(15-9-2023). Asimismo, los adolescentes españoles muestran una mayor adherencia a la dieta mediterránea que los jóvenes alemanes, si bien se tiende hacia una dieta cada vez más occidentalizada, según un estudio en el que participan investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid.
El sobrepeso y la obesidad infantil han crecido tan rápidamente en los últimos años que han pasado a considerarse una epidemia mundial que afecta ya a uno de cada tres niños. Los malos hábitos alimentarios y los bajos niveles de actividad física son con frecuencia prácticas que se encuentran tras estos problemas. Frente a ellos, la dieta mediterránea, en combinación con ejercicio físico, se constituye como una vía para promover entre los niños un patrón alimentario más saludable.
Con el objetivo de analizar el índice de adherencia a la dieta mediterránea de la población infantil, investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid, junto con miembros de la Universidad Autónoma de Madrid, han llevado a cabo un estudio comparativo entre niños españoles y alemanes, mediante el análisis de sus patrones alimentarios y de actividad física y su composición corporal.
La investigación demuestra que los niños españoles presentan un mejor índice de adherencia a la dieta mediterránea, pese a consumir cada vez dietas más occidentalizadas con peores valores nutritivos. En el ámbito de la actividad física, las niñas españolas son menos activas que sus compañeros, una tendencia que no se repite en Alemania.
Enfoque local
En el estudio comparativo, del que formaron parte 334 niños de entre 10 y 13 años (182 españoles y 152 alemanes), participó el grupo de investigación Deporte y Entrenamiento de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF) de la UPM.
La metodología se basó en cálculos de la composición corporal, mediciones de la actividad física mediante acelerómetros y uso de cuestionarios para concretar los patrones alimentarios. En el caso español, participaron niños de seis centros públicos de Madrid de nivel sociocultural alto, en los que la población infantil está muy diversificada, según señalan los investigadores.
En base a las herramientas utilizadas, se ha concluido que las adolescentes españolas son menos activas que sus compañeros y con un estilo de vida más sedentario, si bien su puntuación nutricional es mayor. En cuanto a la alimentación, la investigación determina que los jóvenes españoles tienden a una mayor adherencia a la dieta mediterránea, con un consumo más alto de fruta y verdura, lácteos y pescado, mientras que los alemanes, que son mayores consumidores de carne que los españoles, abusan en mayor medida de la comida rápida y procesada, dulces y refrescos.
No obstante, cada vez se observa una tendencia más evidente hacia una dieta más occidentalizada por parte de adultos y de niños en los países mediterráneos. Es decir, un patrón de alimentación basado en un escaso consumo de frutas y verduras y de fibra, y un exceso de grasas saturadas y trans, sodio y azúcar. De hecho, en ambos grupos el consumo de dulces y ultraprocesados fue elevado.
Los centros escolares, una herramienta de mejora
El estudio destaca también la importancia de la actividad física con independencia de los países analizados, puesto que ayuda a reducir el riesgo cardiovascular, el sobrepeso y la obesidad. Ser físicamente activo se relaciona también con una mejor calidad de vida de los niños y adolescentes.
A través de la investigación se detectó asimismo una diferencia significativa en la actividad física durante los días lectivos y los fines de semana, en los que la actividad disminuye. Los colegios e institutos pueden ser de este modo un escenario idóneo para incrementar los niveles de ejercicio y reducir el sedentarismo, teniendo en cuenta que los niños pasan gran parte de la jornada en los entornos escolares. En este sentido, se abre la posibilidad de desarrollar programas educativos que se centren en la sostenibilidad alimentaria desde edades tempranas, para contribuir a la creación de hábitos de consumo responsables y a la promoción de la actividad física en un entorno natural.
Las conclusiones de este estudio pueden servir para “promover entre los niños un patrón alimentario más saludable y sostenible, así como fomentar pautas de actividad física en las niñas en los últimos cursos de educación primaria”, apunta Guadalupe Garrido, investigadora de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte de la UPM.
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