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RUNNING

Decálogo de un maratoniano debutante

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(4-11-2015). Son muchos los corredores que se enfrentan este otoño-invierno a su primer maratón. El bautismo con los 42.195 metros, emulando al mítico Filípides. Hemos recopilado los 10 conceptos básicos para el maratoniano novel, juntándolos con frases motivadoras. Es el decálogo de un maratoniano debutante.

“Si quieres ganar, corre los cien metros. Si quieres experimentar la vida, corre maratones” (Emil Zátopek)

  1. El disfrute. Por encima de todo, el día del maratón hay que pasárselo bien. Han sido semanas de entrenamientos, de series, de descanso activo, de dormir poco para poder salir a entrenar. Por lo tanto, el padecimiento ya ha pasado. En la medida de lo posible, el día D, marcado en rojo en el calendario desde hace meses, es para gozar. Obviamente, los 42.195 metros son una distancia que da para mucho. Habrá momentos en los que lo pasarás mal, pero hay que dejarlos atrás con una actitud positiva y mirar de disfrutar al 100% de cada instante. Des de la salida hasta la meta. Hay que tener la cabeza fría, pero también dejarse llevar por la intuición. “La razón teme la derrota, pero la intuición disfruta la vida y sus desafíos” escribió el escritor portugués Paulo Coelho.

“Poner kilómetros en tu entrenamiento diario es como poner dinero en el banco. Comienzas a ver intereses de manera inmediata” (Hal Higdon)

  1. La costumbre. Las pruebas, déjalas para los científicos. El día del maratón no hay lugar para novedades. Ni usar zapatillas nuevas, ni estrenar unos calcetines comprados el día anterior en la feria del maratón, ni probar unos geles nuevos que un amigo nos ha recomendado. Nada de todo esto. Quítatelo de la cabeza. Los ensayos, si no los has testado, pues déjalos para otra ocasión. Quizás en tu segundo maratón. El período de entrenamiento previo sirve para que el cuerpo se ponga en forma e ir incrementando proporcionalmente la distancia a correr. Pero también debe usarse como marco de pruebas para todo este tipo de elementos secundarios que se acaban convirtiendo en principales (zapatillas, ropa, geles, etc.).

“Correr es real y relativamente simple , pero no es fácil” (Mark Will-Weber)

  1. La hidratación y la comida. Estas dos acciones son inseparables. Igual de importante es beber bien que reponer la energía que vamos quemando con el paso de los quilómetros. El cuerpo necesita reponer entre 30 y 60 gramos de carbohidratos por hora cuando el ejercicio sobrepasa la hora de duración. En este sentido, debemos ser conscientes de que los geles o barritas que llevemos con nosotros cumplan con esta función. Además, podemos beneficiarnos de los productos (frutos secos, golosinas, etc.) que puedan haber en los avituallamientos. Y siempre, todo ello, acompañado de una buena hidratación. Es vital no tener nunca la sensación de sed y beber en todos los avituallamientos, en pequeños sorbos. La pérdida de únicamente el 2% del agua de nuestro cuerpo afecta significativamente a nuestro rendimiento.

“El maratón puede humillarte” (Bill Rodgers)

  1. El control. En un maratón debemos ser más egoístas que nunca. Y tener la cabeza bien fría. No hay que dejarse llevar por la emoción extrema del momento. No debemos intentar seguir el ritmo de nadie que no seamos nosotros mismos. En los primeros quilómetros nos sentiremos con mucha fuerza. Querremos tirar más fuerte del ritmo objetivo. Pero es mejor ser conservador y controlar estas ansias. Un maratón es mucho más que dos medios maratones. Un exceso de ganas en los prolegómenos puede pasar factura cuando encaremos el tramo final, a partir del quilómetro 30-32. Si pecamos de optimismo, los 42.195 pueden convertirse en nuestra peor pesadilla. Si pecamos de conservadores, podremos maximizar nuestro disfrute y tener más posibilidades de llegar a la meta.

”La diferencia entre lo posible y lo imposible reside en la determinación” (anónimo)

  1. El convencimiento. Los entrenamientos sirven para hacer creer al cuerpo que somos capaces de poder finalizar una prueba con más de 42 quilómetros. Es un proceso físico, pero también mental, para incrementar nuestra capacidad de autogestión y convencimiento. Las dudas son inherentes a cualquier maratoniano, novel o experimentado, cuando se sitúa tras la línea de salida. Sin embargo, la experiencia y un buen trabajo previo ayudan a minimizarlas. Es lógico, normal, e incluso necesario, que un corredor que debuta en la distancia le tenga respeto. Respeto, sí. Miedo, no. A medida que avanzamos hacia nuestro objetivo, no debemos olvidar trabajar esta parte motivacional. Prepararnos para sufrir y para superar los malos momentos, que los habrá, y maximizar el goce de estar corriendo la carrera, con mayúsculas. “La motivación es una habilidad. Puede ser aprendida y practicada” decía uno de los gurús del atletismo en Estados Unidos, Amby Burfoot.

 

“Sólo aquellos que se arriesgan a ir demasiado lejos pueden descubrir lo lejos que pueden llegar” (T.S. Eliot)

  1. La elección. Todos los maratones tienen 42.195 metros. Pero no todos son iguales. Sevilla, Valencia, Donostia o Barcelona son 4 buenos circuitos para debutar en la distancia. Tienen recorridos llanos. Hay que saber escoger bien el lugar de nuestro debut. Y, si es necesario, dejarse aconsejar por algún maratoniano experto. Madrid, por ejemplo, tiene un maratón precioso. Pero, seguramente, no sería el mejor circuito para estrenarse. Es un circuito con muchas cuestas. La época del año también juega un papel determinante. No es lo mismo correr un maratón en septiembre-octubre, ya que deberemos trabajar durante los meses más calurosos de verano, que hacerlo en febrero-marzo, cuando podremos entrenar bajo el frío del invierno. Es cuestión de gustos. Pero suele ser más fácil entrenar con bajas temperaturas que con mucho calor.

 

“Como cada corredor sabe, correr es algo más que poner un pie delante del otro. Se trata de nuestro estilo de vida y de lo que somos” (Joan Benoit Samuelson)

  1. El apoyo. El soporte de nuestro entorno es vital para enfrentarse a la preparación de un maratón. Hoy en día, es complejo poder conciliar vida profesional y familiar. A todo ello, en este caso, hay que añadir una cantidad ingente de horas sudando la camiseta y quemando suela. Sin el apoyo familiar, difícilmente encontraremos espacios para salir a entrenar. Un maratón requiere de constancia. Y la constancia necesita de espacio y de costumbres inalterables. Cuanto más predictivo sea nuestro horario, más fácil será llegar a todas partes. No hay que salir a correr con el cargo de conciencia de sentirse incomprendido. Ni de tener que volver a una hora determinada. La pasión y el apoyo, además, suponen una motivación extra de cara a la consecución del objetivo final. Muchos corredores ejemplarizan este puntal cruzando la línea de meta con sus hijos. Durante los fines de semana, han sacrificado algunas horas de ocio y de estar con ellos. Ellos, pues, también son vencedores.

 

“No puedo imaginarme vivir y no correr” (Paula Radcliffe)

  1. La salud. Correr es nuestra pasión. Y, en muchos casos, un camino que nos permite seguir hacia delante y sentirnos más vivos que nunca. Pero no hay que correr a cualquier precio. La salud es vida. Y la vida es lo más preciado que tenemos. Por lo tanto, antes de enfrentarse a un maratón, debería ser recomendable, sino obligatorio, presentar un certificado de aptitud física. De hecho, este documento ya es obligatorio en muchos de los maratones que se corren por Europa. Preparar una prueba de este tipo no es moco de pavo. Aunque creamos que tenemos un corazón de hierro, una prueba de esfuerzo, un electrocardiograma y un ecocardiograma (análisis del corazón) pueden indicar que padecemos algún tipo de dolencia que contraindica salir a correr y exponer el cuerpo a sensaciones límite como se experimentan en los 42.195 metros. Hay que ser conscientes de nuestras posibilidades y situar nuestro objetivo en un nivel asumible.

 

“Nunca correré esto de nuevo” (Grete Waitz, tras ganar el primero de sus 9 maratones de NY)

  1. La recuperación. El subidón de adrenalina que se experimenta tras haber acabado un maratón es de órdago. En los últimos quilómetros de la prueba, cuando casi agonizamos a nivel muscular y el cansancio lucha por ganar su batalla contra la voluntad, nos preguntamos “qué estoy haciendo aquí”. Pero esas dudas se olvidan velozmente. Sobre todo, cuando tenemos ya, con nosotros, la vitola de maratonianos. La satisfacción del deber conseguido puede, sin embargo, engañarnos y pensar ya en buscar otra prueba de 42.195 metros. Pero, como dice el maratoniano americano Alberto Salazar (ganador 3 veces consecutivas del maratón de NY), “después de un gran esfuerzo hay que recuperarse, sin excepciones”. Y la recuperación es un agente activo, muy activo, en este juego. Hoy se ha roto una regla de oro que sí se cumplía hace una década: no se deberían correr más de 3 maratones al año.

 

“Porque si hay un contrincante al que debes vencer en una carrera de larga distancia, ése no es otro que el tú de ayer” (Harumi Murakami en “De qué hablo cuando hablo de correr”).

  1. La recompensa. Es una distinción que, una vez lograda, ya no se pierde nunca más. Es para toda la vida. El peligro es que es una enfermedad contagiosa. Y hay que saber controlarla, en función de la recuperación y también de las posibilidades de cada uno. Maratoniano es mucho más que ser finisher en una carrera de 42.195 metros. Es una actitud ante la vida. Un compromiso con un objetivo. Y un resultado: la conquista. Un maratón no deja de ser nada más que una guerra metafórica con nosotros mismos. Una batalla que nos enfrenta con nuestro yo. Una batalla tras la que, una vez superada, nunca volveremos a ser los mismos. Filípides, Spiridon Louis, Emil Zátopek, Abebe Bikila, Rosa Mota, Grete Weitz, Frank Shorter, Alberto Salazar, Abel Antón, Martín Fiz, Wilson Kipsang, Kathrine Switzer, Dennis Kimetto… y un largo etcétera de nombres ilustres conforman esta distancia. Hombres y mujeres que han hecho historia. Una vez logrado nuestro propósito, nuestro nombre será uno más de esta lista. Privilegiados. Esforzados. Reconocidos. Admirados. En una palabra: maratonianos.

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