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Cómo tratar una flictena o ampolla cutánea

flictena

Planta de pie de un corredor de la Trail Walker 2014 con flictena en pleno tratamiento.

(18-12-2019). Tal y como destacamos la pasada semana, las ampollas son la principal causa de visita al médico en una carrera de ultra resistencia. Sin ir más lejos, en la mítica Marathon Des Sables, la aparición de ampollas e infecciones en los dedos es la causa número 1 de abandono. Hoy nos centramos en un tipo concreto de ampolla, la flictena, y su tratamiento.

La pasada semana os hablábamos de las ampollas y el procedimiento a seguir en caso de padecerlas. Hoy, de la mano del podólogo deportivo Enric Violan, nos centramos en un tipo concreto de ampollas, las flictenas. 

Algunas competiciones ultras, cada vez más por suerte, cuentan en algún punto de su recorrido con un servicio podológico que permite solventar este tipo de cuestiones. Como si en medio de la Salomon Ultra Pirineu se tratara, asistimos al Centro Podológico de Enric Violan –en Barcelona- para que nos detalle, paso por paso, cómo actuaría en una situación de este tipo.

Tratar una flictena

Limpieza. En primer lugar, y antes de analizar el alcance de la tragedia, es necesario limpiar la zona afectada. ¿Por qué motivo? “Cuando terminamos una carrera, nuestros pies están sucios y es necesario limpiarlos para ver cuál es el alcance de la dolencia”, admite Violan. Un proceso de limpieza simple, con agua y jabón o bien con agua y suero.

Pensar. Una vez tenemos despejada la zona de la flictena, “observamos y pensamos lo que tenemos ante nosotros”. En este caso, la pregunta que debemos plantearnos es “¿qué hay que hacer?”, nos cuenta el podólogo deportivo.

Desinfectar. Posteriormente, una vez aclaradas nuestras ideas, desinfectamos la zona lesionada con los productos pertinentes, tal y como lo haríamos con cualquier herida.

Desbridar. Una vez desinfectada la zona, procedemos al aseo quirúrgico, a la eliminación del tejido muerto, dañado o infectado para mejorar la salubridad del tejido restante.

Aspirar. Con una jeringa, vaciamos el líquido que hay debajo de la piel. Se puede ver perfectamente el efecto de la aspiración y la evolución de una lesión desde el kilómetro 50 de la Oxfam Trail Walker de 2017 al kilómetro 85 (ver fotografía).

El trabajo de Enric Violan, en este caso, fue clave para que dicho participante pudiera finalizar la prueba y, además, hacerlo sin ningún percance físico. Bien al contrario, la dolencia fue curándose a medida que transcurrían los kilómetros. De forma sincera, Violan nos reconoce que “casos como éste son los que quizás más orgulloso te hacen sentir de tu trabajo”.

Otra forma de aspiración es la de pasar un hilo por el medio de la ampolla “para conseguir un adecuado drenaje”, logrando una salida de aire. No obstante, “siempre que se pueda, somos partidarios de aspirar con una jeringuilla, más que pasar un hilo, ya que éste puede actuar como un cuerpo extraño en nuestro cuerpo”. ¿Por qué motivo? le preguntamos. “Pues porque creamos un vacío al aspirar y no rompemos la piel sino que la mantenemos tal cual, ya que el diámetro de entrada de la jeringuilla es mínimo” contesta, solícito.

Desinfectar. Una vez extraído el líquido, “volvemos a desinfectar la zona dañada”. Una desinfección que puede ser externa o bien interna. En su vasta experiencia como podólogo deportivo, Violan siempre suele apostar por la desinfección externa. “Nunca pongo desinfectante dentro porque a un corredor que lleva 50 o 60 kilómetros en las piernas, con mucha fatiga muscular, si le ponemos Topionic (solución cutánea) dentro, le podemos crear un espasmo muscular debido al exceso de dolor”. Se crea, por lo tanto, una “situación nada deseable, de mucho dolor para el paciente que debemos evitar siempre que podamos”.

Secado. Es muy importante secar muy bien toda la zona, ya que “si no está bien seco, cualquier cosa que peguemos encima, no se agarrará de forma correcta”. Así pues, es preciso respectar este proceso, teniendo en cuenta que el pie se encuentra en un proceso máximo de sudoración, ya que los pasos posteriores, sin esta sequedad necesaria, no podrán llevarse a cabo con éxito.

Encolado. Tras asegurarnos de que la zona está totalmente deshumedecida, podemos aplicar el Nobecutan. Se trata de un spray para tapar heridas, que “va a servirnos como si fuera una cola, como una capa protectora para poder enganchar mejor los apósitos encima de la piel”, cuenta el experto en su relato.

Apósito. Llegados a este punto, la zona de la ampolla ya está preparada para que el podólogo pueda poner encima un apósito hidrocoloide (eso sí, que nunca contenga cola, como puede ser el Compeed, ya que la ampolla puede ir creciendo por debajo sin que un especialista pueda acceder a ella sin generar un “daño mayor”). “Es una segunda piel, fresca, que nos ayudará a aliviar el dolor, gracias a su matriz adherente al lecho de la herida y a la piel perilesional”. Se trata de un apósito flexible y adaptable que se ajusta a la superficie de la herida en cuestión.

Tapado. Es el último paso de todo este proceso de tratamiento podológico ante una flictena. Una vez llegados a este punto, tapamos la zona lesionada con un taping, mefix (esparadrapo hipoalérgico flexible) o un simple trozo de esparadrapo. Y, después de todo esto, a volver a correr.

¿Y si no hay un servicio podológico a mano?

Este proceso descrito es el proceso ideal, el que cualquier podólogo especialista llevaría a cabo para combatir una flictena durante una carrera y permitir, en la medida de lo posible, que el corredor o corredora en cuestión pueda proseguir con la misma. Pero, si no existe este servicio podológico o bien nos sale una ampolla mientras estamos entrenando por la montaña, lejos de la urbe, ¿cómo debemos actuar? Lo primero que nos viene a la cabeza es romper la ampolla, vaciarla. ¿Es lo que debemos hacer? La respuesta de Enric Violan es rotunda y clara: “sí, como podamos”.

Lógicamente, por nosotros mismos, no podremos seguir con el proceso descrito de jeringuilla y aspiración, pero “debemos sacar el líquido, romper la flictena, cuidando al máximo nuestra piel y siendo lo menos lesivos posibles”. Hay que tener en cuenta que si no rompemos la ampolla, “el dolor irá a más, de forma progresiva”, en palabras del propio especialista. Y alerta que, por encima de todo, “no podemos abrir la ampolla y crear una herida, como si la cortáramos, ya que debemos ser lo más conservadores posibles con la piel, sin ninguna necesidad de abrirla”. Y es que si rasgamos la ampolla, “la zona de fricción será mayor, por lo que el dolor también incrementará”.

Información de contacto:

www.violanpodologiadeportiva.com

@EnricViolan


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