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RUNNING

Consejos del fisioterapeuta Juan Vicente Mampel

Calambres, cómo prevenirlos y curarlos

(17-9-2013). Los calambres son una de las dolencias más comunes entre aquellos que practican el ‘running’. Se trata de un pequeño espasmo que sufre el músculo al contraerse y que resulta muy molesto. Con frecuencia, estos espasmos musculares tienen su origen en la actividad física intensa y no tienen por qué derivar en una dolencia mayor si se siguen los consejos de un especialista. Así lo asegura Juan Vicente Mampel, fisioterapeuta y atleta, quien nos ofrece algunas recomendaciones para evitar los calambres y saber cómo actuar en caso de sufrirlos.

¿Qué es un calambre y qué lo produce? “Estudios recientes asocian los calambres a las contracturas musculares. Se trata de una rampa involuntaria por la contracción del músculo y, a menudo, es consecuencia de un esfuerzo prolongado”, explica el fisioterapeuta deportivo Juan Vicente Mampel.

Zonas de riesgo
No existe una zona de especial riesgo. Los calambres se producen en función de la zona muscular ejercitada. “Entre corredores son muy frecuentes en los gemelos o los cuádriceps isquiotibiales, por ser los músculos más trabajados; pero un lanzador podría sufrirlos también en el tronco superior”, comenta Juan Vicente.

Los músculos tónicos son aquellos encargados de mantener la postura del cuerpo y tienen tendencia al acortamiento. Por ello, sufren un mayor número de los conocidos como puntos gatillos miofasciales, que originan los calambres.

Cómo combatirlos
Los calambres pueden combatirse con estiramientos activos, orientados a mejorar la estructura muscular del tren inferior. “La contracción voluntaria que producen durante el estiramiento permite la reorganización de las fibras musculares contracturadas”, explica el fisioterapeuta. Ejemplos de esta clase de estiramientos son tocar la punta de los pies con las piernas estiradas, extender y empujar los brazos hacia arriba para trabajar los músculos del brazo y la espalda, o también arquear la cintura a un lado y a otro, acompañando el movimiento del brazo contrario, para trabajar el costado y la cadera.

Por el contrario, los estiramientos pasivos son aquellos que se realizan con una ‘ayuda’ externa, es decir, con un impulso que no pertenece al músculo que queremos ejercitar, como por ejemplo estirar el gemelo sobre un bordillo o tocarnos las puntas de los pies con la ayuda de otra persona, que nos impulse presionando en nuestros riñones. En este caso, los activos serían los más adecuados para prevenir y curar los calambres.
“También es muy recomendable darnos masajes con hielo para mantener una adecuada profilaxis del músculo y, aunque es un remedio casero, resulta muy eficaz”, asegura Juan Vicente.

Posibles consecuencias
Si realizamos los ejercicios oportunos tras haber sufrido un calambre, la dolencia no tiene por qué revestir mayor gravedad; se trata de un aviso que nos da nuestro cuerpo. Sin embargo, un calambre fuerte, que no se cure del modo oportuno, podría derivar en una tendinitis o incluso provocar una pequeña rotura. En este caso, deberíamos dejar por completo la actividad física y acudir al fisioterapeuta, quien nos especificaría cómo paliar el dolor, curar el edema (si lo hay) y fortalecer la zona afectada de forma paulatina.

Juan Vicente Mampel es licenciado en Fisioterapia por la Universidad de Valencia y combina su profesión con su faceta como atleta, especializado en lanzamiento de martillo. Asimismo ha cursado el Máster de Osteopatía y Terapia Manual de la Universidad Católica de Murcia y es especialista en Tratamiento Invasivo Miofascial. Actualmente desarrolla su tesis doctoral sobre dolor crónico en pacientes fibromiálgicos.


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