Quantcast

RUNNING

¿Correr solo o acompañado?

solo-o-acompañado

(2-9-2015). ¿Correr solo, o acompañado? Podríamos definir esta cuestión como el ser o no ser de los trail runners. Una especie de pregunta shakesperiana a la que muchos de ellos tratan de dar una respuesta en sus salidas a la montaña.

El objetivo de este artículo no es sentar cátedra y mojarse por una de las dos opciones. Bien al contrario. Pretendemos dar las herramientas necesarias que pongan encima de la mesa los pros y los contras de una y otra preferencia. Por suerte, correr es una actividad deportiva que permite ambas respuestas. La elección ya dependerá de cada corredor, personal, como si de un particular Hamlet se tratara.

Ventajas de correr acompañado

El compañerismo. El mítico sherpa Tenzing Norgay que, junto al neozelandés Sir Edmund Hillary, fue el primero en escalar el Everest, sentenció uno de los valores que exaltan el compañerismo en una cordada de alpinismo “al escalar una gran montaña, nadie deja a un compañero para alcanzar la cima solo”. Salvando las distancias, podríamos equiparar esta frase al mundo del trail running. Correr con alguien a tu lado, ayuda a sentirse parte de un grupo, de un equipo, con lo que la sensación de satisfacción puede ser mayor. Además, añade un plus de responsabilidad sobre el conjunto, en forma de compañerismo. En caso de lesión o de algún contratiempo, siempre tenemos a alguien a nuestro lado que puede ayudarnos y, si es necesario, pedir ayuda.

La experiencia. Con el boom del running y del trail running, son muchos los corredores que se han comprado todo el kit necesario para practicar este deporte. Sin consejo alguno, se han lanzado al asfalto o a la naturaleza para vivir nuevas emociones. Para un atleta principiante, tener a alguien con experiencia a su lado, aporta seguridad. Y, al mismo tiempo, permite adquirir los conocimientos necesarios para correr con la máxima convicción y el mayor disfrute. De esta forma, podremos minimizar errores de principiante en la montaña como pueden ser perderse por no conocer el terreno, deshidratación por falta de agua o bien también sufrir alguna lesión por cansancio o calzado inadecuado, por citar sólo algunos ejemplos. Como establece la sabiduría popular, la experiencia es un grado.

La motivación. Tener un compañero a nuestro lado puede ser un estímulo para ofrecer un plus extra en aquellos momentos en que la cabeza dice “ya basta, no puedo más”. Hace años, la compañía norteamericana Nike utilizó un eslogan que triunfó mucho para el Maratón de Boston, el más longevo de todo el mundo. Decía así: “Correr forma una comunidad”. Y, como dentro de todo grupo humano, afloran los sentimientos humanos más primitivos. El ser humano es competitivo por excelencia. Para sobrevivir como especie, siempre ha debido ser competitivo. No hace falta llevar este aforismo a los extremos del determinismo social de Darwin, pero sí es evidente que tener al lado a un corredor que tira más que nosotros, es una motivación para esforzarse más. Un esfuerzo que será beneficioso en la mejora de nuestro estado de forma.

La socialización. Somos animales sociales por naturaleza, como estableció Aristóteles. Y correr con más personas facilita esta característica intrínseca del ser humano. Además, para aquellos individuos que pueden tener más problemas para relacionarse con los demás, correr les facilita las cosas. Entrar en un club, o bien en un grupo de entrenamiento, genera un vínculo determinado a través del cual es más fácil relacionarse y tener un tema de conversación mutuo. Correr es una vía para relacionarse de una forma más accesible y con gente que comparte unas mismas inquietudes vitales.

La variabilidad. Correr con un compañero o varios hace más ameno y distraído el entrenamiento o la salida a la montaña. Puedes ir charlando al mismo tiempo que el terreno exige tus mejores prestaciones. Así, desniveles, quilómetros y tiempo pasan más rápido y se evita caer en la monotonía de hacer siempre lo mismo, al mismo ritmo y por los mismos lugares. Este factor, sin embargo, también puede tener la otra cara de la moneda. Nunca hay que correr por encima de nuestras posibilidades, al ritmo del otro, porque lo acabaremos pagando antes de tiempo.

Ventajas de correr solo

La libertad. La primera ganadora oficial del Maratón de Boston, la norteamericana Nina Kuscsik, enfatizó en su día el papel de lobo solitario –y no de manada- que puede tener el running. “Correr te da libertad. Cuando corres puedes determinar tu propio ritmo. Puedes elegir tu propio camino y pensar lo que quieras”. Sabias palabras que ahondan en el espíritu libre que tiene este deporte. Sin necesidad de depender de alguien, podemos calzarnos las zapatillas y salir a quemar quilómetros. Uno mismo escoge el cuándo, dónde y cómo. En la sociedad en la que vivimos, muchas veces los horarios y responsabilidades, además, impiden poder formar parte de un grupo y salir a correr en compañía de una forma regular.

El ritmo. Tu mismo marcas tu ritmo, en función de tus necesidades y sensaciones. No debes apretar más de la cuenta o bien esperar a tu compañero que va a una velocidad inferior. De este modo, puedes modificar la intensidad de la salida sobre la marcha, sin tener que dar explicaciones a nadie, además de hacer variaciones al trayecto previsto sin temer que tu compañero se pierda por el camino. Al mismo tiempo, evitas sentirte responsable o culpable por el mero hecho de que tu discípulo en la salida no puede seguir el ritmo establecido. Cada uno marca sus límites. El autor del libro The Spirit of the Maraton, Gail Kislevitz, lo viste incluso con una capa de fe, casi mística: “correr es mi tiempo a solas, mi terapia, mi religión”. A rezar se ha dicho, pues.

La introspección. Son muchos los runners que visualizan, durante toda la jornada, ese momento en que pueden evadirse de todo y de todos. “La independencia es la característica sobresaliente del corredor”, ha escrito el filósofo americano Noel Carroll. Correr nos permite un viaje interior, con nosotros mismos, que nos transporta a un estadio de soledad. Espiritual. No tiene nada que ver con convertirse en un ser antisocial, sino que se trata de encontrar ese instante de soledad tan necesario para poner los pensamientos, sentimientos y tribulaciones de cada uno en orden. Sin distracciones externas. Es tu momento.

La presión. Los atletas menos iniciados, sobre todo, pueden tener el deseo de salir a correr en solitario para evitar la presión de otros compañeros con más experiencia y mejor nivel de forma física. Si quieres hacer las cosas con calma, a tu ritmo, es preferible que acomodes tus entrenamientos por tu cuenta. Cuando se quiere demostrar un cierto grado de conocimiento con excesiva rapidez, se corre el riesgo de caer en la ansiedad. Y ello puede afectar negativamente generando una disminución de la motivación, provocar decaimiento o aparición de pequeñas lesiones. En este caso, mejor sólo que mal acompañado.

La organización. Muy ligada con la libertad. Correr solo aporta orden a nuestra rutina de vida. Uno mismo se crea su propio horario en función de necesidades y responsabilidades. Puede ser que el trabajo no permita salir a correr siempre a la misma hora. Pues bien, cuando eres tú el que coge las riendas de tu propio caballo, puedes organizarte mejor. Al mismo tiempo, cuando la decisión de salir a correr depende únicamente de una decisión personal, se refuerza la fuerza de voluntad y la motivación. No salimos a correr obligados, sino porque realmente es lo que nos apetece hacer. Una de las frases que en ocasiones se utilizan a modo de mantra en el mundo del running va, precisamente, en esta misma línea. “Quien compite con los demás es ganador, pero quien compite consigo mismo es poderoso”.

Una vez expuestos los factores positivos de una y otra opción, ya es cuestión de que cada uno responda a la pregunta inicial: ¿correr solo o acompañado? Teniendo presente, eso sí, que la respuesta puede variar en cada ocasión y que no es necesario escoger siempre la misma. En función de intereses y necesidades, podemos ser un lobo más de la manada, o bien emular a Buck, el protagonista de la célebre novela de Jack London La llamada de lo salvaje.


No hay comentarios

Añade el tuyo