El estudio se realizó en más de 5.000 adultos, llegando a la conclusión de que las personas más optimistas tenían el doble de probabilidades de tener una salud cardiovascular ideal y mejor que las personas que eran pesimistas.

La salud cardiovascular de los participantes se evaluó utilizando siete indicadores: presión arterial, índice de masa corporal, glucemia en ayunas y los niveles de colesterol sérico, la ingesta de alimentos, la actividad física y el consumo de tabaco, los mismos parámetros utilizados por la American Heart Association para definir la salud del corazón.

Siguiendo los criterios de la AHA, los investigadores asignaron 0,1 o 2 puntos a los participantes en cada uno de los siete indicadores de salud, que luego se sumaron para llegar a un total de puntuación de salud cardiovascular.

Los participantes, con edades entre 45 y 84 años, también completaron encuestas que evalúan su salud mental, los niveles optimismo y la salud física, en base a diagnósticos médicos existentes.

Las personas que eran más optimistas fueron entre un 50% y un 76% más propensos a tener puntuaciones totales de salud en rangos intermedios ideales. Cuando se tuvieron en cuenta factores socio-demográficos como la edad, raza y origen étnico, la asociación entre el optimismo y la salud cardiovascular fue aún más fuerte. Las personas más optimistas tenían el doble de probabilidad de tener una salud cardiovascular ideal.

Además, las personas optimistas tenían mejores niveles de azúcar y colesterol en sangre. También es cierto que los más optimistas curiosamente eran los más activos físicamente, poseían menores índices de masa corporal y eran menos propensos a fumar.

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