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Historia en kilómetros

WAMI BIRATU, EL PREDECESOR DE BIKILA

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Wami Biratu, compitiendo detrás de su amigo Abebe Bikila. (Foto: In Real Time).

(24-5-2017). Wami Biratu pudo ser el primer atleta africano en ganar una medalla de oro en unas Olimpiadas. Pero el destino, el infortunio y su amistad con Abebe Bikila truncaron los planes. Pudo ser el primero, pero la historia se empeña en olvidarlo. Hasta hoy.

Abebe Bikila se llevó la gloria de ser el primer atleta africano en ganar una medalla de oro en unos Juegos Olímpicos. Fue en Roma, en un caluroso 10 de septiembre de 1960, con aquella mítica estampa de un corredor de trote elegante llegando descalzo bajo el arco de Constantino tras completar los 42.195 metros. Era la venganza de un pueblo, el etíope, que había sido invadido durante algunos meses por las tropas italianas de Mussolini. Allá por el año 1935. De hecho, un día después de la victoria, un periódico italiano titulaba: “Mussolini necesitó todo un ejército para conquistar Addis Abeba y un solo miembro de la guardia etíope ha conquistado Roma”. 

Bikila sirvió una venganza fría. Pacífica. Deportiva. Fue la imagen y fuerza de todo un país. De todo un continente, el africano, que seguía en el olvido. En la ciudad de las piedras eternas, él puso la primera piedra del exitoso atletismo africano que hoy domina, con mano de hierro, el panorama internacional en el mundo del maratón.

Cuatro años más tarde, en los Juegos de 1964 en Tokio, volvería a repetir título. Batiendo, nuevamente, el récord del mundo. En esta ocasión, sin embargo, corrió con zapatillas. En ambas ocasiones, el bueno de Abebe, soldado de la Guardia Imperial del Emperador Haile Selassie, pensó en su gran amigo. Aquel que no había podido viajar hasta la capital italiana. Ni tampoco al país del sol naciente. Aquel atleta que era, incluso, mejor que él: Wami Biratu.

Adiós a la ilusión de Melbourne’56

Biratu nació en Sululta en 1917, aunque en la Etiopía rural es complejo tener una fecha y un año de nacimiento exactos. Se trata de una localidad situada a 2.700 metros sobre el nivel del mar, y que dista 10 kilómetros al norte de la capital. Hoy en día, se ha convertido en una población fetiche para los corredores que entrenan en Addis Abeba. En esta misma población, de hecho, el atleta etíope de referencia en la actualidad, Kenenisa Bekele, ha construido el Kenenisa Resort Training Camp. Una instalación de lujo donde poder entrenarse con unas buenas condiciones y que aprovecha la altura de la población para poder mejorar el rendimiento. Pero volvamos a Wami.

Biratu empezó a correr cuando formaba parte del Ejército etíope. Allá por el año 1953. Wami destacaba en las pruebas atléticas que tenían lugar en el Ejército. De hecho, en 1955, ganó la cita más importante: la Gran Carrera. Argumento de peso para poder disputar, un año después, los Juegos Olímpicos en Melbourne. Biratu sería el primer atleta etíope en participar en una cita olímpica.

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Wami Biratu ganó numerosas pruebas en su país natal. (Foto: Miguel Llansó).

Ilusionado con la noticia, Biratu pidió un permiso para poder viajar a su Sululta natal a ver a su familia. Hacía semanas que no veía a su mujer e hijos. El permiso le fue denegado. Wami, un hombre de carácter fuerte, se enfadó sobremanera. Tanto que por las noches se daba a la fuga. Corría hasta su casa, escapando del cuartel, para estar con los suyos. Y volvía a la mañana siguiente. Sin que nadie se diera cuenta.

Pero todo, como en su vida, volvió a truncarse. Su destacamento fue destinado a Asmara, a 700 kilómetros de su casa. Biratu no podía soportar estar alejado de su familia. Y se escapó, definitivamente, del ejército. Y, lógicamente, decir adiós a los Juegos Olímpicos. Biratu no fue el primer atleta etíope en unos Juegos. Barshay Feleke tuvo ese placer. Cruzó la meta en Melbourne con 2:53:37.

Del Ejército a la Guardia Imperial

Biratu pasó unos meses escondido para no ser detenido por secesión. Semanas después, en un país con una estructura administrativa tan rudimentaria como es Etiopía, pudo encontrar un nuevo trabajo. Entró a formar parte de la Guardia Imperial, el cuerpo de élite que protegía al Emperador en persona y que, tradicionalmente, había estado confrontado con el Ejército. Además de volver a trabajar, lo haría en Addis Abeba, motivo por el cual podría estar cerca de su familia. A partir de ahí, empezó a correr bajo las órdenes del preparador físico que el propio Emperador había contratado para la Guardia Imperial: Onni Niskanen. Su condición física, excelente ya de por sí, se vio potenciada baja los órdenes del entrenador sueco-finlandés. En 1957, por ejemplo, Biratu ganó todas las carreras que se disputaron en el Ejército: 1.500 metros, 5.000 metros, 10.000 metros y Maratón. Biratu y Bikila establecieron una relación de profunda rivalidad cuando corrían, pero eran grandes amigos. Wami siempre ganaba. Abebe terminaba en segundo lugar. Menos en la última maratón de selección, previa a los Juegos Olímpicos de Roma.

¿Biratu se dejó ganar por Bikila?

La historia cuenta que Bikila ganó con un tiempo de 2:21:23 en aquel maratón disputado antes de viajar a Roma. Biratu, terminó segundo. Eso sí, en alguna ocasión llegó a decir que se había dejado ganar por su amigo, para que pudiera acudir a la cita romana, junto a él, que ya estaba clasificado para las pruebas de los 5.000 y los 10.000 metros. Biratu se escondió tras un árbol hasta que vio pasar a su amigo.

Pese a terminar en segundo lugar, Wami Biratu seguía siendo la baza principal del conjunto etíope comandado por Niskanen de cara a Roma. Podría resarcirse de su no presencia en Melbourne. Wami era el corredor más fuerte, perspicaz y experimentado de todos los que estaban a las órdenes de Niskanen. Pero nunca llegó a triunfar en la esfera internacional. La historia no quería que el reconocimiento interno de Biratu superara las fronteras de Etiopía.

Pocos días antes de viajar a Roma, una enfermedad infecciosa le alejó de su ilusión olímpica. Lejos quedaba, otra vez, su sueño. Y Niskanen tuvo que llamar a Bikila a última hora para completar el equipo etíope de maratón. Cuatro años más tarde, la leyenda de Bikila era tan grande que Biratu tampoco pudo viajar hasta la capital nipona. El gobierno de Haile Selassie, además, redujo el presupuesto para los atletas. Y Biratu tuvo que volver a quedarse en su casa. A la tercera tampoco fue la vencida.

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A sus 100 años, Wami Biratu sigue corriendo y compitiendo,

Con 100 años y sigue corriendo

La historia del atletismo etíope tiene un gran nombre, un gran atleta, por cada década prácticamente desde los años 60. Bikila, Mamo Wolde, Miruts Yifter, Haile Gebrselassie y, hasta día de hoy, Kenenisa Bekele. Y es injusto que el primer nombre de esta lista de éxitos no sea el de Wami Biratu, siempre afectado por imponderables ajenos al correr.

Biratu, que acaba de cumplir 100 años, sigue corriendo. A otro ritmo, lógicamente. Pero lo sigue haciendo. Hasta hace un lustro, cada año participaba en la carrera popular más grande del país. La misma que anualmente reúne a miles de personas en Addis Abeba: la Great Ethiopian Run.

Wami Biratu nunca fue olímpico, pero su competencia con Abebe Bikila fue esencial en la historia del atletismo etíope y africano. Él puso la primera piedra de un camino adoquinado lleno de grandes triunfos. Como aquel que recorrió, descalzo, un atleta africano por las calles de Roma en una tarde-noche llena de calor a principios de septiembre de 1960. Se llamaba Abebe Bikila. Pero también podría haberse llamado Wami Biratu, el predecesor de Bikila.


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