¿Qué entrenamiento es más efectivo contra la obesidad?

El propietario y director de Health Space, Isaac Rojas (San Cristóbal de La Laguna, 1979), analiza la importancia de crear buenas pautas de entrenamiento para combatir la obesidad, que considera una “pandemia global”. Además, insta a “reconocer que estamos tratando con una enfermedad, por lo que no podemos confiar en modas o en personas no cualificadas para intervenir con el ejercicio físico”.

Rojas ganó el título de mejor entrenador personal de España en 2014 y figura entre los diez mejores del mundo, según la firma Life Fitness.

¿Hacer ejercicio de fuerza es clave para combatir la obesidad?

En el contexto actual, la evidencia científica nos orienta hacia la elección de programas estructurados de entrenamiento de fuerza como una estrategia eficaz para contrarrestar el exceso de grasa corporal. Esta recomendación cobra especial importancia para individuos con escasa o nula experiencia.

Tradicionalmente se había asociado el cardio a la pérdida de peso y la musculación a la adquisición de volumen, ¿cómo ha evolucionado esta percepción?

Cualquier forma de actividad física repetida en el tiempo supera la inactividad, pero no siempre constituye la estrategia óptima. En las primeras semanas, el entrenamiento de fuerza adecuado debe ser prioritario, sirviendo como base para posteriormente implementar estrategias que mejoren la eficacia y eficiencia cardiorrespiratoria.

¿El entrenamiento de alta intensidad puede ser un gran aliado?

Es cierto que ciertas recomendaciones respaldadas por investigaciones científicas pueden resultar atractivas, pero el entrenamiento de alta intensidad no es la mejor vía contra la obesidad en las etapas iniciales. Además, los programas de alta intensidad pueden tener efectos positivos a corto plazo, pero su sostenibilidad a largo plazo y su contribución a la adherencia a un programa de ejercicio físico para combatir la obesidad suelen ser limitados.

¿Qué aportan los ejercicios cardiovasculares?

Los que se denominan ejercicios cardiovasculares habitualmente conllevan una repetición en el tiempo de un determinado gesto motriz, ya sea elíptico, correr, nadar, bicicleta, etc. realizados a baja o hasta alta intensidad sus beneficios son múltiples dependiendo del contexto individual, de la dosis total y de la intensidad del mismo.

Después de varios meses de este tipo de entrenamiento, se observan adaptaciones en la frecuencia cardíaca, la frecuencia respiratoria, la eficiencia energética, la capacidad de bombeo del corazón y el gasto energético, entre otros aspectos, lo que contribuye a combatir la obesidad.

¿Cómo de importante es la periodicidad del entrenamiento?

Muy importante, sin un cambio de hábitos y una cronificación en el tiempo del programa de ejercicio físico, nunca recogeremos los beneficios de dicho programa y de una vida físicamente activa.

¿Qué entrenamientos de alta intensidad podrían ser positivos para las personas que ya presentan obesidad?

No todos los tipos de ejercicio físico son beneficiosos, ya que existen pros y contras en cada uno. El ejercicio físico es positivo pero, como todo en la vida, encontramos pros y contras. En el contexto de la obesidad, el uso de altas intensidades de esfuerzo percibido a nivel cardiorespiratorio puede no ser una buena estrategia. La decisión de emplear este tipo de estímulos dependerá de las evaluaciones individuales. La alta intensidad siempre debe ser prescrita de forma personalizada si se considera óptima para el caso específico.

¿Por qué es importante que haya concienciación en ese sentido?

Es crucial reconocer que estamos tratando con una enfermedad, la obesidad, por lo que no podemos confiar en modas o en personas no cualificadas para intervenir el con ejercicio físico. Es esencial tomar conciencia de esto lo antes posible.

¿De qué otras maneras se puede combatir la obesidad?

Poder luchar contra esta pandemia global solo será posible si aunamos esfuerzos multidisciplinares. Esto implica cambiar hábitos en el estilo de vida, aumentar los niveles de actividad física diaria, involucrar a profesionales del ejercicio físico, mejorar los hábitos de nutrición, recibir apoyo psicológico, contar con el respaldo del entorno cercano, modificar políticas educativas e implementar cambios en la industria alimentaria. Es un reto enorme, pero no significa que sea imposible de lograr.