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RUNNING

Entrevista a la 'liebre' de Florence Kiplagat, nueva record woman de medio maratón

Marc Roig: “En el récord de Kiplagat todo el mundo sabía cuál era su trabajo”

(26-2-2014). Aunque la modestia le impida reconocerlo, su papel fue determinante para que la keniana Florence Kiplagat batiera el récord del mundo de medio maratón en Barcelona (65:12). Marc Roig ejerció de liebre hasta el kilómetro 15. El trabajo ya estaba hecho. Los organizadores de la prueba no podrían haber escogido mejor. Roig chapurrea el swahili, pasa meses en Kenia y su relación con este país incluso va mucho más allá: su mujer es keniana. Es un trotamundos. Su otra gran pasión es viajar. Pero en la maleta siempre hay espacio para un par de zapatillas. Este fisioterapeuta en activo, de casi 30 años, está a punto de viajar a la otra cuna del atletismo: Etiopía. Allí, cerca de Addis Abeba, preparará su próxima cita: el maratón de Estocolmo. Una carrera, curiosamente, sin liebres. A la antigua usanza.

Acabas de volver de A Coruña, donde has terminado octavo en el Campeonato de España de Medio Maratón (66:52). ¿Esperabas terminar más arriba?
Estoy contento. Creo que hice bien la carrera, aunque me esperaba un resultado mejor. Las condiciones meteorológicas no fueron las más idóneas. Durante buena parte de la prueba, sopló mucho el viento. La carrera, además, salió muy rápida. Hasta el kilómetro 7 iba a ritmo de menos de 1 hora y 4 minutos. Estaba muy motivado, ya que suponía mejorar mucho mi marca personal. Pero, ya notaba las piernas cargadas y bajé un poco. Y a partir del kilómetro 11, perdí un poco más y me quedé casi sin fuerzas. Pero el balance general es positivo.

¿El intenso ritmo llevado una semana antes en el Medio Maratón de Barcelona te afectó?
Puede haber influido. Porque en los últimos kilómetros me costó mucho. Pero todo ello tiene una doble lectura: o llegas cansado o llegas falto de entrenamiento. En los últimos meses, he entrenado muy bien y puede ser que haya un poco de fatiga acumulada en las piernas. Pero la motivación era mucho más grande después de haber colaborado en la consecución del récord. Algo que nunca me habría podido imaginar.

“Once in a life time”, una vez en la vida. Es el título con el que has definido tu experiencia en Barcelona como liebre para Florence Kiplagat en el nuevo récord del mundo de medio maratón (65:12). El primer récord de este tipo en tu haber.
Y seguramente el único (y se ríe). Es una experiencia única. Estás en una nube. No te lo crees. Yo ayudé con mi pequeño granito de arena, aunque seguramente sin mi también lo habría logrado. Estoy muy contento, pero también hay que relativizarlo todo, porque, personalmente, no he batido ningún récord del mundo. Incluso no llegué ni con ella a meta. Es un trabajo muy agradable y a nivel personal sí te cuelgas una pequeña medalla. La mayor satisfacción es ver lo contenta que estaba Florence en la llegada y el abrazo en la misma línea de meta. Y también poder compartir la comida posterior, donde me invitó a su casa de Kenia. Salvando mucho las distancias, es como hacer un peloteo con Rafa Nadal y que te invite a su casa cuando vayas a Mallorca.

Todo empezó a gestarse hace un mes. Recibiste una llamada para batir el récord del mundo anterior (65:50). En todo momento, se ha valorado mucho tu papel.
Sí, así es. El manager de Florence me felicitó personalmente. Y me hizo la broma de que, un poco más, y mejoro mi marca personal (64:57). Me valoraron como una pieza fundamental en la consecución del récord. Los organizadores de la Media llegaron a decirme que sin mi no se habría conseguido. Yo no termino de creérmelo, pero sí he agradecido que me hayan pagado un “bonus” a la cifra ya estipulada para hacer de liebre. Su inversión ha salido bien y han premiado mi trabajo con una cantidad adicional.

¿Qué % de este récord del mundo pertenece a Marc Roig?
Quizás entre un 5 y un 10%. Quien corre es el otro, en este caso Florence, y no le puedes quitar ni un ápice de mérito. Me limité a hacer de apuntador. He hecho teatro y al apuntador no lo escuchas, pero está bien que esté allí. Debe estar. Y, sin el apuntador, ¿la obra habría salido bien? Pues, seguramente.

No ha sido tu primera experiencia. Ya habías hecho de liebre en anteriores ocasiones con atletas españolas como Alessandra Aguilar o Marta Esteban. ¿Qué piensas que es lo más importante de este rol?
La característica fundamental de una liebre es transmitir confianza. La liebre es la persona en quien debes confiar ciegamente. Te debe llevar con un ritmo homogéneo a la marca estipulada. Alessandra Aguilar confía tanto en mí que sale a correr el maratón sin reloj. Ella sabe que sólo debe seguir mi espalda. Una liebre debe ser una persona buena y experimentada, pero todo se basa en la confianza. Y el objetivo es cumplir.

Hablando de confianza, es curioso que conocieras a Kiplagat en la salida. ¿Cómo fue el diálogo durante la carrera contigo y con la otra liebre, el atleta keniano Stanley Siror?
Sí, no nos conocíamos. No obstante, vivimos de forma muy intensa toda la carrera. Con ella hablé muy poco mientras corríamos. Supongo que, por conocimiento, ella se fiaba mucho más de Stanley. Hablaban en swahili. Entiendo algunas palabras, ya que mi mujer es keniana, pero tampoco sabía mucho lo que ella decía. Me dediqué a cantarle algunos de los tiempos de paso, y a darle confianza. Su manager, que seguía la carrera con una de las motos de la organización, incluso nos decía que no habláramos. Él lo tenía todo bajo control. Poca comunicación. Todo el mundo sabía cual era su trabajo.

Kiplagat y su entrenador, el mítico Renato Canova, querían salir a un ritmo constante de 3:06. Pero tú les propusiste ir más lentos y después de la subida al Paral·lel apretar. A partir del km.5 (15:46) recuperasteis el ritmo.
Hasta el kilómetro 5 íbamos más lentos que el anterior récord. De hecho, cuando miré el crono me sorprendí porque era más pausado de lo planificado. Florence estaba tranquila y después del Paral·lel empezó a apretarnos a mí y a Stanley. No corría detrás de nosotros, sino a nuestro lado (reconoce con admiración Marc).

Mejorasteis en el paso del 10.000 hasta 31’07” y seguisteis vivos hasta el 15.000 en 46’34”. Ahí es cuando abandonaste. ¿El trabajo ya estaba hecho?
El paso previsto para el kilómetro 10 era de 31 minutos. Íbamos 7 segundos por encima, pero el ritmo era muy bueno. Recuperamos lo que habíamos perdido anteriormente y ya llevábamos ritmo de récord del mundo. Entonces, sólo teníamos que mantenerlo. Cuando paré, vi muy claro que el récord estaba ya en las manos de Florence. Corrió al revés de la anterior plusmarca (en manos de la también keniana Mary Keitany), completamente en progresión. Además, a partir del kilómetro 17, el viento sopló a nuestro favor.

Tu implicación fue máxima. Cuando abandonaste, te recogió una moto de la organización y seguiste la carrera al lado de Florence.
Quería estar en la fila 0 para estar con ella, corriendo hasta la línea de meta. Cuando vi que no sería posible, pensé que no podía perderme por nada del mundo cómo Florence batía el récord. Y no lo hice (dice orgulloso).

¿Qué es lo más difícil de ser liebre?
Ajustar los tiempos de paso. Así, es mucho más difícil hacer de liebre en pruebas cortas como un 800 o un 1.500. En una media o un maratón, tienes más margen.

Lo dice el mismísimo Haile Gebrselassie: “hacer de liebre no es tarea fácil”. Él debutará en el maratón de Londres. ¿Está suficientemente valorada esta tarea?
Dentro del atletismo creo que sí. La gente sabe del esfuerzo que comporta y el valor que tiene. Sin duda, que el mismo Haile Gebrselassie se ponga a hacer de liebre ha roto todos los esquemas. En cierto nivel de competición, hacer de liebre es casi como ayudar al rival. Sería como un Barça-Madrid. Una liebre buena cuesta dinero.

Sin liebres, ¿habría tantas mejoras en el récord del mundo de maratón, por ejemplo?
Gebrselassie dice que no. Si él lo dice, le tenemos que hacer caso. Todos nos hemos beneficiado en alguna ocasión de un ‘pacer’. Supone una descarga, ya que te limitas a seguir a la persona que tienes delante. Consumes menos, ahorras energía. No es lo mismo que ir a rueda en bici, pero detrás de una liebre aguantas más.

Por el origen de tu mujer, llevas a cabo estancias de entrenamiento en Kenia. ¿Qué te reporta esto como corredor?
Prosperas mucho. Es una experiencia muy buena. Te hace tocar con los pies en el suelo. Llegas allí y hay un montón de corredores mejores que tú. Y sin necesidad de tecnología alguna. Correr es un deporte muy fácil. Sólo son necesarias un par de zapatillas. Y, en algunos casos, ni esto. Ir a Kenia es una cura de humildad. Son gente muy sencilla.

Mentalidad, genética privilegiada, método de entrenamiento… ¿Cuál crees que es el secreto de kenianos y etíopes para correr tan rápido?
Es la suma de muchos factores. No hay sólo uno solo que explique su éxito. La genética tiene un papel muy importante; la geografía y el aspecto económico también. Pero es que, incluso, esto es extrapolable aquí. Hace 40 años, Mariano Haro corría los 10.000 en 27 minutos. Seguramente porque tampoco teníamos nada. Corría una carrera para ganar un chorizo. Ahora, lo tenemos todo, y corremos la mitad. Es un tema de necesidad. Quizás la tecnología nos está complicando la vida. Y, en el caso de kenianos y etíopes, la calidad llama a la calidad. Cuando el nivel es tan alto, el nivel de exigencia y esfuerzo es mayor.

Para este año, cambias Kenia por Etiopía. Antes del Maratón de Estocolmo (31 de mayo), pasarás 3 semanas y media cerca de Addis Abeba, la capital etíope.
Tengo muchas ganas de ir. Me han hablado mil maravillas del país. También me hace mucha ilusión poder visitar el pueblo de Bekoji, de donde han salido grandes figuras como Bekele o las hermanas Dibaba. Me apetece ver cómo entrenan. Estaré en un training camp cerca de Addis, en un hotel especialmente preparado para deportistas. Tiene unas instalaciones perfectas para entrenar y servicio de médicos y fisioterapeutas. Además, también aprovecharé mi estancia allí para grabar un reportaje para promocionar el primer campeonato de Etiopía de montaña, que se celebrará el día 17 de agosto, organizado por la Federación etíope y Run in Africa (una agencia de viajes que ofrece experiencias únicas relacionadas con el atletismo en África).

¿Tu objetivo será bajar de las 2:15 en Estocolmo?
En realidad, no me lo planteo, ya que es un maratón atípico, como los de antes. Sin liebres y con premios para los 10 primeros. Es como si fuera una carrera popular. En función del ritmo que se lleve delante, veremos. Intentaré aguantar tanto tiempo como me sea posible en cabeza y, ojalá, luchar por la victoria. No es un maratón llano. El tiempo no me inquieta.

Aparte de Estocolmo, ¿cómo afrontas este 2014?
En el mes de marzo, participaré por primera vez en el Campeonato de España de 10.000 en pista. No he participado nunca y hace muchos años que no corría un 10.000 en pista. El objetivo es tener alta intensidad de cara al maratón de Estocolmo. He buscado un cambio en el tipo de entrenamiento. Esperemos que salga bien. Después de Estocolmo, ya se verá. Sí que es probable, sin embargo, que esté en Etiopía el 17 de agosto para correr la carrera de la que antes te hablaba.

Eso sí, el 9 de noviembre estarás en la Behobia-San Sebastián, donde has sido segundo en las dos últimas ediciones.
Sin duda. La he corrido 4 años y he subido 3 veces al podio. Tengo ganas de ganarla. Además, este año se celebra la edición número 50 y la organización ha preparado un vídeo conmemorativo donde salgo. Me hace mucha ilusión. Allí siempre me tratan muy bien. Es una carrera que te da mucho prestigio. Condiciona la temporada, al caer en noviembre, pero es una carrera que nunca quieres perderte.

Más información: http://carrerasdelmundo.blogspot.com.es/


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