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Fabricantes y proveedores, obligados a subir precios

La devaluación del euro alimenta la tormenta perfecta del fitness

En apenas un año, el euro se ha devaluado un 13,6% en relación al dólar

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El precio de los equipamientos de fitness subirá como consecuencia de la devaluación del euro frente al dólar

(8-7-2022) La devaluación del euro, cuyo valor ha retrocedido a niveles históricos de hace dos décadas, añade más presión a la tormenta perfecta que sufre la industria del fitness desde el estallido de la pandemia. A los incrementos de costes energéticos, transportes de materiales y de materias primas se suma ahora un nuevo factor que empobrece aún más esta y otras industrias importadoras.

“La misma cinta de correr que antes comprabas por 599 euros, ahora te puede costar 799”. Esta diferencia de precio que menciona el CEO de Fitnessdigital, José Ignacio Rodríguez, no se debe a una rebaja de un operador que quiera liquidar stock, sino de un grave problema coyuntural, la devaluación del euro, que especialmente en las últimas semanas están empezando a sufrir de forma muy considerable todas aquellas industrias, empresas y personas que importan productos o compran en dólares.

En el momento en el que mantuvo esta conversación con CMDsport, a finales del pasado mes de junio, el euro tenía un valor de 1,05 dólares. Una semana después, el valor de la moneda europea ha retrocedido a 1,01 dólares, lo que supone bajar a mínimos históricos de 2002, el año en el que entraron oficialmente en circulación las monedas y billetes del euro.  

El valor registrado ayer supone una devaluación del 13,6% del valor del euro con respecto al que tenía el 7 de julio de 2021, 1,17 dólares. Es decir: hace un año, con cada 100 euros se podían comprar 117 dólares. A día de hoy, con la misma proporción de euros se pueden adquirir 16 euros menos. La diferencia, sin embargo, es mucho más significativa si se tiene en cuenta el valor máximo histórico que llegó a alcanzar el euro, ahora hace 14 años. 

El 15 de julio de 2008, la divisa europea subió hasta los 1,6039 dólares. Si se compara con el valor actual, eso significa que en estos 14 años el euro ha visto devaluado su valor en un 36,8% con respecto al dólar. Una diferencia que supone un claro empobrecimiento para las empresas del sector del fitness que importan materias primas o equipamientos del extranjero en dólares. “Esta diferencia tiene un impacto directo tremendo en todo, ya que muchas de nuestras importaciones las pagamos en dólares”, comenta el director general de BH Fitness, Pablo Pérez de Lazarraga. 

“Con un euro fuerte, las compras son más asequibles. Con un dólar fuerte, las compras en Asia y Norteamérica son más complicadas. El tipo de cambio afecta a la composición del precio. Y con una paridad euro-dólar, todo se pone más difícil. Hay una pérdida de margen que hay que compensar”, suma el CEO de Thomas Wellness, Tomás Junquera.

MÚLTIPLES INCERTIDUMBRES

Las fuentes consultadas reconocen que se trata de un problema “muy grave” para la industria del fitness, ya que el impacto que tendrá en los costes de las empresas será muy elevado. “Y lo peor es que no sabemos dónde estaremos, porque incluso es posible que el euro llegue a estar por debajo del dólar”, añade De Lazarraga. El máximo responsable de la enseña vitoriana alerta, además, que se trata de un problema que afectará a la globalidad de todo el sector: “El que compre ahora lo hará más caro que si lo hizo meses atrás. Pero tarde o temprano nos afectará a todas las empresas, lo que resulta malo para el consumidor final, porque contribuye a una inflación directa”. 

La devaluación del euro se suma a otros factores como el incremento de los costes energéticos, el aumento del precio de las materias primas y de los transportes o la inflación general que viven la práctica totalidad de productos y bienes de consumo, y que el pasado mes de junio se situó en un 10,2%. Un contexto que hace meses que está empujando a todas las empresas del sector, desde fabricantes a gimnasios, pasando por proveedores, a revisar al alza sus tarifas y precios. 

“Cuando la vida es más cara a nivel general, hay una pérdida de poder adquisitivo y esto afecta tanto a la cesta de la compra como al ocio… no es bueno para nadie”, retoma Tomás Junquera. El CEO de Thomas Wellness reconoce que se trata de una situación complicada para los proveedores de materiales, ya que “si los centros deportivos ingresan menos dinero y sus costes suben, la disponibilidad para afrontar renovaciones se complica”.

La mayoría de compañías fabricantes o proveedoras de equipamientos de fitness han optado por absorber, en la medida de lo posible, la gran mayoría de los sobrecostes sufridos, aunque la subida ha sido tan elevada que ha provocado que toda la industria no haya tenido otro remedio que repercutir en el cliente final esos incrementos de los costes. “Nadie puede absorber el 100% porque se arruinaría”, constatan las fuentes consultadas. 

LAS CONSECUENCIAS DE LA INFLACIÓN

En el caso de BH Fitness, tuvieron que realizar una primera pequeña subida de precios a finales de 2021 y, este junio, han realizado otra. “Esperamos no tener que hacer ninguna más este 2022, pero al final los hechos son los que te obligan a actuar, de forma que dependerá de lo que ocurra en el mundo“, admite De Lazarraga. Como ha ido explicando CMDsport en las últimas semanas, la práctica mayoría de cadenas de gimnasios o centros independientes han realizado algún tipo de subidas en sus cuotas en los últimos meses. 

El problema del escenario actual, advierten los profesionales consultados, es que una drástica subida de precios pueda propiciar una recesión en el consumo de la que ya empiezan a avisar algunas firmas de inversión. “Cuando barajas subidas del 1 al 3% puedes plantearte una pequeña variación en las políticas de expansión o de maquinaria, pero cuando hablamos de subidas del 10%, todo el mundo tiende a soluciones más conservadoras”, relata el director general de BH Fitness. 

Esto, aplicado al sector del fitness profesional, podría significar un freno en las inversiones de los gimnasios. “Este escenario de guerra e inflación tras la pandemia es suficientemente malo como para retener un poco la inversión, aunque todo ello podría compensarse en parte si siguen subiendo los ratios de práctica deportiva”, admite De Lazarraga. Una caída del consumo también podría transformarse en una nueva ralentización de los planes de expansión de algunas cadenas, que esperaban poder retomar ahora los planes de crecimiento que quedaron congelados durante la pandemia. Son múltiples las enseñas que se han visto envueltas en una carrera de obstáculos para abrir nuevos gimnasios este año.

“Los gimnasios no pueden venderse a 19 euros porque tienen menos clientes y sus costes han subido, pero su probable subida de precio no beneficiará directamente al homefitness, que también ha tenido que incrementar sus costes”, planteaJosé Ignacio Rodríguez. Según el CEO de Fitnessdigital, la inflación tendrá a corto plazo un impacto mucho mayor en el precio final de los fabricantes y los proveedores que en el de las tarifas de socios de los gimnasios. 

“Los centros de fitness pueden subir el IPC, pero no aplicarán un cambio tan drástico como el que puede sufrir un proveedor que está mucho más condicionado por la fluctuación de precios del mercado: un producto de homefitness, por ejemplo, depende del valor del coste del contenedor, del transporte, del cambio de moneda y de todo el flujo de materia prima, unas variables que históricamente han tenido una curva ascendente y que seguro que no irán hacia abajo”, indica el CEO de Fitnessdigital.

Es una tormenta perfecta la que sufre la industria del fitness. “Todo se pone un poco más cuesta arriba, pero es momento de manejar el timón con pulso fuerte y adaptarse a las curvas que vienen, no queda otra”, sentencia Tomás Junquera. 


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