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Apuntan que las indicaciones pueden reducir la ingesta de calorías innecesarias

Etiquetas de alimentos con instrucciones para neutralizar sus calorías

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Científicos del Reino Unido acaban de publicar un estudio en el Journal of Epidemiology and Community Health en el que proponen que en el etiquetaje de los productos se incluya el ejercicio necesario para quemar las calorías que tiene el producto que se compre.

(4-3-2020). Un estudio realizado por científicos del Reino Unido propone etiquetar los alimentos para conocer el ejercicio físico necesario a realizar para quemar las calorías que contienen. Se trata de un proyecto que va más allá del contenido nutricional del producto y que supondría una reducción de hasta 200 calorías menos por persona y día.

Científicos del Reino Unido consideran que el etiquetaje de los alimentos puede reducir la ingesta de calorías en unas 200 por persona y día. De esta forma, por ejemplo, al ir a comprar una barrita de chocolate sabríamos cuántos minutos son necesarios para quemar las calorías que contiene dicho producto. 

Etiquetar los alimentos para conocer el ejercicio necesario para quemar las calorías que contienen es un proyecto que está encima de la mesa y que algunos países, entre ellos el Reino Unido, ya han empezado a estudiar de forma más seria. 

Hoy en día, por ley, los alimentos deben detallar su contenido nutricional: la cantidad de grasas, hidratos de carbono, proteínas, calorías y, sobre todo, los ingredientes que contienen para ofrecer la máxima información posible al consumidor. 

Pues bien, una serie de científicos del Reino Unido acaban de publicar un estudio en el Journal of Epidemiology and Community Health en el que proponen que en el etiquetaje de los productos se incluya el ejercicio necesario para quemar las calorías que tiene el producto que se compre. En este sentido, por ejemplo, una barrita de chocolate con leche de 229 calorías debería llevar grafiado que se necesitan 42 minutos caminando o 22 minutos corriendo para poder consumir este número de calorías. De forma gráfica, en el siguiente esquema, podemos observar una serie de alimentos concretos y la distancia a completar necesaria para poder minimizar los efectos de las calorías que contienen. 

200 calorías menos por día

Está claro que este proyecto denominado PACE (actividad física equivalente en calorías, en inglés) necesita de la aquiescencia y beneplácito del poder político. Pero también de los fabricantes de alimentos que son los que, en última instancia, deberían implementarlo. 

Los científicos británicos opinan que “es una estrategia sencilla y fácil de llevar a cabo por parte de los fabricantes”. En otro paso, creen que incluso se podría ir más allá e incorporar dicha información en “las cartas de menú de los restaurantes o en los puestos de comida rápida”.

De esta forma, el consumidor sería más consciente del producto que compra. La información que tiene a su alcance en la actualidad puede resultar vaga en algunas ocasiones. No obstante, conocer el ejercicio necesario para quemar un número de calorías concretas puede ayudar a hacer una compra más responsable y también a reducir la ingesta de calorías. 

De hecho, los estudiosos de la PACE han realizado hasta 14 ensayos diferentes. Los resultados demuestran que los participantes comieron una media de 65 calorías menos por comida; o lo que es lo mismo, un promedio de 200 calorías menos por persona y día. Saber cuánto tiempo debemos invertir en quemar ciertas calorías nos ayuda, por lo tanto, a optar por alimentos menos calóricos. 

Obesidad, la enfermedad del siglo XXI 

Uno de los objetivos esenciales que persigue el etiquetaje PACE es reducir la obesidad -en este caso, en el Reino Unido-. En el caso de España, según datos de la Encuesta Nacional de Salud de 2017, un 18’2% de los hombres de más de 18 años padecían esta enfermedad. Una cifra que se situó en el 16’7% en el caso de las mujeres. 

De hecho, para aplacar las consecuencias de lo que muchos expertos han bautizado como ‘la enfermedad del siglo XXI’, es fundamental el proceso de educación sobre lo que comemos. Y es que, como dice el lema, “somos lo que comemos”. 

Hacer un trabajo instructivo desde pequeños ayudaría a reducir la obesidad infantil -el 35% de los niños entre 8 y 16 años tiene sobrepeso, según datos de 2019- y a dibujar adultos más sanos y conscientes de la importancia de saber las implicaciones de todo lo que comemos. 

La nutricionista y dietista de Nutriexper, Anna Grifols, deja claro que “no debemos normalizar el sobrepeso infantil, algo que quizás está arraigado socialmente en nuestro país desde la posguerra y la época de nuestros padres, cuando se pasó un exceso de hambre”.  La experta en nutrición, hidratación y suplementación deportiva se muestra beligerante en esta lucha, “ya que no podemos normalizar los malos hábitos alimentarios de los más pequeños porque serán los mismos que tendrán después en la edad adulta”. 

En este sentido, no se muestra partidaria de crear unos menús duales “en los que los pequeños coman diferente de los adultos”. La alimentación equilibrada debe existir “para todos y por igual” y, según Grifols, los padres tienen que dedicar tiempo a esta cuestión de hábitos saludables.  

Si este proyecto PACE acaba viendo la luz, sin ninguna duda, tendrá un doble efecto sobre la sociedad británica. Por un lado, reducir los índices de obesidad entre la población de ese país que lidera el ranking de obesidad a nivel europeo (1 de cada 4 británicos) y los efectos de las enfermedades a ella asociadas. 

Y por otro, fomentar la importancia del ejercicio físico entre la población. Y es que hacer deporte, entre otros muchos beneficios, ayudar a reducir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, el cáncer de colon o la diabetes, además de ayudarnos a controlar el sobrepeso y la obesidad.

El etiquetaje PACE, ¿arma de doble filo?

Anna Grifols aplaudiría esta media en el estado español siempre y cuando “sirva para concienciar a la población sobre lo que está comiendo y para que aprenda a escoger mejor sus alimentos fijándose más en el etiquetaje de los productos”. No obstante, “quizás hay una sobreestimación de las calorías que se queman en función del ejercicio”. Y se explica. “No es lo mismo recorrer 5 millas corriendo que hacerlo caminando, ya que se queman menos calorías cuando la intensidad del ejercicio es menor aunque se quema un porcentaje de grasa mayor”. Y viceversa. “Si la intensidad del ejercicio es más alta, se queman más calorías, pero se requieren más hidratos de carbono”, explica la especialista. 

Grifols, sin embargo, opina que el etiquetaje PACE puede convertirse en un arma de doble filo “para justificar una mala alimentación en base a un deporte posterior que nos permita quemar las calorías necesarias”. Si actuamos así de forma puntual, “no ocurre nada”, asevera la responsable de Nutriexper. Pero “si procedemos de esta forma con regularidad, no tendremos una alimentación equilibrada porque basaríamos nuestra dieta en un alto porcentaje de grasas saturadas con la excusa de que ya las quemaremos haciendo ejercicio”. 

Por lo tanto, es partidaria de un proyecto de este tipo, “siempre y cuando se añada una serie de información detrás que también sería necesaria por parte de la población en general”.

Si este proyecto acaba viendo la luz, ya sea en Gran Bretaña o bien en España, y con algunas modificaciones y salvedades, se daría sentido, en parte, a una mítica frase que hizo célebre Hipócrates, médico de la Antigua Grecia. Escribió: “Nuestra comida debería ser nuestra medicina y nuestra medicina debería ser nuestra comida”. 

Información de contacto: 

www.nutriexper.com

@annagrifols


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