(25-7-2018). Ponerse a correr es uno de los métodos más eficaces para perder grasa de forma rápida. Pero en ocasiones nos puede hacer subir de peso e incluso engordar en vez de adelgazar.
Correr es uno de los mejores aliados de la pérdida de grasa y de peso. De hecho, cualquier ejercicio aeróbico contribuye a este objetivo puesto que el cuerpo acaba acudiendo a las reservas de grasa de nuestro cuerpo para completar el reto marcado. Pero aunque se pierda grasa, no siempre se notará en la báscula e, incluso, puede darse el caso de que aumentemos de peso.
Este hecho puede darse en personas con un peso adecuado a sus características, que empiezan a ganar kilos cuando se ejercitan debido a que incrementan su masa muscular y densidad. Con lo cual, sí, se gana peso, pero se pierde talla, y ello no quiere decir que se engorde de forma dañina.
También existe otra explicación de porqué se puede ganar peso cuando se empieza a practicar running: las personas activas no metabolizan los nutrientes ni optimizan los recursos energéticos de igual forma que los sedentarios.
En concreto, el cuerpo almacena glucosa en forma de glucógeno, el combustible de los músculos. Cuanto más se ejercita una persona, mayor es la demanda de glucógeno por parte de su cuerpo. Y esta acumulación de glucógeno viene acompañada por una mayor retención de líquido en la siguiente proporción: “Cada gramo de glucógeno retiene 3 gramos de agua que, en un principio, pueden hacer aumentar de peso”, explica el nutricionista deportivo Julen Aldaya. Aunque tranquiliza asegurando que “este peso de más es agua en nuestros músculos” y suele estabilizarse con el tiempo, llegando a perderse peso en los sucesivos meses.
4 factores que te pueden llevar a ganar peso
Dejando de lado las cuestiones fisiológicas, existen algunos hábitos que pueden hacernos ganar peso, aunque mantengamos firme nuestra rutina de correr.
Ojo con la comida
El primer factor que influye es ingerir más calorías de las que se gastan. Puede pasar que después de practicar ejercicio sintamos tanta hambre que queramos comernos todo lo que se ponga a nuestro alcance. Y es probable que nos sintamos tan satisfechos del entrenamiento completado que veamos esa comida como una recompensa. Pero, cuidado. No cualquier alimento nos ayudará a mantener la línea y la forma.
Como dato, destacar que, por lo general, la práctica de ejercicio de baja intensidad aumenta el apetito, mientras que el de alta intensidad lo reduce, según destacan algunos nutricionistas.
Correr para quemar calorías
Puede darse el caso de que corramos semana tras semana y no notemos ningún cambio en el peso, y se pueda deber al hecho de que el kilometraje que completamos sea menor del que necesitemos para este fin. Se estima que para comenzar a notar un cambio en el peso, el cuerpo necesita quemar sobre 2.800 calorías a la semana.
Cambios de ritmo
Del mismo modo, si se realiza el mismo entrenamiento y rutina todos los días, es muy probable que al no aumentar la velocidad o cambiar constantemente el ritmo, la quema de calorías sea menor. Lo ideal es aumentar el ritmo por lo menos dos veces por semana.
Dime qué bebes y te diré cuánto engordas
Este es uno de los principales errores que cometemos cuando se empieza a correr: Abusar de bebidas isotónicas o bebidas deportivas. Son bebidas rehidratantes que entre sus componentes se incluye azúcar. Por no hablar de otras bebidas como los zumos, que albergan una gran cantidad de azúcares, o los refrescos, que no aportan nada positivo al organismo. En todos estos casos, si su consumo no se limita, puede contribuir a aumentar el peso. Se estima que en sesiones de ejercicio no superiores a la hora, basta con hidratarse con agua y alimentarse adecuadamente.
Así, correr puede ser un aliado para la pérdida de peso, siempre y cuando no boicoteemos nuestro progreso cometiendo estos errores.
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