(19-2-2020). Los crampones son unos aliados en terrenos con hielo y nieve, pero no cualquier modelo sirve para cualquier uso. Con la ayuda de Barrabés, os presentamos una serie de consejos a tener en cuenta para elegir los crampones adecuados según la finalidad a la que van a destinarse.
Los crampones pueden tener una diversidad de utilidades en función de la actividad para la que vamos a utilizarlos. De hecho, como ya expusimos en el artículo anterior, en función de sus características, hay unos crampones más adecuados para alpinismo, marcha o esquí de travesía. Siguiendo nuevamente los consejos de los entendidos de Barrabés, vamos a daros más elementos y consejos sobre qué aspectos tener en cuenta cuando adquirimos unos crampones.
Qué debemos tener en cuenta a la hora de elegir un crampón
En primer lugar, claro está, y conociendo ya la diferente tipología de este producto de montaña, debemos tener muy claro el uso que le vamos a dar. Si lo usaremos para escalada vertical en hielo o bien para hacer travesías por la montaña en invierno. Tal y como hemos visto previamente, uno no tendrá nada que ver con el otro.
Más allá de este consejo inicial, desde Barrabés insisten en la necesidad de que cuando compremos un modelo concreto lo “hagamos llevando la bota con la que principalmente vamos a usarlos”. Y nos lanzan otra advertencia: “compra con visión de futuro, ya que los crampones duran mucho más que las botas”. Así las cosas, aquí van unas recomendaciones específicas:
- Para usar en roca o mixto: puntas frontales cortas
- Para nieve o hielo: puntas frontales largas
- Punta larga y muy afilada para hielo
- Punta corta y filo a 90º para roca y mixto
Teniendo en cuenta esto, desde Barrabés nos lanzan una advertencia que han podido detectar entre sus clientes en los últimos tiempos: “Cada vez más, hay gente que utiliza botas de trekking/senderismo flexibles con crampones de correas para terrenos algo verticales, como puede ser subir a un tresmil en verano”. No obstante, se trata, a su modo de ver, de una opción errónea, ya que “no es lo recomendable”. De hecho, “muchas de estas personas se dan cuenta posteriormente que los crampones tienden a soltarse durante su uso”, siendo su uso incómodo e inadecuado.
Siguiendo con la advertencia anterior, “el hecho de que unos crampones de correas puedan atarse a cualquier bota no significa que cualquier bota sea segura para ser usada en montañismo y con unos crampones”. Y es que, sin ir más lejos, “las botas flexibles dan muchos problemas en terrenos pronunciados y que tienden a la verticalidad, ya que la barra central de los mismos no tiene la flexibilidad necesaria para botas tan poco rígidas”. De esta forma, al flexar y encogerse la bota de forma más acusada que no el crampón, “éste puede llegar a soltarse”. Por lo tanto, desde Barrabés recomiendan que “en el momento en el que el terreno se empina, por una cuestión de seguridad, es usar siempre una bota rígida o semirrígida, en función de la necesidad”.
¿10 o 12 puntas?
Los y las que llevan años en esto de la montaña, de buen seguro, habrán escuchado la frase “que sea de 12 puntas” cuando debían comprarse este material. Y es que existió una época en la que los crampones tenían sólo 10 puntas. Pero se le añadieron dos puntas frontales que permitió usar una nueva técnica de puntas frontales. Dicho consejo podría ponerse en cuestión hoy en día, cuando todos los crampones de montaña cuentan con puntas frontales. Siguen existiendo los crampones de 10 puntos, que son como los 12, simplemente no tienen el tercer par de puntas que, dicho sea de paso, son las menos útiles de todas.
En este sentido, los crampones de 10 puntas podrían ser los más recomendables si nuestra intención es la de caminar o ir a correr por zonas con nieve y hielo. Y es que, uno de sus grandes beneficios es que la pletina delantera es mucho más corta y, al plegarlos, abultan mucho menos. De esta forma, el conjunto es mucho más compacto y ligero –sin un carácter tan técnico como el que sí tiene su contrincante de 12 puntas-, motivo por el cual podemos llevarlo de forma más cómoda en nuestra mochila. Para personas con pies pequeños, además, en los que el cuarto y el quinto par quedan muy juntos, tampoco es necesario usar un crampón de 12 puntas.
¿Crampones o raquetas de nieve?
Es la cuestión ‘hamletiana’ que surge repetidamente en esta época del año ante un terreno nevado. El boom por las raquetas de nieve no sólo ha atrapado a caminantes y personas que se acercan a la montaña para hacer excursionismo, sino que también podemos ver a muchos trail runners que tratan de correr encima de superficies nevadas y, para ello, se sirven de las raquetas de nieve. Pero, ¿cuál es la mejor opción para hacerlo en este tipo de terreno: unas raquetas o bien unos crampones? Puede parecer una pregunta baladí para los más experimentados, pero se trata de una cuestión que todo montañero se ha hecho en alguna ocasión.
Hay que tener en cuenta, tal y como nos cuentan desde Barrabés, que se trata de “dos materiales de montaña complementarios”, no tienen que ser necesariamente excluyentes entre sí. Todo dependerá de la actividad y el momento de la misma. Teniendo en cuenta esto, a grandes rasgos, podemos establecer diferencias de uso entre los crampones y las raquetas de nieve. Las sintetizamos en el siguiente esquema:
- Crampones: optaremos por ellos en pendientes fuertes de nieve, en tramos de nieve dura y también en zonas heladas (caras norte, nieve a primeras horas de la mañana, neveros, etc.)
- Raquetas de nieve: las usaremos ante nieve blanda y profunda (su objetivo principal, recordemos, es el de evitar hundirse en la nieve a cada paso), en pendientes suaves de nieve (pueden ser poco operativas a partir de 30º de inclinación) y en pendientes suaves de nieve con tramos helados
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