(20-2-2019). En la última Media Maratón de Barcelona, fueron muchas las voces que se alzaron para denunciar una práctica que, lamentablemente, es más común de lo que sería deseable en las carreras populares; la falsificación de dorsales. Reflexionamos junto a Juanan Fernández de Running Solutions sobre el daño que esta práctica fraudulenta provoca en este deporte.
La Media Maratón de Barcelona ha sido el último caso. Otro de tantos. Lamentablemente, son muchos los casos de falsificación de dorsales que podemos ver cada fin de semana en las carreras que se organizan a lo largo del territorio español. Se fotocopia un dorsal, se cambia el número y después se corre con las mismas garantías que si se hubiera pagado por el mismo. Así de fácil. Y sencillo. Pero detrás de esta práctica fraudulenta se esconden una serie de motivos y falta de respeto que deberían hacer reflexionar a los infractores y a los tentados de seguir este camino.
Hace ya más de 4 años, Juanan Fernández, creador de Running Solutions y organizador de carreras, ya reflexionó sobre los peligros de esta práctica. A pesar del tiempo transcurrido, sus reflexiones siguen siendo de primerísima actualidad.
Uno de los argumentos –por decirlo de alguna manera, porque no se puede justificar bajo ningún precepto correr sin un dorsal- que pueden tener este tipo de corredores fraudulentos es que el precio de las carreras en España es caro. Juanan Fernández deja claro que “esto es falso”. En primer lugar, porque “correr es gratis”. Puedes hacerlo “en cualquier sitio que quieras sin necesidad de rascarte el bolsillo”. Y, segundo, “cuando decides ponerte un dorsal, correr también es barato, contrariamente a lo que piensan este tipo de personas con su argumento de que no pienso pagar para que en empresario se gane el dinero gracias a mí”. “Como si querer ganar dinero no fuera lícito”, argumenta Fernández con cierta indignación.
Hay pocas carreras que sean rentables y la gran mayoría son fruto del romanticismo y de las ganas por hacer crecer este tipo de deportes
¿Por qué tengo que pagar si puedo correr gratis?
Ahora mismo, a lo largo de un año, pueden celebrarse más 10.000 pruebas deportivas dentro del territorio español, sumando carreras de running, trail running, mountain bike, ciclismo y triatlón. Haciendo una media, hay alrededor de 175 carreras cada fin de semana, tal y como nos relata Fernández. “Como negocio, ante tanta competencia, la rentabilidad es muy compleja, a no ser que hablemos de grandes empresas que organizan otro tipo de eventos y pueden destinar más recursos a las carreras”. El promotor deportivo deja claro que “hay pocas carreras que sean rentables y la gran mayoría son fruto del romanticismo y de las ganas por hacer crecer este tipo de deportes”. Y organizar una prueba de estas características no es nada fácil: gestión de permisos, gestión y coordinación de voluntarios, marcaje de recorrido, etc. Se trata de una amalgama de aspectos a tener en cuenta “para que todo salga bien en pro de la comunidad de corredores que han decidido gastarse su dinero en una competición concreta”.
Y Juanan expone su ejemplo personal. “El día de una carrera, me levanto a las 5 de la mañana, montamos el arco, las vallas, me preocupo que esté todo bien, tengo la responsabilidad sobre la seguridad y sobre la salud de la gente que viene a la prueba”. Y empieza la carrera, con los consiguientes cortes de tráfico, avituallamientos, seguimiento de carrera y cierra de la misma al cabo de unas horas, en función de la distancia de la misma. “Y una vez ha terminado todo –prosigue- me quedo a recoger y dejarlo todo de forma impecable”. En este sentido, “no puedo entender a una persona que cree que puede correr gratis y no pasa nada”. Una persona que “se ha levantado a las 8 de la mañana, se va tranquilamente a correr, caliente, deja las cosas en el guardarropa y corre sin pagar, se aprovecha de los avituallamientos, recoge la medalla de finisher y se va a su casa tan tranquilo”. Porque no ha querido pagar los 18, 20 ó 25 euros que costaba la prueba.
El Maratón de NYC es un caso extremo
Algunos reducen la ecuación a multiplicar esta cifra por el número de corredores de la carrera y “piensan que el organizador se lleva una pasta”. Sin embargo, se olvidan de todo lo que hay detrás (gestión de permisos acciones administrativas previas a la carrera, gestiones en el ayuntamiento, tasas municipales de ocupación y publicidad, además de la gestión hacia los corredores, el speaker, la instalación acústica, las bebidas, las cintas, el coste del regalo al corredor, etc.), según nos relata. Y nos da a conocer una cifra de la rentabilidad económica. Por una carrera en la que se recaudan 43.000 euros por el coste de las inscripciones, “el organizador puede ganar, como mucho, 5.000 euros”. Organizar una carrera no tiene nada que ver con el producto comercial de la Maratón de Nueva York, que es un caso totalmente extremo (sólo la inscripción tiene un coste de casi 400 dólares; y el acceso al punto de salida está tan regulado que es imposible correr sin dorsal o bien correr con el número de otra persona). “Con todo lo relatado anteriormente, creo que una carrera por la cual un runner desembolsa 25 euros me parece barata, muy barata”.
Los que corren sin dorsal o con uno falso no son conscientes de las consecuencias que ello puede llegar a tener
Lo que al principio era sólo una excepción, parece que se ha convertido en práctica habitual para un pequeño grupo de corredores que se creen más listos que nadie y participan en carreras sin necesidad de pagar los derechos de inscripción. Y no es sólo esto, sino que además de no pagar por un dorsal, se benefician de todos los servicios que les reportaría si se hubieran rascado el bolsillo (avituallamientos, guardarropa, medalla de finisher, etc.). El ideólogo de Running Solutions, Juan Fernández, se lamenta que esta práctica de la que ya alertó casi hace un lustro no se haya erradicado, sino todo lo contrario “incluso ha ido a más y por parte de un sector de los corredores, por suerte pequeño, se ha convertido en práctica habitual”. “No deja de sorprenderme este fenómeno de correr sin dorsal o con un dorsal falso, ya que los que toman este camino no son conscientes de las consecuencias que ello puede llegar a tener”.
4 corredores tuvieron que pagar el coste del servicio médico en la Bilbao Night Marathon
Juanan Fernández nos pone un ejemplo que vivió en primera persona. Os ponemos en situación. Bilbao Night Marathon de 2014. 8 corredores deben ser atendidos en el hospital tras la finalización de la prueba. Hasta aquí todo dentro de la normalidad en una prueba de estas características. Pero, y aquí viene el quid de la cuestión, 4 de ellos no estaban inscritos en la competición (3 no tenían dorsal y 1 de ellos lo llevaba fotocopiado). Por este motivo, tuvieron que pagar de su propio bolsillo la atención hospitalaria, tal y como nos cuenta Juanan. “Es una situación que sigue ocurriendo y que supone una práctica peligrosa, ya que ser atendido en un hospital sin dorsal, y sin estar asegurado por el evento consecuentemente, implica que el corredor en cuestión debe asumir el coste de la factura por él mismo”.
Los costes de un dorsal dan derecho a una serie de servicios al corredor. Y el más importante de ellos, aunque siempre esperas no tener que utilizar, es el del servicio médico y seguro correspondiente de la carrera. Y, lógicamente, dicho seguro sólo cubre a todos aquellos runners que sí han pasado por caja y han pagado el coste de tomar la salida. Como organizador de competiciones a través de Running Solutions, Juanan Fernández, nos cuenta su experiencia. “Cualquier organización de un evento deportivo está obligada a contratar un seguro que cubra la responsabilidad civil del mismo, así como también un seguro de accidentes de los atletas inscritos, además de toda la cobertura sanitaria necesaria para el evento” afirma.
El promotor de Running Solutions prosigue argumentando que “la planificación y gestión de todas estas cuestiones se acaba convirtiendo en fundamental de cara al éxito o no de una carrera en concreto”. Estamos hablando de programar y coordinar una serie de servicios que implican ambulancias o personal sanitario y que se trata de una planificación a priori. Es decir, debe existir sí o sí, aunque como organizador “siempre esperas que no deba intervenir o que su actuación sea la mínima posible”. Las leyes son claras y estrictas, ya que “los acontecimientos deportivos suponen situaciones previsibles de riesgos múltiples y de distinta complejidad que deben estar cubiertas por la organización de la carrera”.
Es erróneo pensar que cualquier persona está cubierta por la asistencia sanitaria pública cuando participa en una carrera
La cobertura médica que nos ofrece un dorsal
Por lo tanto, sería preciso que el corredor que piensa que sólo fotocopia un simple papel o aquel otro que argumenta que por correr sin dorsal no pasa nada, tuviera en cuenta todas estas cuestiones antes de ponerse a correr entre los corredores que sí han asumido el coste de toda esta planificación obligatoria. Por un solo no pasa nada, es el argumento más veces escuchado entre este grupo de “corredores” -si es que se les puede llamar de esta forma-. Y Juanan Fernández advierte sobre una creencia que es totalmente falsa. “Es erróneo pensar que cualquier persona está cubierta por la asistencia sanitaria pública cuando participa en una carrera”. Y es que la propia ley especifica que “en este tipo de eventos, la atención médica será facturada y exigida, ya sea al seguro (corredores con dorsal) o al usuario (corredores sin dorsal)”. No es una cuestión baladí, ya que lo que persigue esta normativa “es mantener la disponibilidad de los recursos sanitarios y de salud habituales para la atención de la población, evitando en cualquier caso sobrecargas asistenciales innecesarias en el sistema sanitario” aclara.
Y atención a la cifra, porque la atención sanitaria de un corredor sin dorsal puede oscilar entre los 700 y los 1.000 euros. Juanan Fernández también nos acerca otro caso paradigmático, el de un corredor francés que participó en la Behobia-San Sebastián de 2013 sin haber pagado los costes de inscripción. Se sintió indispuesto y tuvo que ser evacuado en ambulancia para que lo operaran de urgencia. Estuvo ingresado varios días. La “broma” –tal y como nos recalca Fernández- le costó más de 5.000 euros. “No quiso pagar alrededor de 30 euros y después tuvo que sufragar un coste muchísimo mayor”. Y Juanan Fernández termina con una reflexión “muy simple”. “Los eventos privados, sean deportivos, lúdicos, culturales o de cualquier otro sector, son eventos de los que responde un organizador que debe cumplir con unas normas y condiciones, además de soportar una serie de costes. El organizador ofrece unos servicios y un PVP para poder disfrutarlos”. Y, de esta forma, “cada uno es libre de asistir o no a un determinado espectáculo, pero el que decida asistir, debe pagar por ello”. Y argumenta, poniendo otros ejemplos, lo que no es lógico “es querer ver los toros gratis, ir al cine gratos o disfrutar de un concierto sin pagar entrada”.
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