(31-3-2021). Quedar para correr y al mismo tiempo recoger los residuos y basura que se encuentre por el camino, se ha convertido en la nueva moda runner. Especialmente en los países nórdicos y en el centro de Europa y Estados Unidos, aunque cada vez está más presente en nuestro país. Nos adentramos en el plogging.
Cada día, más de 20.000 personas corren por el planeta en más de 100 países distintos. Si sumamos a los que transitan calles y montes por trabajo u ocio, estamos hablando de una gran cantidad de personas susceptibles de dejar su huella por donde pasan en forma de residuos.
De hecho, correr por el monte en medio de algunos desechos y plásticos, o trotar al lado de un bosque con basura que nos va marcando el camino, son dos escenas que para más de un corredor se han convertido en algo habitual durante sus sesiones de running.
Por suerte, la conciencia ambiental es cada vez más presente y a iniciativas de Residuo Cero, que buscan adoptar conductas y hábitos en las que cada vez contaminemos menos con nuestros actos diarios, también se suman movimientos que buscan limpiar todos los residuos y basura que se acumula en ciertos puntos de los montes, playas, bosques y caminos, mientras se practica deporte. Es lo conocido como plogging y que esta Semana Santa te animamos que conozcas y, por qué no, lo pongas en práctica durante tus días de descanso laboral.
El nacimiento del plogging
El plogging combina el ejercicio físico con la sostenibilidad y la conciencia por el planeta. Nació como un movimiento verde en la capital de Suecia, Estocolmo, hace ya un lustro, en 2016, bajo el impulso de Erik Ahlström. La palabra que le da nombre combina la expresión sueca plocka upp (significa “recoger del suelo”) con la palabra inglesa jogging (correr, pero a un ritmo más tranquilo y calmada que el running). Sus defensores e impulsores argumentan que tiene un triple beneficio: hacer ejercicio, cuidar del planeta y crear comunidad con otras personas con las mismas inquietudes para proteger el medio ambiente. Esto es, ecología y deporte, dos en uno.
El running es la modalidad más usada para hacer plogging, pero no es exclusiva. Y es que, a la hora de recoger los residuos, también podemos hacerlo caminando, remando o montando en bicicleta. Uno de los mejores consejos es ir cambiando la bolsa de mano para no sobrecargar siempre un mismo brazo. Algunos ploggers optan por hacerlo con guantes en las manos para no ensuciarse las manos. Otro de los consejos para romper la monotonía es ejercer esta práctica a modo de fartlek. Es decir, realizando carreras rápidas y cortas, que nos permitirán mejorar el rendimiento cardiovascular.
300 calorías por 30 minutos de plogging
La idea que subyace al plogging va mucho más allá de un mero entrenamiento. El tiempo es secundario. El ritmo, también. Lo nuclear es que el camino por el que transitamos reste más pulcro cuando nosotros acabamos de recorrerlo. Que se note, para bien, la huella y el rastro humano, devolviendo la naturaleza a su estado natural. A pesar de ello, los ploggers aseveran que se pueden quemar unas 300 calorías con 30 minutos de práctica. Además, se combina la práctica del correr con las sentadillas cada vez que debemos recoger un desperdicio. Al agacharnos, mejoraremos la movilidad articular de cadera, aductores y tobillos.
Proyecto Libera en España
Poco a poco, este movimiento ecodeportivo ha ido extendiéndose por buena parte del planeta. Lo mejor de todo es su aplicabilidad. Es tan fácil como salir a correr y hacerlo con una bolsa de basura para recoger cualquier objetivo que encontremos a nuestro paso. Desde vasos de plástico a latas de refresco, pasando por bolsas de patatas, colillas… hay infinidad de despojos y desperdicios que podemos recoger. Vemos algunos ejemplos concretos. Una bolsa de plástico, fabricada con polietileno de baja densidad, tarda 150 años en descomponerse totalmente. Los plásticos de un solo uso, décadas. Una colilla hasta 5 años.

Ejemplos de desechos que se pueden recoger practicando el plogging y el tiempo medio en años que tardan en descomponerse en el medio natural.
El proyecto “Libera, unidos contra la basuraleza” nació en 2017 en España para frenar las consecuencias de la basura abandonada en los espacios naturales. Lo creó la ONG ambiental decana en nuestro país, SEO/BirdLife, junto con Ecoembes, la organización medioambiental sin ánimo de lucro que promueve la economía circular a través del reciclaje de los envases. Promueven una recogida anual de basuraleza –basura abandonada en la naturaleza-, y coordina a miles de voluntarios alrededor del país. La idea que subyace esto proyecto es simple: “no podemos correr y pasar al lado de una botella de plástico y hacer como si nada, sin recogerla”.
Otro referente dentro del mundo del plogging es Marino Morikawa. Se trata de un científico japonés que dedica buena parte de su vida y tiempo a recuperar espacios naturales en Perú, su país de origen. Durante semanas, sin ir más lejos, retiró algas invasivas en el humedal donde él jugaba de pequeño. Unas algas que proliferan debido a la contaminación. Gracias a la nanotecnología, Morikawa inventó un producto ecológico con microburbujas que capturan las partículas contaminantes en el agua y las hace aflorar a la superficie, con lo que resulta mucho más fácil retirarlas.
La unión hace la fuerza
El running puede despertar también la conciencia social. Una sola persona puede marcar la diferencia. Todo depende de cada uno de nosotros, tal y como proclama la joven activista Greta Thunberg. Un pequeño gesto hasta convertir esta tendencia del plogging en un movimiento totalmente universal en aras de limpiar el mundo de rastrojos, desechos y basura. Más que nunca, el espíritu mosquetero puede salvarnos: la unión hace la fuerza.
Cuando salimos a correr lo hacemos a la última, con ropa deportiva técnica, con unas zapatillas que disponen de la máxima tecnología, un GPS de última generación y un móvil 5G a modo reproductor. Todo esto está muy bien. No obstante, a partir de ahora, podríamos añadir un nuevo accesorio: Una bolsa de basura.
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