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Consejo Colef destaca la importancia de la actividad física en el Día Mundial del Riñón

Asegura que combate los efectos de la Enfermedad Renal Crónica

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(14-3-2019). La práctica habitual de ejercicio físico es una herramienta útil para mejorar la calidad de vida y frenar el deterioro asociado a la Enfermedad Renal Crónica, reduciendo la oxidación y otros factores de riesgo para enfermedades cardiovasculares. Así lo aseguran desde Consejo Colef, que reivindica la importancia del deporte en el Día Mundial del Riñón.

“La incidencia de la Enfermedad Renal Crónica (E.R.C.), está aumentando en los últimos años en nuestro país, afectando a 1 de cada 7 adultos con una mayor prevalencia en varones, según datos recogidos en 2018 [1]. Estos datos representan un problema de salud pública, que necesita ser abordado de forma urgente en materia de prevención y de intervención sobre el deterioro físico que presenta esta población”. Así lo advierte Ana de Alba, miembro del Comité de educación física deportiva en el ámbito sociosanitario del Consejo Colef y miembro del Grupo Español Multidisciplinar de Ejercicio Físico en el Enfermo Renal de la Sociedad Española de Nefrología. Con motivo de la celebración del Día Mundial del Riñón, la experta ha escrito este manifiesto en el que pone de manifiesto la relevancia de la práctica de actividad física para prevenir enfermedades como las renales.

“La principal causa de mortalidad en el paciente renal, es la enfermedad cardiovascular (E.C.V.) [2]. La etiología de la E.R.C., es muy difícil de determinar, sin embargo, las investigaciones más recientes indican que la diabetes y la hipertensión arterial (HTA) son las principales causas que la desencadenan [3]. Sin embargo, existen otras enfermedades causantes de origen inmunológico, vascular, farmacológico, hereditario o infeccioso.

La mayoría de estas enfermedades atacan a la nefrona, provocando un deterioro en su capacidad de filtración. Este daño no suele ofrecer sintomatología hasta que la enfermedad está muy avanzada. En base a la tasa de filtración glomerular, se establecen unos estadíos, siendo el estadío 5 en el cual se hace necesario un tratamiento renal sustitutivo (diálisis o trasplante) [4].

En las unidades de diálisis podemos encontrar un amplio abanico de perfiles diferentes en cuanto a condición física, pero todos ellos tienen algo en común: acuden de manera general a dializarse 3 días a la semana y el tratamiento tiene una duración aproximada de 4 horas en las que tienen que estar sentados o tumbados, además se añade el tiempo de espera que supone el desplazamiento, para muchos de ellos en ambulancia desde su domicilio. Se establece, por tanto, una media de 18 horas semanales de inactividad física de obligado cumplimiento.

Nos enfrentamos a una enfermedad que, por la propia naturaleza del tratamiento, genera situaciones de sedentarismo [5,6]. Si añadimos hábitos de vida poco activos, estados de ansiedad y depresión asociados a las enfermedades crónicas [7] y la gran comorbilidad del paciente renal, tenemos como resultado la disminución de las capacidades físicas básicas, el deterioro creciente de la autonomía del paciente y por ende, la pérdida de su calidad de vida [8].

Está ampliamente demostrado que la práctica habitual de ejercicio físico combate el deterioro asociado a la E.R.C. terminal: reduce el estrés oxidativo y otros factores de riesgo de padecer una E.C.V. [9], frena la pérdida de masa muscular [10], mejora la capacidad funcional en las actividades de la vida cotidiana [11], reduce el sedentarismo [5,6] y mejora la condición física del paciente renal [12].

El ejercicio intradiálisis es efectivo y seguro si se desarrolla de la siguiente forma: está supervisado por un/a educador/a físico deportivo/a (profesional colegiado/a con título universitario en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte), que realiza la planificación de forma individualizada; la prescripción se desarrolla junto con el nefrólogo, analizando el historial clínico de cada paciente para controlar todos los aspectos de salud a considerar para la planificación; se realiza en un ambiente controlado a nivel sanitario; se establecen estrategias de actuación con el psicólogo; la adherencia es mayor al realizarlo de forma habitual y se establece una concepción positiva del tratamiento al asociar el uso del tiempo a otra actividad (tiempo aprovechado), siendo este de mayor calidad.

A día de hoy, en España, un ejemplo de este trabajo efectivo y seguro para el paciente es la Fundación Renal Iñigo Álvarez de Toledo, cuyo departamento de Ejercicio en E.R.C. está dirigido por educadores/as físico deportivos/as, que realizan programas personalizados de ejercicio intradiálisis de carácter continuo desde 2016, formando parte del Grupo de Apoyo al Paciente junto a psicólogos y trabajadores sociales. Este programa atiende aproximadamente a 160 pacientes al año. Además, el departamento colabora con diferentes universidades españolas con estudios en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en la formación de alumnos en el ámbito del ejercicio físico en la E.R.C., desarrolla proyectos para la prevención de la enfermedad y mantiene su compromiso en investigación para compartir los avances con la comunidad científica”.

 

REFERENCIAS:

  1. Gorostidi, M, et al. Prevalencia de enfermedad renal crónica en España: impacto de la acumulación de factores de riesgo cardiovascular. Nefrología. 2018. https://doi.org/10.1016/j.nefro.2018.04.004.
  2. Ortiz A, Covic A, Fliser D, Fouque D, Goldsmith D, Kanbay M, Mallamaci F,Massy ZA, Rossignol P, Vanholder R, Wiecek A, Zoccali C, London GM; Board of the EURECA-m Working Group of ERA-EDTA. Epidemiology, contributors to, and clinical trials of mortality risk in chronic kidney failure. Lancet 2014.  24;383(9931):1831-43.
  3. Szczech, L. A., and Lazar, I. L. Projecting the United States ESRD population: issues regarding treatment of patients with ESRD. Kidney Int. 2004. 66; (Suppl. 90), S3–S7. doi: 10.1111/j.1523-1755.2004.09002.x
  4. K/DOQI  clinical  practice guidelines  for chronic kidney disease:  evaluation, classification, and  stratification. Kidney Disease Outcome Quality Initiative. Am J Kidney Dis 39 (suppl 1): S1-266, 2002.
  5. Moreno Collazos, J.E., Cruz Bermúdez, H.B. Ejercicio físico y enfermedad renal crónica en hemodiálisis. Nefrología, diálisis y transplante. 2015. 35 (3) 212-219.
  6. León-Latre M et al. Sedentarismo y su relación con el perfil de riesgo cardiovascular, la resistencia a la insulina y la inflamación. Revista Española de Cardiología 2014. 67(6): 449-455.
  7. Rebollo-Rubio A, Morales- Asensio JM, Bobes J, Pons-Raventos ME, Mansilla-Francisco JJ. Revisión de estudios de calidad de vida relacionada con la salud en las enfermedad renal crónica avanzada en España. Revista Nefrología 2015; 35(1):92-109.
  8. Perales-Montilla CM, García-León A, Reyes del Paso GA. Predictores psicosociales de la Calidad de Vida en pacientes con Insuficiencia Renal Crónica en tratamiento de hemodiálisis. Nefrología 2012; 32:622-30.
  9. Gołębiowski T, Kusztal M, Weyde W, Dziubek W, Woźniewski M, Madziarska K, Krajewska M, Leta-chowicz K, Strempska B, Klinger M. A program of physical rehabilitation during hemodialysis sessions improves the fitness of dialysis patients. Kidney Blood Press Res. 2012;35(4):290-6.
  10. Mercer TH, Crawford C, Gleeson NP, Naish PF. Low-volume exercise rehabilitation improves functional capacity and self-reported functional status of dialysis patients. Am J Phys Med Rehabil. 2002;81(3):162–7.
  11. Mata-Ordóñez F, Chulvi-Medrano I, Heredia-Elvar JR, Moral-González S,  Marcos Becerro JF, Da Silva-Grigogolleto ME. Sarcopenia and resistance training: actual evidence. Journal of Sport and Health Research 2013;5(1):7-24.
  12. Valenzuela PL, Alba A, Pedrero R, Morales J, Cobo F, Botella A, Gonzalez-Gross M, Perez M, de Lucia A, Marín MT. Intradialytic exercise: One size does not fit all. Frontiers. Physiol. 2018. doi: 10.3389/fphys.2018.00844

 

 

 


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