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La fortaleza mental puede llegar a determinar el rendimiento y el resultado de los objetivos marcados

Cómo trabajar la inteligencia deportiva

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La inteligencia deportiva juega un papel crucial a la hora de tomar decisiones en un momento deportivo crucial, además de ayudar a gestionar los esfuerzos para conseguir un reto, entender mejor los objetivos a conseguir y relativizar las derrotas.

(30-6-2021). La inteligencia deportiva, o fortaleza mental, puede determinar que logremos el reto deportivo que nos hemos marcado o contribuir a su boicot. Es tan importante como la preparación física y con la ayuda de la psicóloga deportiva Meritxell Bellatriu, te desgranamos sus puntos fuertes y cómo sacarle partido en el rendimiento físico.

En una actividad deportiva entran en juego una variedad de factores que, en un momento preciso, van a delimitar nuestro triunfo o decepción. El destino, en cierta forma, es el que reparte las cartas. Y nosotros nos encargamos de jugarlas, que dijo uno de los mejores filósofos del siglo XIX, Arthur Schopenhauer. Nuestro triunfo deportivo vendrá condicionado por la “capacidad de comprender lo que está sucediendo durante una competición y saber cómo actuar”. Es lo que se conoce con el nombre de inteligencia deportiva o “fortaleza mental”, tal y como nos explica la psicóloga deportiva Meritxell Bellatriu.

Esta fortaleza mental, por lo tanto, “no deja de ser nada más que tomar la decisión correcta en el momento oportuno” y “engloba una serie de habilidades psicológicas y estrategias de afrontamiento necesarias en la práctica deportiva”. Nos referimos a variables como “la interpretación de situaciones concretas y la consiguiente toma de decisiones, además de la adaptación de un deportista a sus propias capacidades”, apunta la especialista. La inteligencia deportiva depende de un background. Y “cuanto más la hayamos trabajado, mejor sabremos escoger el camino correcto en un momento deportivo específico”.

Componentes de la fortaleza mental

Un gran deportista necesita tener un buen temple, como reza la leyenda urbana. “Y no deja de ser cierto”, añade la experta, ya que “ante situaciones potencialmente estresantes, un buen deportista necesita tener un buen control de sus emociones, además de tener las habilidades psicológicas para decidir la acción de juego más correcta”. En este sentido, hay una serie de componentes o factores que dibujan la fortaleza mental. Y, en palabras de Bellatriu, “el conocimiento y potenciación de los mismos puede ser la diferencia entre un buen deportista y un gran deportista”. Son los siguientes:

  • La autoestima: “Sin una buena autoestima cualquier error o fracaso atentará contra nuestro ego”
  • La autoconfianza: “Si crees que tienes los recursos necesarios para superar un obstáculo, lo intentarás tantas veces como sea necesario”. La psicóloga deportiva añade un mantra que cualquier deportista debería gravarse a fuego: “la confianza es determinante en el desempeño deportivo”
  • La tolerancia a la frustración: “Tolerar el no obtener lo que se desea al momento contribuye a aceptar adecuadamente la propia responsabilidad en los resultados”. En el deporte, pero también en la vida
  • La resiliencia: “Un buen deportista resiliente es aquel que mantiene un buen control emocional frente a situación de estrés”
  • La diversión: “Si un deportista no se divierte, difícilmente persistirá”
  • El manejo de las emociones: “Saber manejar las emociones supone un ahorro de energía, una optimización del rendimiento y una mejor concentración”
  • La gestión de los pensamientos: “Todo lo que pensamos, lo vivimos”, por lo tanto, según la experta, “los pensamientos condicionan en gran medida nuestras emociones y nuestras acciones”

La decisión correcta en el momento oportuno

Este mes, sin ir más lejos, precisamente se han cumplido 23 años de una de las canastas más célebres de toda la historia de la NBA. 14 de junio de 1998. 6º partido de las finales entre Chicago Bulls y Utah Jazz. El que para muchos es el mejor jugador de baloncesto de toda la historia, Michael Jordan, decidió el duelo con una canasta a menos de cinco segundos para el final. Los Bulls ganaron por un solo punto (87-86) y levantaron su 6º anillo de campeones. Jordan, autor de 45 puntos, confío en él mismo para decidir el choque. Una decisión concreta en un momento específico. Inteligencia deportiva en su máxima expresión.

El propio Jordan lo resumió en unas palabras que se han convertido en un mantra universal para cualquier amante del deporte: “He fallado más de 9.000 tiros en mi carrera. He perdido casi 300 partidos. 26 veces se ha confiado en mí para el tiro ganador y lo he perdido. He fallado una y otra vez en mi vida. Y es por eso que tengo éxito”. Y es que “el deporte propicia ocasiones en las que las personas -como en este caso Jordan- se exponen a situaciones inesperadas (que no es lo mismo que desconocidas), a decisiones que deben tomar, a momentos de presión en los que deben seleccionar un camino u otro”.

Y el trabajo previo sobre la autoestima, la autoconfianza o el control de las emociones “es capital para tener éxito deportivo”. No es de extrañar que esta disciplina “esté tomando cada vez más peso dentro de la preparación de un deportista”. Todo lo que se prevea de antemano lo prepara para saber cómo debe jugar las cartas -volviendo a Schopenhauer- cuando llega su turno. Si Jordan no se hubiera preparado durante horas, no habría podido ejecutar la jugada “Whattef” y superar con un crossover a su defensa, el jugador de los Utah Jazz Byron Russell. El éxito de Michael se basó “en el trabajo de su mentalidad”.

Cada uno tiene su last shot particular

La estrella de los Bulls fue un avanzado a su época. Sabía como casi nadie que “los deportistas, ante una competición, deben ser capaces de predecir una jugada, de anticiparse al contrario (en ataque, con un tiro ganador, o bien en defensa, con un robo de balón decisivo) y aprender a utilizar sus capacidades para la gloria”. Por lo tanto, “la preparación para una competición no puede ser sólo física, sino que implica también un trabajo cognitivo y de adquisición de hábitos”. Salvando las distancias, lo mejor de esta preparación es que es aplicable a cualquier atleta en cualquier disciplina deportiva: profesional o amateur.

Cada uno de nosotros, dentro de su esfera personal, puede buscar su particular last shot (último tiro) para optimizar su rendimiento, “potenciando un diálogo positivo consigo mismo y sabiendo identificar las propias emociones”. De esta forma, “tomaremos la decisión oportuna”. Y buena parte de este éxito personal vendrá condicionado, sí, por nuestra preparación física (entrenamiento, nutrición, hidratación, descanso), pero también por nuestra preparación cognitiva (autoconfianza, autoestima, gestión de las emociones, motivación, experiencia, análisis de la situación…)”. En este sentido, debemos ser capaces de “orientarnos hacia las soluciones y no hacia los problemas, además de sacar jugo de los errores”, dibuja.

La posibilidad de fallar siempre existe

Esta relación entre lo físico y lo intelectual, por decirlo de alguna manera, varía en función de cada deporte. No es lo mismo correr una prueba de 100 metros lisos, en la que las condiciones físicas definirán al 99,9% nuestro éxito o fracaso, que participar en un maratón. En una competición de 42.195 metros, además de la condición física, los factores mentales y experienciales sí jugarán un rol más nuclear que en una disciplina de velocidad pura y con escaso margen de decisión. Eso sí, la importancia de lo cognitivo es mucho más visible incluso en los deportes colectivos como el baloncesto, el voleibol o el fútbol, como ya hemos visto.

“Trabajar para limitar el error o para estar preparados para evitarlo no significa que éste deje de existir”. Ni mucho menos. La derrota o el fracaso siguen presentes, “simplemente tenemos más herramientas para evitarlos y para sacar jugo de ellos (como hizo Michael Jordan)”. Que en un deporte exista la decepción, que se pueda perder, “es lo que precisamente lo hace atractivo y nos permite buscar la felicidad del triunfo en una buena toma de decisiones” afirma Bellatriu. Por lo tanto, “con la fortaleza mental buscamos un equilibrio adecuado entre fallo, aprendizaje, éxito y recompensa posterior”. Más la posibilidad de fallar el tiro “no se esfuma por arte de birlibirloque”.

¿Qué hubiera pasado si no lo hubiera intentado?”

Para evitar la frustración ante un resultado no deseado, “lo mejor es otorgar un rol secundario a la victoria y a la derrota”. Aunque ya sea harina de otro costal y de para otro artículo y disertación, “la victoria no debe suponer siempre encestar el tiro ganador”, sino que “una victoria también puede venir de un mal resultado”. Siempre debe existir “cierto grado de competitividad, pero se debe relativizar la importancia del triunfo basado en los resultados”. Y es que una victoria puede ser también “haber dado la mejor versión de uno mismo, aunque ello suponga que no se ha logrado la posición anhelada”.

Si después de toda esta disertación acerca de la inteligencia deportiva aún tienes dudas acerca de su significación, te dejamos la pregunta que lanzó al aire el piloto de Moto GP, Valentino Rossi: “¿qué hubiera pasado si no lo hubiera intentado?”. No te quedes con la duda e inténtalo. Los naipes ya están encima de la mesa. Sólo tienes que conocer todas las variables del juego para efectuar la jugada decisiva que te permita vencer. Toma la decisión apropiada. Puedes perder, sí. No obstante, si no lo intentas, ya has perdido de antemano. Tal y como dice siempre Meritxell Bellatriu en todas sus charlas: “entrena tu mente… & Be Positive!”.


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