del ejercicio aeróbico. Pero tanto el ejercicio de fuerza como el interválico de alta intensidad (HIIT) potencian sus efectos. ¡Nuestras mitocondrias agradecerán enormemente cualquier tipo de actividad física!
Respecto al descanso, “nuestras mitocondrias nos aportan energía de manera constante pero ellas también necesitan descansar de este arduo trabajo. Durante el sueño, se reparan y regeneran, por lo que privarlas de él, es condenarlas a la disfunción”.
Para concluir, Antonio Valenzuela recomienda que, “además de una alimentación saludable, ejercicio físico regular y descanso adecuado, sigamos otros hábitos saludables como tomar el sol, el ayuno intermitente, la exposición al frío y la sauna ya que son potentes activadores mitocondriales. Recuerda que más y mejores mitocondrias es sinónimo de más y mejor salud”.
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