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NIEVE

A causa de una serie de errores

Los problemas del 'matrimonio' Quiksilver-Rossignol

(27-2-2008). A pesar de que en 2005, todo el mundo se alegró de que Quiksilver comprara Rossignol, tres años después la situación es muy diferente. En primer lugar los americanos no fueron conscientes de la crisis por la que atravesaba el sector de los deportes de invierno. Las ventas mundiales de esquís y de snowboards han pasado de 6,1 millones de unidades en 1994 a 4,4 millones, hoy. En invierno cada vez más consumidores prefieren las playas a las pistas, destino más económico y con buen tiempo asegurado. Además, el 53% de los esquiadores franceses alquilan el material en vez de comprarlo y lo mismo está empezando a pasar tanto en Austria como en Suiza y en Italia. Este fenómeno, según los expertos, es nefasto para las marcas ya que cada par vendido para ser alquilado representa la pérdida de tres o cuatro ventas. Si ha esto le añadimos la meteorología adversa del invierno pasado, la situación no es muy optimista.

Pero el matrimonio entre Quiksilver y Rossignol tiene otros problemas. El número 2 de la marca americana, Bernard Mariette (que, por cierto, abandonó Quiksilver hace quince días), no ha conseguido sinergias entre las dos empresas cuyas culturas y filosofías son muy distintas. El mayor escollo ha sido que los dirigentes de Quiksilver “sólo piensan en el dinero y la rentabilidad mientras que Rossignol siempre se ha preocupado por la calidad” ha declarado uno de los empleados franceses.

Mariette cometió, también, otros errores, en relación a la reestructuración de la marca francesa. Para reducir costes, cerró una de las fábricas de Rossignol y repartió la producción entre las dos restantes, por tipo de producto. Mientras que Francia fue designada para la producción de los esquís de fibra, las instalaciones de la unidad fabril española en Artés debían fabricar los modelos de madera aunque en la práctica, la fábrica española tuvo que producir también modelos de fibra para cubrir la demanda, sin éxito “a causa de sus desconocimiento para tratar dicho material” según un delegado sindical francés.

Nueva logística
A todos estos inconvenientes hay que añadir el tiempo necesario para lanzar nuevos productos, que se ha incrementado notablemente debido a la nueva logística implantada, y que ha provocado que ni Rossignol ni Dynastar hayan podido presentar todas sus novedades ni en la última Ispo ni en Meribel donde los compradores de Decathlon, Sport 2000 o Intersport estudian las nuevas propuestas antes de pasar sus pedidos.

Fracaso textil
Por último mencionar el fracaso de la colección textil de Rossignol en la que Mariette había puesto muchas esperanzas ya que preveía que las ventas se triplicarían en un plazo de cuatro años. Queriendo transformar Rossignol en una marca cool, Quiksilver ha decepcionado a los consumidores habituales de la marca gala que buscan su aspecto técnico. Los montañeros exigen que las chaquetas tengan un sinfín de bolsillos para guardar todo tipo de cosas pero los nuevos diseñadores han suprimido muchas de ellas y han usado cremalleras para cerrar los bolsillos existentes pero utilizando modelos que se abren de arriba a bajo, solución muy poco práctica.

La colección textil de Rossignol tampoco ha seducido a los adolescentes ni a las mujeres ya que su logotipo aplicado en una camiseta o en una prenda de esquí, no es un argumento de venta a menos que se invierta mucho dinero en marketing para afianzar la marca.

Desgraciadamente Quiksilver no tiene dinero para inversiones a menos que consiga, como apuntan los rumores, a vender la división de material duro de Rossignol.


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