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ESENCI@L

Cómo destacar como ponente en un evento

Sacar partido del yo interior y de la formación adquirida

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(4-9-2018). Ser escogido como ponente en un evento puede suponer un halago o un completo calvario. Javier Tripiana, responsable de eventos de la consultora MAS nos aporta algunos consejos para conseguir triunfar como orador ayudándote de tu marca personal. ¿Eres de hacer bromas, el que escucha, el que propone, el que guía, el que seduce o más bien el que se deja llevar?

Si quieres que hable durante una hora estoy listo hoy. Si quieres que hable durante unos minutos necesitaré unas semanas para prepararme. Lo dijo Mark Twain. No conocerás nunca a ningún comunicador, al menos a uno bueno, que te niegue esta sentencia.

Aunque el título del artículo invita a hacer una descripción por puntos de cómo mejorar las aptitudes para ser un orador o ponente, prefiero empezar trabajando sobre una reflexión; ¿Cuál es tu mejor característica cuando estás entre amigos? Esa es la clave. Luego veremos por qué.

Formación, la mejor arma

Está claro que son necesarios todos los ríos de tintas de consejos que se han escrito sobre el tema: relájate, sé sincero, no leas, sé breve, organízate, ten a mano alguna anécdota, pon el cuerpo así o abre las manos asá… Cursos de oratoria, libros, webinars, tutoriales de Youtube o rezar algo antes de salir a hablar en público es importante e incluso necesario. Y, que quede claro, con la reflexión que te he propuesto no quiero decir que haya que descuidar la formación personal para mejorar como ponente.

De hecho, igual que los que tenemos miedo a volar pero nos gusta viajar, debemos enfrentarnos a los temores con la mejor arma: el conocimiento. Cuanto más sepamos sobre un tema, más posibilidades de saber adaptarnos a cualquier cosa, cambio o ¡sobresalto!

Por lo tanto, ante una cierta aprensión a hablar en público le debe sobrevenir un planteamiento eficaz del discurso. Aquí podríamos seguir con el: ten las manos libres, bebe agua, ten notas claras y bien preparadas o ayúdate del público conocido.

Plantea eficazmente el discurso

La aprensión a hablar en público tiene diferentes caras; puede ser innata, que el nerviosismo afecte a la idea de nuestra ponencia, una comunicación interna negativa (donde solo valoramos el éxito o el fracaso de nuestra ponencia), del nivel de temor que ejerza sobre nosotros la audiencia o, incluso, de un mal informe personal sobre tus debilidades (aquí tocará arrimar el hombro y trabajarlo más exhaustivamente). Sin embargo, el resto de aprensiones se pueden arreglar con un eficaz planteamiento del discurso, por ejemplo, ganando confianza seleccionando un objetivo específico del discurso donde te sientas cómodo y explotarlo para relajar a tu audiencia. Ir de un objetivo general a uno más específico en el discurso, es decir, crear el contexto del discurso.

Y, por encima de todo, entender a tu público y adaptarte a él. Como toda fase, ese proceso también esconde unos puntos a tener siempre en cuenta. Al empezar practica el estilo y la presentación: encuentra tu estilo y practica la voz. Que tus herramientas de apoyo sean visuales ligadas a tu audiencia (nota mental: se te permite destacar e incluso dramatizar con las imágenes). Lo impactante genera conexión con el público. Y, por supuesto, reúne y evalúa la información sobre tu audiencia. Ya sea el público general o el específico, como las marcas patrocinadoras (un guiño: a tus patrocinadores les encantará que les tengas en tus oraciones durante la ponencia).

No importa la temática de tu discurso. Largo o breve. Lo importante es que sepas aprovechar al público que te rodea

Tipologías de ponentes

Personalmente, mientras organizo un evento, me gusta conocer a los ponentes, hablo mucho con ellos porque están en su proceso de adaptación. Quieren saber quién será su público, qué tipo de lenguaje utilizar, dónde profundizar, los tiempos, el espacio, los medios técnicos que podrán utilizar, etc. Todos, casi todos, son minuciosos en la elaboración de su trabajo. Les pagan por ello, que menos, ¿no?

Pero en tanto los conozco como trabajadores, intento hacer una aproximación sobre su forma de ser. Casi siempre me quedo sin datos reales y me quedo expuesto al mismo día del evento, donde saltan a la palestra con sus miedos, sus habilidades sociales, sus conocimientos en la técnica de la gesticulación y abordan la exposición de sus conocimientos con la naturalidad que exige el guión del buen orador.

¿Con qué tipo de ponentes me he encontrado? Yo los he clasificado en tres tipos:

  • El convencido: años de experiencia. Solvencia. Claridad. Aptitud y actitud. Un discurso trabajado o, mejor dicho, perfeccionado con los años. Mide como nadie los tiempos. Resuelve errores -hasta de los organizadores-. Ventaja: garantía de éxito. Desventaja: suelen ser menos accesibles. Un veni, vidi, vici en toda regla.
  • El académico: respeta como nadie el trabajo de la organización. Su discurso está cargado de datos que suelen ser valiosos para el asistente. Comparte inquietudes con los participantes de la jornada y se involucra en lo necesario. Ventaja: apoyo incondicional. Desventaja: cierta rigidez.
  • El novato: quiere involucrarse en todo. Su discurso está dividido entre la presentación de sí mismo y el argumento. Te aporta una visión diferente del mercado. Es necesario para captar nuevas ideas. Ventajas: buscará el bienestar del público para sentirse él/ella más cómodo. Desventaja: hay que marcarle ritmos y limitar la improvisación.

Ni por un segundo me gustaría que se valorase mejor o peor una de estas figuras. Como siempre, la suma potencial de cada una de las ventajas ofrecerían al ponente más valioso en una jornada que organicemos.

Pero puede servirnos de guía según lo que andemos necesitando. Pues, en mi opinión, el primer ponente de una jornada es el coordinador de un evento. Conoce como nadie al público, sabe las ventajas y desventajas del espacio. Y tiene muy claro los objetivos. Si nosotros no sabemos comunicarnos adecuadamente, el ponente no podrá ser la voz de nuestras intenciones sobre el escenario.

La clave es y seguirá siendo que el ponente se enfrente a su público con la naturalidad de una discurso entre amigos

Por eso, siempre que hablo con ellos les digo imagínate que estás entre amigos. ¿Recordáis mi pregunta inicial? La clave es y seguirá siendo que el ponente se enfrente a su público con la naturalidad de una discurso entre amigos. No me canso de repetirlo. Encuentra tu característica cuando te rodean tus iguales: eres el de las bromas, el que escucha, el que propone, el que se deja llevar, el que guía, el que seduce, el primero en dar un paso al frente. Todos tenemos un papel que nos hace necesario en un grupo de amigos y si ese papel lo llevamos a la práctica en el discurso de nuestras ponencias, raro es que el público no se sienta cómodo contigo.

No importa la temática de tu discurso. Largo o breve. Lo importante es que sepas aprovechar al público que te rodea.

Y si a pesar de todo, los nervios nos juega una mala pasada… recordad otra sentencia del Sr. Twain: La palabra exacta puede ser efectiva pero no existe ninguna palabra tan efectiva como la acertada pausa.

Javier Tripiana Sánchez, Responsable de Eventos en MAS


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