(5-10-2016). Con 29 años, posee 4 récords mundiales. A un palmarés espectacular, acaba de añadirle un broche de oro. Mejor dicho, una medalla. Elena Congost ganó el oro en el maratón de los Juegos Paralímpicos de Río. Tiene una discapacidad visual, una atrofia del nervio óptico. Pero ello no le impide volar sobre el asfalto. Y haber cumplido un sueño infantil.
¿Cómo te sientes al inscribir tu nombre en la historia, teniendo en cuenta que los de Río eran los primeros Juegos Paralímpicos que contaban con la prueba del maratón femenino?
La verdad es que aún no soy consciente de haber hecho historia, de haber inscrito, por primera vez, mi nombre en esta prueba. Lo único que pienso es que he podido hacer realidad un sueño que tenía desde los 5 años. No puedo estar más contenta. Todos los sacrificios, todos los esfuerzos y recibir el apoyo de tanta gente, ha valido la pena.
Terminaste con un tiempo de 3:01:43, muy cerca del récord del mundo (2:59:21). ¿Batir esta marca era también otro objetivo, secundario, de la carrera?
No, ni mucho menos. Mi entrenador, Roger, no pudo correr conmigo y tuve que correr sola. No tenía referencias y tampoco llevaba reloj. El circuito, además, no tenía una distancia exacta y eso impedía poder calcular el ritmo de carrera. En ningún momento, pues, supe a qué ritmo iba. Roger me pedía calma en todo momento, ya que corrimos bajo una temperatura de 36 grados y mucha humedad, cerca del 90%. Temía que me pudiera coger un golpe de calor o caer desmayada, como, de hecho, le sucedió a muchas corredoras. Lo único que tenia en la cabeza era calma y mojarme la cabeza y beber en cada avituallamiento. Me enteré de mi tiempo una vez pasado el control antidoping y quedé muy sorprendida. Los días antes al maratón, cuando hablábamos del tema, decíamos que éste no se ganaría con un tiempo inferior a las 3 horas y 10 minutos. Lo curioso es que, sin saber a qué ritmo iba, doblé el primer maratón y el segundo. Fui siempre a un ritmo constante (admite, con sorpresa). El gran objetivo, sin embargo, era ganar.
He podido hacer realidad un sueño que tenía desde los 5 años
La carrera, lo comentabas, se desarrolló bajo una gran humedad, de casi el 90%. ¿Cómo afectó esto a tu rendimiento o estrategia de carrera?
El día de la carrera, estaba tan concentrada que no noté nada. Los días anteriores, entrenando ya en Río, notaba que las pulsaciones me subían mucho y me sentía fatigada, además de sudar mucho, una barbaridad. Pero el día del maratón, no me acuerdo de nada. Si me preguntas si hacía calor, la verdad es que no me acuerdo. Iba tan concentrada en no pasarme de ritmo, en coger el agua de los avituallamientos… iba tan concentrada en todo esto que, sinceramente, no sé decirte si pasé calor o no. Eso sí, llegué empapada. En ningún momento fui consciente del calor que hacía y cuando me dijeron que era la atleta que mejor había llegado, quedé muy sorprendida. Iba en mi burbuja.
Tuve que correr sola y en ningún momento supe a qué ritmo iba.
Y, además, tuviste que correr sin Roger, tu guía y entrenador. Él no terminó de aclimatarse a las condiciones de Río. ¿Cómo cambió eso tus planes de carrera?
Cuando lo decidimos por razones de salud, me entró un poco la angustia de tener que ser yo quien cogiera los avituallamientos, ya que siempre se encarga él de hacerlo. Tuve que hablar con los fisioterapeutas, que eran los que estaban en los avituallamientos, para que me pusieran la botella a la altura del pecho. Y después cogía la botella con las dos manos, como si fuera un tesoro (y ríe). En ningún momento nos imaginamos que sería una carrera casi en solitario, ya que pensábamos que iríamos en grupo, y es ahí donde Roger siempre me ayuda más. A posteriori, pensándolo ahora, su ausencia quizás no fue un obstáculo, sino que me benefició. Sólo escuché lo que me decía mi cuerpo, y no estuve pendiente de nadie, ni de ningún crono. Quizás este fue el secreto de mi victoria, mirándolo ahora en perspectiva, tras haber competido.
En 2015, ya fuiste subcampeona del mundo de maratón. Te quedaste con la miel en los labios. ¿En esta ocasión, vencedora, cuándo viste que podías subir a lo más alto del podio?
La última vez que me tocaron la campana, sobre el kilómetro 32, mi entrenador me comentó que tenía una ventaja de 4-5 minutos sobre la segunda clasificada. Le dije que no podía ir más rápido. Tenía la sensación de que estaba pinchando, pero en realidad mi ritmo siguió siendo el mismo, tal y como hemos visto después. Sin embargo, a pesar de esta diferencia, y de lo que me comentaba la gente de que ya era vencedora, yo tenía la sensación de estar sufriendo mucho y de ir a menos. Pensaba que vendría alguien por detrás y me atraparía. Así, hasta 1 kilómetro para la llegada. En ese punto, ya supe que ganaría. Que la medalla sería mía (reconoce con una sonrisa dibujada de oreja a oreja).
Correr sin guía no fue un obstáculo, sino que me benefició
En Londres 2012, conseguiste tu primera medalla en unos Juegos. Terminaste segunda la prueba de los 1.500 metros. ¿Qué diferencia hay entre esta vivencia y la de hace 4 años?
La distancia, el salto al maratón, me ha hecho crecer como atleta, pero también como persona. He podido afrontar un reto que hace 4 años era impensable para mí. El sufrimiento de un maratón no tiene nada que ver con el de un 1.500. Han sido 2 años muy duros, con muchos kilómetros y entrenos. La sensación que me queda, teniendo en cuenta todo esto, es de una satisfacción mucho mayor. No tengo ningún reproche que hacerme. Ha sido incluso mejor de lo que nunca podría haber imaginado.
Esperas que el regreso sea mejor que el de Londres y esta victoria histórica te sirva para encontrar patrocinadores. ¿Has recibido ya alguna llamada?
La verdad es que, por ahora, no he recibido ninguna llamada. Por lo tanto, me imagino que todo seguirá igual. Al final, no obstante, te das cuenta que no haces esto por dinero, para encontrar patrocinadores, sino que lo haces porque quieres y porque es tu sueño. Me quedo con lo que he aprendido, con mi satisfacción personal, con lo que he crecido, con mi auto superación y con el apoyo que he recibido. Y voy a seguir hacia delante.
¿Qué parte de esta medalla pertenece a tu entrenador, Roger Esteve?
Mucha parte (admite, sonriendo). Como mínimo, la mitad. Sin su entrenador, un atleta no puede llegar nunca a ninguna parte. Además, en su caso es mucho más que esto. Es un guía. Además, entrenar con él, que tira más que yo, me obliga a dar más de mí misma. Y esto hace que yo haya llegado a los Juegos en mi mejor momento. Sin Roger, seguro que ahora no estaría diciendo que he podido ganar una medalla.
Eres joven, acabas de cumplir 29 años, pero ya has participado en 4 Juegos Paralímpicos. ¿Te planteas cuál va a ser tu frontera?
No, para nada. Este año, durante el mes de marzo, tuve un momento de bajón. De no poder más. De querer dejarlo. Pero mi pareja me ayudó mucho, no podía rendirme, estaba a las puertas de unos Juegos. Ahora no pienso en dejarlo, pero tampoco pienso en el hasta cuando. Cuando deje de disfrutar, cuando mi cuerpo no responda, supongo que habrá llegado el momento de dejarlo y de cerrar una etapa. Ahora mismo, toca descansar y digerir todo lo conseguido. Ya llegará el momento de volver a sentarnos y poner nuevos objetivos.
Te das cuenta que no haces esto por dinero, para encontrar patrocinadores, sino que lo haces porque quieres y porque es tu sueño
¿Te quedarás definitivamente en la distancia del Maratón?
Sí (responde al instante, sin dudar). Creo que es una distancia que me va muy bien por mi fisiología y por mi musculatura. Las diferentes pruebas que me hicieron en el pasado ya dejaban claro que podía adaptarme a los esfuerzos continuados del maratón, como así ha sido. Es una prueba que me va como anillo al dedo, la verdad.
Siempre dices que “los obstáculos existen, pero depende de cómo te los tomes. Si dices que no puedes, eres tu mismo quien se está limitando”. Una buena frase, sin duda, para concluir esta entrevista.
Información de contacto:
https://www.facebook.com/elena.congostmohedano
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