(14-11-2017). En las últimas semanas distintas compañías asiáticas de bike sharing o bicicletas compartidas han aterrizado en Madrid y planean su expansión a otras ciudades españolas. Las tiendas y los alquileres de la capital no temen de momento por su negocio, pero piden una regulación para evitar situaciones “de anarquía”.
Después del ‘boom’ registrado en China, empresas de bike sharing o bicicletas compartidas como Ofo, Mobike y oBike se están expandiendo por Europa. En las últimas semanas han desembarcado en Madrid, desde donde planean su expansión a otras grandes ciudades españolas como Barcelona, Valencia o Bilbao. Estos sistemas de ‘free floating’ funcionan a través de una app mediante la cual el usuario puede localizar su bici más cercana y, después de usarla, dejarla aparcada donde lo desee. Y es que, a diferencia de la plataforma de alquileres Donkey Republic, que se introdujo en España a principios de año, estas nuevas bicis compartidas que llegan ahora no disponen de puntos de estacionamiento ni recogida.
Esta peculiaridad ya ha generado problemas en otras ciudades europeas, ya que el hecho de no disponer de aparcamientos ha provocado el abandono de bicis por toda la ciudad, así como actos vandálicos con las mismas. Algunos ayuntamientos de distintas ciudades de Europa ya las están retirando o las han prohibido, y así ha sucedido también en China.
En Madrid el fenómeno es muy reciente y los puntos de alquiler y venta de bicicletas están a la expectativa de los efectos del desembarco de enseñas como Ofo, uno de los mayores gigantes de este negocio y que dispone de más de 100 millones de usuarios en 150 ciudades.
El impulso del ciclismo es positivo y estos sistemas le dan protagonismo a la bicicleta
Visibilidad y promoción de la bicicleta
A priori, los comercios consultados dan su visto bueno a cualquier iniciativa que sirva para fomentar la cultura ciclista y la visibilidad de la bicicleta. Enrique Aguado, propietario de Enbici, sostiene que “aún no sé cuáles serán los efectos, pero el impulso del ciclismo es positivo y estos sistemas le dan protagonismo a la bicicleta”. En su opinión, pueden además ‘enganchar’ a nuevos usuarios que acabarán comprando su propia bicicleta.
Ni los alquileres ni los puntos de venta temen que, al menos de momento, estos sistemas de bike sharing puedan afectar negativamente a sus negocios, ya que, tal como explica Isabel Alonso, propietaria de la empresa de venta y alquiler de bicis Mi Bike Río, “nuestro público es diferente y demanda bicicletas de mayor calidad”.
Riesgo de masificación
Los detallistas inciden en que el problema, tal como ha sucedido en otras plazas, podría venir por el riesgo de masificación. Guillermo Alberdi, propietario de Area Bike, opina que “el peligro es que se saturen las ciudades de bicicletas. Es cierto que en España todavía están en fase de despliegue y hay que esperar para ver cómo se van desarrollando, pero seguramente habrá que ponerles coto para que los carriles bici y las aceras de la ciudad no se llenen de bicis abandonadas”.
Seguramente habrá que ponerles coto para que los carriles bici y las aceras de la ciudad no se llenen de bicis abandonadas
Isabel Alonso advierte de que, al no existir anclajes ni puntos de estacionamiento, “la calle se va llenando de bicis que pueden molestar y generar precisamente el efecto contrario al deseado, es decir, dar una mala imagen de la bicicleta”. La responsable de Mi Bike Río señala, asimismo, que las bicis de estos sistemas no suelen ser de demasiada calidad y, cuando se empiezan a averiar, resulta más barato sustituirlas por una bici nueva que arreglarlas, lo que ha generado problemas de abandono en otras ciudades.
Regulación
Al tratarse de un modelo de negocio nuevo, los minoristas insisten en la necesidad de crear regulaciones específicas que acaben con el vacío legal existente. Desde Bike&Roll hacen hincapié en la necesidad de que el Ayuntamiento tome cartas en el asunto ante las situaciones poco cívicas que se pueden generar: “He visto cómo los usuarios las dejan aparcadas en cualquier sitio, sin tener en cuenta que pueden estorbar a personas con problemas de movilidad o vista. También he visto a niños utilizándolas, a pesar de que, en teoría, estos sistemas no pueden ser usados por menores de 18 años”.
Enrique Aguado también se muestra partidario de una regulación para evitar “situaciones de anarquía”. Insta al Consistorio a poner soluciones, pero no sólo con el bike sharing, ya que, a su juicio, “el ‘boom’ de la bicicleta está llegando a Madrid y hay cierto caos: se sigue circulando por las aceras, no se respetan las zonas 30… En otras ciudades cada vehículo tiene su espacio bien definido, pero aquí no se sabe muy bien cuál es de la bici”.
Las tiendas quieren participar en el desarrollo del bike sharing
Alejo Bastos, propietario de las tiendas Biobike, subraya la necesidad de una regulación municipal clara para este tipo de sistemas no sólo para asegurar su correcta gestión y funcionamiento, sino también para dar unas garantías a los empresarios locales que quieran participar en la implementación del bike sharing en la ciudad.
Y es que un grupo de tiendas, entre las que figuran Biobike o Mi Bike Río, se han planteando desarrollar su propio sistema de bike sharing y ser parte activa de su implantación, pero siempre bajo unos criterios de control y seguimiento de las flotas que eviten situaciones vandálicas o de abandono.
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