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Consejos desde la empresa Atavic para optimizar ese reencuentro

Reencuentro con uno mismo en vacaciones

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Las vacaciones constituyen un momento idóneo para el reencuentro con uno mismo y óptimo para discernir lo que realmente nos interesa y nos motiva de lo que solo nos confunde y nos hace perder tiempo vital.

(10-8-2018). Las vacaciones son un momento muy oportuno para dejarnos llevar y abrirnos a nuestro interior. El espíritu vacacional resulta idóneo para reencontrarnos con nosotros mismos. Anna Margenat y Gemma Gesani, responsables de Atavic, gabinete especializado en la optimización de recursos humanos empresariales, nos exponen una serie de opciones para favorecer ese reencuentro.

¿Recuerdas las sensaciones que sentías cuando eras pequeño y llegaba el verano? ¿Recuerdas aquella libertad de movimientos, aquella libertad horaria con sus días largos para correr por el campo o la playa y descubrir el mundo?… ¿Recuerdas cuán fácil era entonces el reencuentro con uno mismo?

Escúchate y siente como estás, cómo vives tus relaciones personales

Las vacaciones en verano nos invitan a dejarnos llevar, a dejar en casa el pensamiento y los razonamientos y a abrirnos a sentir. Las vacaciones nos permiten retomar viejas costumbres de cuando no teníamos compromisos ni demasiados planes; de, estuviéramos donde estuviéramos e hiciésemos lo que hiciésemos, darnos tiempo para sentir.

Sin duda, el escenario vacacional permite poder sentir como estás y cómo te sientes en tus relaciones personales (con la familia, los amigos, los compañeros de trabajo y con desconocidos, en casa, de viaje o en contacto con la naturaleza, en cada momento y en cada situación).

PROFUNDIZAR EN LO QUE SENTIMOS

El verano nos permite hacer vida en el exterior y relacionarnos de forma intensa e íntima con los que nos rodean. Nos permite profundizar a través del sentir, el contacto y las sensaciones, podemos fácilmente conectar con nosotros mismos para poner en claro y diferenciar, siempre desde lo que sentimos, lo que nos hace estar bien de lo que nos incomoda, lo que realmente nos interesa y nos motiva de lo que sólo nos confunde y nos hacer perder tiempo vital.

Si en las vacaciones conseguimos desconectar del trabajo y de la rutina del curso, podremos conectar con nosotros mismos y, tranquilamente, decidir con qué nos quedamos y qué desechamos para el siguiente curso.

Asimismo, podemos limpiarnos de cargas innecesarias para poder vivir intensamente el camino ya escogido o, sencillamente, escoger un nuevo camino que, poco a poco, podremos ir definiendo para después emprenderlo con confianza e ilusión.

Aprovechemos las vacaciones de verano para empaparnos de la energía vital de la naturaleza

Conviene aprovechar el verano para aprender a sentir, a saber darse tiempo y a dejar el ritmo acelerado y enfermizo cambiándolo por el ritmo natural de la vida donde todo fluye. Resulta un momento ideal para darse tiempo para ver salir el sol y disfrutar del atardecer, y para oír los sonidos de la naturaleza: las olas del mar que llegan y se van de forma permanente y sin cansarse, el canto de los pájaros, el agua de un riachuelo, la brisa cálida y suave,… En definitiva, las vacaciones son un momento perfecto para empaparse de la energía vital de la naturaleza.

Para poder entrar más fácilmente en ese estadio de reencuentro con nosotros mismos proponemos un ejercicio sencillo:

  • 1- Escoge un momento del día que sepas que no te van a molestar y un sitio tranquilo, rodeado de naturaleza, sin móvil ni ruidos que puedan perturbar tu calma.
  • 2- Siéntate en una silla o en un cojín o túmbate en el suelo, con la espalda recta y sin tensión ni dolor. Lo más importante es que te sientas cómodo y puedes respirar tranquilamente por la nariz.
  • 3- Cierra suavemente los ojos y escucha primero los sonidos a tu alrededor, nota los olores y las sensaciones en tu piel, la intensidad de la luz,… y disfruta del momento.
  • 4- Inspira y exhala por la nariz suavemente, sin forzar la entrada y la salida del aire, sin prisas. Sin moverte, envía tu mirada a la zona del bajo vientre y siente como, al inspirar, el aire llega hasta esa zona.
  • 5- Sonríe y llena tu corazón con esta sonrisa.
  • 6- Siente tu cuerpo: sin abrir los ojos ni moverte, percibe tu cada parte de tu cuerpo, siente dónde hay tensión (articulaciones, músculos, la cara,…) o dolor y envía la respiración y la sonrisa a esas zonas. Y, a partir de ahí, disfruta del momento y de poder sentirte y acepta todo lo que te llegue. Y sonríe a lo que no te guste con humildad y generosidad hacia ti mismo.
  • 7- Para cerrar el ejercicio, haz unas respiraciones completas y vuelve a sentir lo que pasa a tu alrededor. Poco a poco, empieza a mover pies y manos y, al final, cuando te apetezca, abre los ojos.

Otro ejercicio sencillo:

Busca un camino tranquilo, poco transitado, preferiblemente que discurra bajo la sombra de unos árboles y empieza a caminar despacio y tranquilamente, inspirando y exhalando por la nariz y sin forzar la respiración.

Poco a poco, ves bajando aún más la velocidad de tus pasos hasta que coordines el paso con la respiración: no levantes el pie que está detrás hasta que no hayas dejado salir todo el aire y todo el peso de tu cuerpo no esté en la pierna delantera.

Cuando inspires levanta el pies trasero y mueve la pierna lentamente hacia delante y avanza un paso colocando el pie en el suelo, cuando sueltes el aire, pon tu peso en la pierna delantera y el pie que acabas de colocar delante.

Cuando te quedes vacío de aire, sin retener la respiración y de forma continua y fluida, vuelve a inspirar y avanza la pierna que está detrás y que se ha quedado también vacía de peso. Repite sucesivamente una pierna detrás de la otra.

Pon la mirada hacia delante, no mires hacia el suelo, contempla todo lo que pasa a tu alrededor, cerca de ti, en el camino que estás siguiendo i siente ese camino. Lleve donde lleve ese camino, a ti te llevará hacia tu interior.

Atavic es una empresa especializada en el desarrollo de programas de mejora de equipos humanos de trabajo, optimización del clima laboral y el binestar de los trabajadores. Sus responsables son Anna Margenat y Gemma Gaseni.


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