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Artrosis de rodilla: Qué la causa y posibles tratamientos

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No existen estudios concluyentes que relacionen la práctica de running con la aparición de artrosis en la rodilla y sí con edades por encima de los 50 años. Sin embargo, el uso que demos a nuestras articulaciones puede desgastar con mayor o menor celeridad los cartílagos, posibilitando que la dolencia aparezca a cualquier edad.

(12-5-2021). La artrosis afecta a más de 13 millones de personas en España. Y la articulación de la rodilla es una de las más afectada por esta dolencia. ¿Correr provoca artrosis?¿Se puede correr con artrosis? ¿Qué puedo hacer si tengo artrosis? ¿Cuáles son sus síntomas? El traumatólogo Juan José Muñoz Gómez nos responde a todas estas cuestiones y nos propone posibles tratamientos, sin necesidad de pasar por el quirófano.

En primer lugar, ¿qué es la artrosis? El galeno, con más de 40 años de experiencia en el mundo de la traumatología entre Argentina y España, Juan José Muños Gómez, nos responde de forma clara: “no es nada más que el desgaste del cartílago de las articulaciones”. Se trata, pues, “de una patología degenerativa”. En este sentido, podemos hablar de artrosis en muchas zonas de nuestro organismo: la podemos encontrar en la rodilla, pero también en cadera, columna o manos, por citar otros de los casos más comunes. En el caso que nos atañe, nos centraremos sólo en la zona de la rodilla. Y es que, en este punto, los corredores se llevan la palma. O no. Veamos.

Estudios no concluyentes, para todos los gustos

Existen varios estudios sobre la cuestión, pero “con resultados contradictorios”, nos cuenta el doctor consultado. Claro está que el running es una actividad deportiva que implica impacto. Mucho. Algunos documentos revelan que “en unas rodillas sanas no tendría que producirse artrosis” y “exponen que no existe evidencia sobre que el correr sea un factor de riesgo en relación al deterioro articular”. Sin embargo, los hay que señalan justo lo contrario, “y que correr más de 30 kilómetros a la semana reduce, de forma más que evidente, el cartílago de la rodilla”. Por lo que parece, pues, no hay resultados aún definitivos.

La rodilla es una articulación de carga, acostumbrada a sufrir grandes pesos y cargas. Es por ello que dispone de un menisco (“únicamente tenemos dos meniscos”, nos cuenta el doctor, “en la rodilla y en la mandíbula”, para que nos hagamos una idea de la fuerza que puede llegar a soportar dicha zona). Y, tras el menisco, “los cartílagos son los grandes amortiguadores de nuestras rodillas”. No obstante, “antes de consumir dichos muelles naturales, debemos consumir todo el fibrocartílago del menisco”. Y “esto, sin patologías ni lesiones previas, supone no mucho, sino muchísimo”, advierte el doctor. Aun así, si llegamos al punto extremo en el que los cartílagos están consumidos, “nuestras rodillas sufrirían mucho más cualquier impacto”.

Con unos cartílagos desgastados, además, “se reduce la capacidad de nuestro movimiento articular”. Y esto, de forma repetida y con varias sobrecargas (ya sea por impacto o por exceso de peso, por citar sólo dos ejemplos), puede llegar a provocar “un fuerte dolor en la zona, ya que los huesos frotan directamente los unos con los otros tras la disminución del espesor del cartílago y consiguiente desgaste”. Las consecuencias más evidentes son “a parte del dolor, la rigidez, la hinchazón y la disminución en la movilidad de la rodilla”.

La edad y el género, factores a tener en cuenta

La artrosis “aparece de forma más extensa en las personas con cierta edad, pero hay que destacar que los jóvenes también pueden padecerla”. Nos quedamos con cara de atónitos. Y el doctor prosigue con su ponencia explicativa. Hay que tener en cuenta que “el uso que demos a nuestras articulaciones puede desgastar con mayor o menor celeridad los cartílagos y éste es un factor en el que la edad no tiene nada que ver”. Esto es, “si un joven abusa excesivamente de su cuerpo, sin protegerlo, acelerará la aparición de dicha artrosis”. Sabiéndolo de antemano, podemos prevenir lesiones futuras con un uso responsable.

Las mujeres de más de 55 años tienen más posibilidades de padecer artrosis de rodilla, pero también los jóvenes si se abusa de cuerpo desgastando en exceso las articulaciones

Proseguimos. La capacidad de curación de los cartílagos “disminuye a medida que nos hacemos mayores”, advierte el galeno. Por lo tanto, en este caso sí, la edad es un factor clave a tener presente. Y es que “las posibilidades de desarrollar una artrosis de rodilla se incrementan exponencialmente después de los 45 años”, apercibe el propio doctor Muñoz. Y el género también es un factor juega un rol significativo, ya que “las mujeres de 55 años o más, tienen más posibilidades que les hombres de padecerla”, explica siguiendo su discurso.

Las causas de la artrosis de rodilla

En cuanto a las causas de la artrosis de rodilla pueden ser varias, pero las más comunes son “las hereditarias y las que son el resultado de una infección, enfermedades reumatológicas como la artritis reumatoide, el exceso de peso, el sedentarismo, un uso excesivo de dicha zona (podría ser en el caso de corredores) y una lesión”. Mención especial merece esta última causa. Y es que, por ejemplo, “tras sufrir una lesión de ligamento cruzado anterior en la rodilla (LCA), existe una predisposición clara a desarrollar artrosis en el plazo posterior entre 5 y 15 años”. De hecho, el doctor nos lanza un dato nada halagüeño, “en el 80% de los casos de rodillas con lesión de LCA aparecerá artrosis”.

Otra de las causas de la aparición de la artrosis es “la desalineación eje cadera-tobillo”. Es decir, “que esta relación esté descompensada”. Dicha disfunción aparece claramente “en el caso de corredores con pronación y supinación”, ya que “esta forma de pisar hará que nuestra rodilla no reciba un impacto correcto teniendo en cuenta el eje cadera-tobillo”. El desgaste articular, por lo tanto, “será mayor y tendremos más posibilidades de degenerar en artrosis”. Lo mismo ocurre, según nos sigue contando el galeno, “en los casos de personas con genu valgo (desalineación de fémur y tibia que provoca que la rodilla se desvíe hacia dentro) y genu varo (es la desviación contraria, es decir, una rodilla se separa de la otra y apunta hacia fuera)”.

Es una dolencia silenciosa. Llega sin llamar a la puerta. “No aparece de un día para otro y sin avisar”. “La carga sostenida y repetida en este mismo punto es el efecto repetido de millones de impactos, no de uno sólo, como podría ser una lesión de ligamentos de rodilla, por ejemplo”. Y es que la artrosis de rodilla “es una gota malaya contra la que, una vez aparece, no existe, por ahora, una cura evidente”. A medida que se va desgastando el cartílago, “los espacios protectores entre los huesos son menores, se reducen”. De hecho, en el peor de los casos, con la fricción “cada vez mayor entre los huesos, hueso con hueso, pueden llegar a crearse incluso osteofitos o picos óseos, que son muy dolorosos”, arguye Muñoz.

La artrosis es una gota malaya contra la que no existe por ahora cura evidente, pero sí tratamientos que alivian el dolor

Posibles tratamientos

La intención de este artículo no es el de prevenir la aparición de dicha artrosis de rodilla (lo dejamos para otro documento en el que, por ejemplo, observemos la importancia de una buena biomecánica y de un calzado adecuado para trotar). Lo que pretendemos es, una vez esta artrosis de rodilla aparece, responder a otra pregunta muy concreta: ¿qué podemos hacer? Que no cunda el pánico, porque “sí existen muchos tratamientos disponibles que pueden aliviar el dolor anteriormente comentado”, además de mejorar la calidad de vida y recuperar la movilidad de la zona afectada.

Uno de ellos, por ejemplo, es el uso de una rodillera ortopédica, que “puede ayudarnos a regresar o continuar con un estilo de vida activo”, explica el doctor Muñoz. No se puede generalizar un tratamiento, “ya que es preciso analizar caso por caso”. El traumatólogo nos cuenta cómo algunos pacientes pueden requerir mucha descarga, mientras que otros sólo necesitan de una comodidad que rodee los músculos que hay alrededor de la rodilla y que ofrece una rodilla ortopédica. Y, gracias a ella, “pueden llevar incluso una vida activa y prácticamente normal, como cualquier otra persona”.

Más músculo, menos impacto articular en la zona dañada

Los tratamientos kinésicos y la propiocepción son los que se están destapando como unos de los pilares del tratamiento contra la artrosis de rodilla. “Se trata de reforzar y fortalecer todos los músculos que rodean esta articulación para que dicho amparo ofrezca una mayor estabilidad articular”. En definitiva, una pierna más musculada conllevará que nuestra articulación deba trabajar menos y tendrá menos rigidez. “Estará mucho más y mejor protegida”, en palabras del citado doctor Muñoz Gómez. Tal y como hemos comentado, no existe un tratamiento curativo para la artrosis.

Ahora bien, en su fase más inicial, “si el dolor es esporádico, podemos llegar a manejarla con infiltraciones de cortisona (muy habituales en el mundo del fútbol), infiltraciones de células madre o plasma del paciente, productos paliativos como los antinflamatorios y otro tipo de medicamentos como los aceites insaponificables, glucosamina y diancerina”. Se trata de productos que “vía distintos mecanismos actúan como protector del colágeno articular”. Sin embargo, el traumatólogo Juan José Muñoz advierte que “su uso tiene una utilidad muy acotada”. Además, “cada paciente es un mundo y siempre debemos seguir las pautas que nos marque un especialista en la materia”.

La natación y el ciclismo, nuestros grandes aliados

En el caso de corredores con una artrosis de rodilla ya diagnosticada, “no sería preciso parar de correr, siempre y cuando el dolor y el descenso en la movilidad articular sean soportables”. En este aspecto, sería muy importante correr “sin sobreexigirse y sobrecargar las articulaciones”. Y siempre que sea posible “hacerlo por superficies no muy duras, estables, y con un buen calzado que amortigüe el impacto” enumera el trauma. Otra opción que también tenemos a mano es correr aumentando la cadencia en nuestra zancada. Esto es, “incrementar el número de pasos cuando corremos”. Y es que “al reducir la zancada, por ende, también disminuye el impacto que recibe nuestra rodilla”.

Sin embargo, el doctor Muñoz es partidario de, en la medida de lo posible, incorporar otro tipo de deportes para “evitar un claro desgaste de la zona lesionada”. Es el caso de la natación y del ciclismo (“siempre que no sea con mucha montaña”). “Se trata de deportes que incluyen rutinas de elongación -para evitar la rigidez articular- y bajo impacto, por lo que podemos seguir con una buena actividad física y deportiva, pero evitando los cambios bruscos e impactos que implica el running sobre nuestra rodilla”, justifica. Se trata de actividades deportivas que protegerán nuestra rodilla con artrosis y además nos ofrecerán la posibilidad de “seguir con un ejercicio de resistencia cardiovascular”. “Todo son ventajas”, conviene con una sonrisa el doctor Muñoz para cerrar este artículo con un mensaje positivo.

Más información: Juanjosemunoz53@gmail.com


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