(4-12-2019). Jota asegura que el triatlón le eligió. Le permitió cambiar su visión del mundo en un momento en el que sus ojos dejaron de proporcionar visión. Con una trayectoria cargada de anécdotas y alguna ironía, nos da las claves para afrontar un deporte como la triple disciplina, combatir el sedentarismo y enfrentar la vida misma.
La historia de José Luís García Serrano, Jota, como la de muchos de nosotros, está llena de casualidades y alguna ironía. Una serie de varapalos, por ponerles un nombre, que nos llevan a ser como somos. En su caso, el actual referente español y mundial del triatlón para ciegos totales, imagen de Gympass, y natural de Buitrago de Lozoya (Madrid), poco se imaginaba hace ahora seis años que la triple disciplina iba a convertirse no solo en su pasión, sino también en un trampolín emocional y en una lección de vida.
Con tan solo 7 años de edad, tuvo que enfrentarse al diagnóstico de una enfermedad ocular conocida como Uveítis, consistente en una inflamación de la capa media del ojo y causante de un 15% de los casos de ceguera en países desarrollados. Un porcentaje en el que se incluye Jota que, tras años de tratamiento y de llevar una vida lo más convencional posible, en unos años perdió la visión por completo del ojo izquierdo y, a los 29 años, justo en el momento de licenciarse en la carrera, precisamente, de Óptica y Optometría, la del ojo derecho. Una circunstancia que le impidió ejercer la profesión recién adquirida. Pero que, después de un periodo de digestión de la situación, le abrió un nuevo camino.
¿Qué te pasó por la cabeza cuando perdiste por completo la visión?
Fue un punto de inflexión en mi vida. Cuando no ves tienes que replantearte cómo se hacen las cosas, absolutamente todo. Me sentía perdido y muy bajo de ánimo. Y le debo especialmente a mi amigo Mario que me sacara de esa situación.
¿De qué modo?
Antes de quedarme ciego practicaba deporte de forma amateur; me gustaba ir en bicicleta, los deportes de raqueta y corría carreras populares. En el momento en que se enteró que me habían dado el alta, me sacó de casa y me animó a salir a correr. Ese momento en el que me di cuenta que podía correr y podía seguir practicando deporte hizo cambiar algo en mi cabeza (recuerda aún emocionado). Empecé a nadar, a correr y a montar en bicicleta.
¿En qué momento decidiste probar juntar las tres disciplinas y completar un triatlón?
Un año antes de perder la visión por completo, asistí a la celebración en mi pueblo, Buitrago, de un triatlón de media distancia para ver el espectáculo que habían montado. Entonces me enamoré de ese deporte; del esfuerzo de los triatletas y, para qué negarlo, de cómo las chicas del público piropeaban a los triatletas y me gustó (bromea). Sin embargo, en ese momento no me planteé practicarlo porque lo miraba con cierto respeto. Pensaba que era para personas con unas capacidades físicas superiores a la media, y no para mi.
El hecho de quedarme completamente ciego provocó que se me quedaran fijadas en la mente una serie de imágenes y entre ellas estaba este triatlón de Buitrago, lo cual hizo que me obsesionara y no quisiera hacer otra cosa. Cuando Mario me animó a comenzar a ejercitarme, me propuse hacer realidad un triatlón. Y lo probé durante un tiempo, pero vi que no avanzaba. Así, contacté con la Federación Española de Triatlón, la cual me puso en contacto con el club de Alcobendas, con el que a día de hoy (con 35 años) compito.
Me dijeron que los ciegos no practicaban triatlón
Te has convertido en una referencia del triatlón para impedidos visuales, pero ¿cómo fueron los inicios en la triple disciplina?
Fueron duros. En aquel momento ningún impedido visual en España hacía lo que yo quería hacer. No había demasiada información y me dijeron que los ciegos no practicaban triatlón. No había referentes y me acabé convirtiendo en uno, lo cual ha sido muy importante para mí.
El camino hasta la actualidad fue un ensayo-error total y, a la vez, muy emotivo y bonito. Recuerdo las dificultades para entrenar, o el transporte del tándem, que al principio era una odisea.
Mi primera competición fue un duatlón en Pontevedra en 2013 y mi primer triatlón casualmente lo disputé precisamente en Buitrago, dos años después de asistir a aquella primera y última competición de triatlón que se me quedó grabada en la memoria. Luego, empecé a competir en pruebas internacionales y, sin darme cuenta y de forma natural, me introduje en la élite nacional. Mi único objetivo era competir sin mayor pretensión que pasarlo bien y hacer un buen papel. Pero sobre todo disfrutar e introducir el triatlón en mi ADN.
Disfrutando has llegado a convertirte en uno de los pocos profesionales del triatlón con ceguera total en España y un referente mundial. Algo más habrá detrás. ¿Quizás autoexigencia?
Soy muy existente conmigo mismo, pero desde el sentido común. Cuando una prueba no sale bien, me siento a analizarla con cabeza para aprender de los errores cometidos y minimizarlos.
En el momento en el que pierdes el respeto al deporte, te relajas y dejas de dar tu mejor versión
¿Has perdido el respeto que le tenías al triatlón?
Nunca. Al triatlón, como al deporte en general, hay que verlo con mucho respeto. En el momento que se pierde ese respeto, te vuelves vulnerable. Porque perder el respeto es señal de relajación y en ese estado no das tu mejor versión. Yo sigo poniéndome nervioso ante cada competición y analizando hasta el más mínimo detalle.
La ceguera te impide ver, pero ¿ofrece alguna ventaja en la competición?
El mayor handicup de un deportista ciego es el hecho de que para entrenar con calidad y constancia, necesitas a alguien a tu lado que te acompañe y te sirva de guía. Si eres amateur, te organizas y puedes conseguir que alguien te ayude. Pero a nivel profesional, con 25 horas de media de entrenamiento a la semana, necesitas más. Por suerte, yo cuento con un equipo de seis guías que son mis amigos y compañeros de entrenamiento, cuyo objetivo principal es hacerme más rápido.
El punto positivo, que no me dejo llevar por el envoltorio de la competición. No me dejo intimidar por lo en forma que está un contrincante, ni por el ambiente…, no hay distracciones. Relativizo todo lo que percibo y me concentro en mí mismo.
Hay un 100% de opciones de hacer podio en Tokio 2020
El próximo año competirás por primera vez en unas Olimpiadas, será Tokio 2020.
Sí, es la primera vez que en mi preparación anual me he puesto como objetivo unos Juegos Olímpicos, lo cual ha supuesto realizar un pequeño giro de tuerca a toda la preparación. He cambiado de guía, ahora entreno con el murciano Pedro Andújar, con el que me concentro todos los meses en Murcia con el objetivo de sincronizarnos y conocernos bien. Unos entrenamientos que alterno con mi equipo en Alcobendas.
¿Qué objetivo te has marcado para tus primeros JJOO?
Hacer podio. Hay un 100% de opciones. Ganar las olimpiadas es muy difícil pero es un sueño que puede ser real. Si no vamos ahora con la predisposición de ganar estando entre los tres mejores del mundo de la especialidad, ¿cuándo lo haremos?
¿Consideras que tienes algún punto flaco?
Soy un triatleta bastante completo. Quizás por mi físico, la disciplina más floja sea el ciclismo y el cambio de guía me beneficia para mejorar y ser un buen ciclista.
¿Sientes predilección por alguna de las tres disciplinas?
No. Me gusta el triatlón. No podría ser ni un atleta, ni un ciclista, ni un nadador. Creo que este deporte me eligió a mi. Estábamos predestinados a encontrarnos.
El trialón me eligió, estábamos predestinados a encontrarnos
¿Tienes otra afición, además del triatlón?
Practico otros deportes como el surf y el esquí. Además, me saqué la carrera de Fisioterapia y espero ejercer seriamente en algún momento del futuro. También me considero un cocinillas, me encanta el motociclismo y estar con mi familia y amigos.
Los adolescentes son vagos pero inteligentes y con el deporte los adultos debemos ser un espejo en el que se reflejen
Has fichado como imagen de la empresa Gympass. ¿Qué te ha unido a ella?
Nuestros caminos se cruzaron en 2018. Les gustaba mi historia y cerramos un acuerdo de colaboración. La verdad es que ha sido una ayuda importantísima para mi este año.
Gympass es una empresa joven con ganas de hacer cosas diferentes. Está contribuyendo a que más gente haga más deporte y presenta un modelo de negocio revolucionario. Es la típica idea que cuando se explica todo el mundo dice ¡cómo no he caído yo en hacer eso! Pero nadie lo había puesto en marcha. Actualmente está consiguiendo que empleados de empresas saquen hueco de sus rutinas de forma fácil para ir al gimnasio y me parece muy positivo, por lo que me he convertido en su imagen. Además, representaré a Gympas junto a sus trabajadores en la Carrera de las Empresas el próximo 15 de diciembre. Correr por una empresa que ha apostado por mi, es impresionante.
Recientemente hemos conocido que en España, cerca del 80% de los adolescentes son sendentarios y tenemos un grave problema de inactividad. ¿Contribuyen empresas como Gympass a mejorar la situación?
Claro. Los adultos tenemos que ser el espejo en el que los adolescentes se reflejen. Los adolescentes son vagos pero inteligentes. De manera indirecta, lo que consigue Gympass es que lo que hacen los adultos repercuta en los jóvenes. Todos los que hacemos deporte tenemos que dar ejemplo, combatir las redes sociales y la inactividad que causan, y transmitir los valores del deporte como la constancia o la perseverancia. La clave de todo en la vida es ser perseverante, sin obsesionarse.
Hay que saber disfrutar del deporte sin obsesionarse y relativizar los resultados
Para finalizar, ¿qué consejos ofrecerías a los que quieran iniciarse o mejorar dentro del triatlón?
Para los que empiezan, limitarse a disfrutar y buscar un club o un entrenador que hagan de guías y den las pautas a seguir. A partir de ahí, no obsesionarse y pasarlo bien. Hay que saber disfrutar del deporte sin obsesionarse con querer hacer cosas que de momento no están a nuestro alcance.
En cuanto a los deportistas experimentados, les diría que relativicen. Que sean capaces de pensar que cuando las cosas salen bien no es tan genial, ni cuando salen mal somos tan malos.
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