(4-7-2018). El patinista del Club Natación Badalona, Ignasi Sagristá se ha convertido, casi sin querer, en otro de los ‘vacas sagradas’ de la entidad. El patrón del Akal es el primer navegante de la historia documentada de la clase que cubre una distancia de más de 450 millas náuticas en 22 días de navegación en patín a vela.
Ignasi Sagristá, que navega por el Club Natación Badalona, es el patinista que ha cubierto en menos días una mayor distancia en patín a vela en la historia documentada de nuestra clase. El patrón del Akal ha invertido veintidós días en cubrir la distancia entre el Club Pati Vela Barcelona y el puerto de Almería. En línea recta son 644,89 kilómetros; por carretera son 785 kilómetros, pero los datos aportados por el navegante indican que para cubrir por mar la distancia entre los dos extremos ha navegado un total de 836 kilómetros. Según precisa, “desde el día 5 de junio hasta el 29 de junio navegué cada día excepto en tres jornadas que opté por quedarme en tierra. Los días que navegué (22) hice una media de unos 38 kilómetros diarios. De esos datos se derivarían los 836 kilómetros navegados”.
Pasando a millas náuticas esos kilometros señalado por Sagristá, se desprendería que la distancia media diaria navegada ascendió a 20,5 millas, y que los 836 kilómetros navegados en total ascenderían a unas 451 millas náuticas.
La singladura no es poca cosa. Esa distancia es bastante más larga que ir y volver navegando de Barcelona a Palma de Mallorca (unas 260 millas náuticas en línea recta).
No he hecho ninguna cosa excepcional
Ignasi Sagristá, sin embargo, asegura que “no he hecho ninguna cosa excepcional”. Según añade: “he tenido la suerte de tener tiempo para poder dedicarlo a hacer esta travesía y la verdad es que la experiencia ha sido muy gratificante. Lo recomiendo”.
Pero no todo habrá sido ‘coser y cantar’…
(Sonríe). No. Pero estoy contento porque he tenido unas condiciones muy buenas, excepto el día que, por lluvia, decidí pasar la jornada entera en Sitges. Luego, el día 13 de junio, tuve un fuerte viento de tierra que me hizo trabajar bastante pero llegué sin problemas a Benicassim. El resto de jornadas he tenido vientos cómodos.
¿Cuánto navegabas diariamente?
El día que hice el tramo más rápido estuve unas tres horas (fue el que llegué a Benicassim) y el día que tuve un periplo más largo estuve entre seis y siete horas. Podría decirse que la media diaria de navegación de los días que navegué se situaría en torno a las cinco horas.
Cuando te embarcas en una travesía de este tipo debes tener en cuenta que estás a expensas de la incertidumbre
Igual los momentos más duros no han sido precisamente los del mar…
Bueno, cuando te embarcas en una travesía de este tipo debes tener en cuenta que estás a expensas de la incertidumbre. Sabes cuando sales, te propones un destino pero, a veces, sucede que el viento te guarda sorpresas como ciertas encalmadas. Esas encalmadas reconozco que fueron pesadas pero era lo que había. Cuando navegas o haces una travesía eso forma parte de la historia y debes aprender a adaptarte.
Como tuviste que adaptarte aquella noche que dormiste en la tienda que llevabas pero, con la lluvia amaneciste ‘inundado’…
(Ríe). Sí, recuerdo que hablamos de eso en la entrevista que viniste a hacerme en Benicassim. Pero, como te comenté, tras el enojo que me cogió al levantarme, cuando volví al mar y navegué por el Delta del Ebro, entre infinidad de aves, se me pasó toda la mala sangre que me había provocado la lluvia la noche anterior.
Supongo que el reencuentro con la cama de tu casa debe haber sido ‘memorable’…
Y tanto. Dormir en la tienda o a la intemperie te deja bastante roto y eso que llevaba una esterilla inflable, pero donde esté una cama… Por eso decidí que intentaría que,,tras dos noches de dormir en la playa, dormiría en un hostal o albergue. La arena, para dormir, es muy incómoda y no facilita un sueño reparador.
También a eso debiste adaptarte…
Claro. Y reconozco que durante la primera semana de travesía me costó bastante. Y no sólo por lo de la cama. De todos modos, luego le fui cogiendo el ‘truquillo’ y empecé a disfrutar de todo lo que iba surgiendo.
En cierto modo, navegando de Cataluña a Andalucía, pasando por Valencia, he ‘enlazado’ las tres principales zonas patinistas del país
Cuando partiste de Barcelona te proponías llegar a Denia y cruzar hasta Ibiza. Luego cambiaste el reto por llegar hasta el Cabo de Gata. Y, en cambio, una vez lo superaste, seguiste rumbo al sur. ¿Donde te habías propuesto llegar finalmente?
La verdad es que cuando supere el Cabo de Gata, me fije el objetivo de llegar hasta Cádiz. Me habían dicho que allí hay muchos patines. Pensé que si llegaba hasta allí, la travesía habría enlazado las principales zonas patinistas de España: Cataluña, Valencia y Andalucía. En cierto modo llegando hasta Almería lo hice. Aunque, una vez llegado a Almería, concretamente diez kilómetros más al sur, en la Playa de la Garrofa, vi que el parte se ponía feo y que, seguramente, debería esperar en tierra a que pasasen los fuertes vientos anunciados (30 nudos). Entonces me di cuenta que ‘apuraba’ demasiado el tiempo, que si lo estiraba tanto, me encontraría regresando al trabajo al día siguiente de la concluir la travesía. Y viendo que el cambio sería muy brusco y precipitado decidí dar por acabada la travesía en el puerto de Almería.
Una experiencia de este tipo te desconecta del mundo y de su rutina; te renueva
¿Qué has aprendido de esta travesía?
Lo que antes comentaba de la necesidad de adaptarse a lo que te vas encontrando. Vivimos en un mundo muy ‘organizado’, en el que pretendemos evitar siempre los imprevistos. Y la incertidumbre en la que te mueves en una travesía de este tipo te hace saborear lo esencial de la vida. Redescubres el valor de las cuestiones básicas cómo el comer y el descansar y te descubres saboreando el presente, la esencia del viento, del sol, de las playas, de estar contigo mismo, de la gente que se cruza en tu camino y te ofrece su compañía y hasta su casa, como hicieron la gente de la asociación Valencia Pati Vela. Una experiencia de este tipo te desconecta del mundo y de su rutina, te renueva y te recarga las pilas.
Por lo que dices, apenas te sentiste solo.
(Sonríe). De este tema recuerdo que hablamos en Benicassim. No, no me sentido solo. Aunque ya estoy acostumbrado a viajar solo, quería ver qué sucedía en una travesía más larga que las que había hecho anteriormente. Y, la verdad, es que en esta ocasión navegar en solitario durante tantos días ha sido una experiencia enriquecedora y… Y prefiero no decirte más sobre este tema porque lo que te cuento tendrá eco, quiero decir que esta no es una conversación ‘solo entre tu y yo’, sino que tiene más ‘testigos’ y hay cosas que prefiero dejarlas en un nivel menos público.
Si vuelvo a hacer otra travesía sólo me llevaré lo indispensable
¿Cambiarías algo de la travesía?
No. Bueno, sí: no dejarme en el patín el compás que me prestó Ferran Gubern y que, precisamente, al día siguiente de la entrevista de Benicassim, descubrí que había ‘volado’. Me supo fatal!
También que no es necesario llevar tantas cosas encima. La comida, por ejemplo, se puede ir comprando a medida que la necesitas. Si vuelvo a hacer otra travesía sólo me llevaré lo indispensable.
La pala-timón supongo que será uno de esos ‘indispensables’.
Si, pero no será de madera. Seguramente será de aluminio. Pesará menos y confío que tenga mayor resistencia. La verdad es que esa pala-timón va de maravilla con vientos portantes.
Me he quedado con las ganas de hacer una travesía más larga
Tras tantos días sobre el patín igual te has hartado de él.
En absoluto! La verdad es que me he quedado con las ganas de hacer una travesía más larga. La dinámica de la libertad y de descubrir lugares nuevos me mola mucho.
¿Una travesía más larga?
Sí, de unos cuantos meses. No se, dar la vuelta al Mediterráneo, ir a recorrer la costa norte de dicho mar hasta Turquía… La verdad es que cuando dejé el barco en el puerto de Almería y en el viaje de regreso a casa, en el tren, constaté que me había quedado con ganas. Supongo que será cuestión de escucharme y ver qué me llega a la cabeza.
Dejo a Ignasi Sagristá recuperándose en su casa, “haciendo lavadoras, llenando la nevera”, reordenándose los armarios de su casa y ultimando el viaje en un coche alquilado y con un remolque prestado para ir a recoger a su patín Akal a Almería mañana jueves, o el viernes a más tardar.
El próximo lunes, 9 de julio, inicia otra travesía: la de reincorrporarse a su trabajo como médico de curas paliativas, un trabajo que, según me explicó en la entrevista que tuvimos en Benicassim, le llena mucho porque “acompañar a alguien en su camino hacia la muerte es un honor y un privilegio”.
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